El triunfal amartizaje del
Curiosity ha reavivado la ilusión humana sobre la conquista del planeta rojo,
esperanza alimentada por los fantásticos resultados de los vehículos de
exploración robóticos, Spirit y Opportunity, los gemelos de la NASA que en
enero de 2004 posaron sus ruedas sobre la superficie marciana. Ideados para
resistir una misión estimada en apenas 3 meses, el Spirit dejó de funcionar el
22 de marzo de 2010. El Opportunity todavía se mantiene operativo.
El ser humano es consciente de
su aparente soledad en un planeta entre millones existentes en el Universo. Sus
esfuerzos se han dirigido a la búsqueda de vida más allá de nuestras fronteras,
pero estas investigaciones no se desarrollan solamente en el espacio exterior,
sino que también se centran en esos otros mundos inexplorados descubiertos en
el mismo patio de casa.
En la lejana infancia, además de los éxitos en la carrera
espacial para alcanzar la Luna o para instalar una estación espacial habitada
en órbita permanente sobre la Tierra, los hallazgos en los fondos abisales despertaron
nuestra fantasía. Extraños seres, habitantes de la oscuridad, fueron la fuente
de inspiración de terroríficos seres imaginarios, dotados de grandes ojos y poderosas
mandíbulas repletas de dientes afilados.
Hoy en día tenemos conocimiento de un
océano ignoto bajo los hielos perpetuos de la Antártida, que alberga formas de
vida completamente desconocidas y que prosperan al calor de las fuentes termales
de los fondos marinos. También habrá que ver lo que sacamos en limpio del
descubrimiento de las inmensas bolsas de agua subterránea ocultas bajo el
desierto del Sahara, de 75 metros de espesor, vírgenes desde hace 5000 años y resguardadas
por una urna de granito compacto.
O las conclusiones de los estudios sobre la
vida de las bacterias que sobreviven en ese ambiente imposible generado en la
cuenca del Río Tinto, organismos capaces de obtener su energía a partir de
elementos como el hierro y el azufre, a soportar temperaturas por encima de los
170 grados centígrados o los efectos perniciosos de una intensa radiación
ultravioleta, y que se han convertido en el modelo para el estudio de posibles
formas de vida desarrolladas en Marte en condiciones similares.
Un último descubrimiento abriría
una nueva brecha en esta línea. Nos referimos a los organismos hallados en una
cantera de Ramle, a las afueras de Tel–Aviv, especies prehistóricas vivas endémicas
de esa zona capaces de obtener su energía a partir del agua sulfúrica. Se trata
de siete especies de crustáceos y un escorpión, todos ellos blancos o translúcidos,
carentes de ojos, completamente innecesarios para desenvolverse en un entorno sin
luz.
Sostiene Aloysius que si existen organismos capaces de desarrollarse sin
necesidad de fotosíntesis, donde la materia inorgánica se convierta en orgánica
gracias a la energía luminosa, o de hacer funcionar su metabolismo sin precisar
oxígeno, al obtener la energía necesaria a partir de compuestos químicos, moléculas
como la clorofila o la hemoglobina serán prescindibles en aquellas formas de
vida completamente diferentes a las que hasta ahora estamos habituados; entonces
tendremos que replantearnos toda aquella biología que nos enseñaron durante el pasado
siglo XX, y le tocará, una vez más, cantar a David Bowie…
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