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02 agosto 2012

PÍLDORAS TONTAS E INTELIGENTES




Hace relativamente poco tiempo elucubrábamos desde este misma sección sobre los peligros inherentes a la proliferación de los medicamentos falsificados. Hoy traemos a colación unas noticias nuevamente relacionadas con el mundo de la industria farmacéutica.

La primera de ellas hace referencia al desabastecimiento producido en el suministro de benznidazol, un fármaco de primera línea empleado en el tratamiento de la enfermedad de Chagas, que cada año provoca 12500 fallecimientos y afecta a entre 8 y 10 millones de prójimos en el mundo. La globalización y los movimientos migratorios han ido acercando a nuestros hogares esta patología antes catalogada como enfermedad tropical, cuyas víctimas se desperdigaban por países tan alejados de nuestras fronteras como Brasil o Bolivia, por poner unos ejemplos. Esta medicina, antaño fabricada por el gigante Roche, pasó a manos de los laboratorios públicos brasileños Lapefe (Laboratorio Farmacéutico do Estado de Pernambuco). 

El principio activo, la parte del medicamento responsable de su efecto, fue encargado a un único laboratorio privado, Nortec Química, incapaz de fabricar la cantidad suficiente para todas las píldoras necesarias en el mundo. Quedamos a la espera que las administraciones sanitarias nacionales e internacionales solucionen lo antes posible este grave problema sanitario.

Mientras tanto, a partir de septiembre deberían estar disponibles en Estados Unidos y en Europa las llamada píldoras inteligentes, capaces de controlar si un paciente está tomando correctamente o no su medicación. El mecanismo de acción, recientemente avalado por la todopoderosa FDA norteamericana, encargada de darle el visto bueno a cualquier producto farmacéutico que pretenda venderse al público, se basa en la detección de una corriente eléctrica originada por la reacción del cobre y el magnesio presente en las píldoras con el ácido clorhídrico del estómago del paciente. Dicha corriente eléctrica podrá detectarse mediante unos sensores externos especiales.

Los expertos consideran especialmente útiles estas medicinas para optimizar el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis, la diabetes y otras patologías de tipo crónico, cuyo éxito depende del cumplimiento terapéutico por parte de los pacientes. En 2010, la Universidad de Florida fue precursora en este tipo de tratamientos, con el diseño de una píldora que portaba un microchip y cuyas señales podían detectarse por medios informáticos.

Sostiene Aloysius que cuando comenzó a emplearse la primera cápsula con cámara incorporada para realizar endoscopias digestivas, él pensó que ya había visto de todo. Está claro que no, que vendrán todavía avances espectaculares en el campo de la farmacología. De todas las maneras, resulta paradójico que la misma sociedad capaz de diseñar mejoras tecnológicas tan avanzadas sea también incapaz de garantizar el suministro de fármacos para el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas. Tal vez detrás de estas maniobras se esconda una vez más el poderoso caballero llamado Don Dinero.

Viaje al "pasado": la iPill de Philips...



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