No se dejen confundir por el título.
Hoy no vamos a tratar sobre ninguna aplicación patológica, considerando
literalmente el concepto de este término, sinónimo de utilidad y servicio, pero
también de cuidado, esmero, adorno y ornamentación. Vamos a referirnos a las “apps”, abreviatura de la palabra
inglesa “application”, sencillos y
dinámicos destinados a los usuarios de los nuevos dispositivos de comunicación
(celulares de última generación o tabletas) y que nos permiten descargar desde
juegos, conexiones a las redes sociales hasta el último grito en mensajería.
Los
que saben de estas cuestiones afirman que en 2009 ya existían unas 60 apps relacionadas con la diabetes, y que
su ritmo de creación se incrementa exponencialmente apenas 4 años después. El
utópico Aloysius está encandilado con las nuevas tecnologías y su aplicación en
Telemedicina. Está convencido que la profesión de médico tiene fecha de
caducidad, y no solamente porque el número de médicas dobla al de sus compañeros
masculinos, sino porque en un futuro muy cercano cualquier paciente podrá
consultar sus problemas con un robot o un ordenador. Es problema de dinero, no
de tecnología.
Las aplicaciones móviles ya están disponibles tanto para los
profesionales como para los pacientes y familiares, esos modernos usuarios de
nuestro sistema sanitario. El otro día cayó en mis manos una información sobre
las apps más populares sobre la
diabetes, la plaga del siglo XXI. Comentaremos brevemente algunas que se descargan
gratuitamente. Los médicos disponemos, por ejemplo, de una aplicación creada
por la prestigiosa ADA (American Diabetes Association), que nos permite acceder
a los estándares de calidad para el diagnóstico y el tratamiento de los
pacientes diabéticos, basada en las evidencias científicas más recientes. También
es gratuita la descarga para el acceso inmediato a las publicaciones de esta
sociedad científica, incluyendo artículos científicos, noticias, vídeos, imágenes
y material complementario.
Por poco más de un dólar canadiense, el valor simbólico
cobrado por los descubridores de la insulina al ceder a la humanidad los
derechos de esta singular terapia, también podemos descargarnos la aplicación “Diabetes
Pharma”, que recomienda la idoneidad de un tratamiento u otro según las cifras
de hemoglobina glicosilada y el peso de nuestros pacientes, considerando el
riesgo de hipoglucemias o efectos secundarios adversos, e incluyendo además las
instrucciones para insulinizar a este tipo de enfermos. Por cierto, esta
aplicación en Made in Spain,
desarrollada por un grupo de sanitarios de Extremadura y que a finales del 2012
ocupó durante 2 semanas el primer puesto del ranking mundial de apps médicas.
Pero también existen interesantes
apps para diabéticos: diarios interactivos
de glucemias que facilitan el autocontrol de la enfermedad, y llegado el caso,
el tratamiento insulínico, recetas específicas, con sus tablas calóricas, y
programas para la configuración del ejercicio físico.
Sostiene Aloysius que
pronto alguien diseñará la aplicación “White Coat”, Bata Blanca. No se trata del
nombre de un gran jefe indio, sino del médico de familia virtual que nos
atenderá desde nuestros propios teléfonos móviles. Gratis.
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