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09 junio 2013

MAS ALLA DE DARWIN



Acontecidos los 150 años tras la publicación de “El origen de las especies”, la llama del debate sobre aquellas cuestiones dependientes de la biología evolutiva todavía se mantiene encendida. Comentábamos el otro día que, en el pasado de este planeta, varias especies humanas convivieron a la vez. Unas, superaron con éxito la prueba de la existencia; otras, sin embargo, desaparecieron de la faz de la Tierra engullidas por la noche de los tiempos. Eso hecho, que hoy parece irrefutable, parece que volverá a repetirse en un futuro no muy lejano. 

Y es que una vez descifrado el genoma humano, siendo capaces ya de leer la información albergada en nuestros genes, no parece imposible que podamos atrevernos también a escribir modificando este código, añadiendo todos los fragmentos que nos parezcan oportunos. De hecho, éste experimento ya se ha llevado a cabo, diseñando por ejemplo bacterias sintéticas, microorganismos artificiales.

Hace poco tiempo escuché una entrevista con Juan Enríquez, antiguo socio del controvertido Craig Venter en la empresa Synthetic Genomics, quien ya en el 2009 vaticinaba la llegada del Homo evolutis, un posible sustituto del actual Homo sapiens en este planeta y, por qué no, en otros de esta misma galaxia. Para esta visionaria personalidad científica y exitoso hombre de negocios, el ser humano se estaría ya moviendo al margen de las restricciones de la evolución darwiniana. Al contar con la capacidad de modificar nuestro entorno a conveniencia, para bien y para mal estamos dirigiendo el camino evolutivo de otros series vivos que hasta ahora compartían con nosotros este mundo, léanse virus, bacterias, plantas, e incluso animales. El siguiente paso no resulta difícil de adivinar. 

Los cambios y avances en la reproducción humana, por poner un ejemplo, hace tiempo que provocaron modificaciones en las normas éticas que parecían inmóviles en nuestra sociedad hasta hace tan solo unas pocas décadas. La clonación celular, reproductiva y terapéutica, comenzará a abrir las puertas a campos de conocimiento hasta ahora solamente imaginables. Y las nuevas necesidades generarán nuevos derechos. Y nuevos sistemas económicos. 

Pero en el campo de la bioética, no todo se reduce a mirar con esperanza y a la vez con temor al futuro. El psicólogo e investigador holandés Frans de Waal acaba de destapar una vez más la caja de los truenos con la publicación de su nuevo libro, “El bonobo y el ateo”, en el que trata de sentar las bases del comportamiento moral de la socialización humana habiendo rastreado previamente las mismas en nuestros parientes más cercanos, los primates no humanos. La bomba ha estallado: la moral humana no debería buscarse en las religiones y filosofías antiguas, sino en el comportamiento de los primates, que toman las decisiones necesarias sobre jerarquía y comportamiento capaces de asegurar su superviviencia sin otro tipo de imposiciones de las creencias. 

Para De Waal esto es válido incluso para nuestros humanos prehistóricos antecesores. Me pregunta Aloysius si lo será también para los venideros Homo evolutis. Y yo me callo.


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