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02 junio 2013

DOWN TOWN




Revolviendo en la colección de curiosidades que atesora bajo llave el desconfiado Aloysius, me topé con un viejo video en blanco y negro, el protagonizado en 1964 por Petula Clark, en el que interpreta su popular canción encumbrada a los primeros puestos de las listas de éxitos de Gran Bretaña y Estados Unidos. Cuando los problemas te agobien, todo lo bueno estará esperando por ti, en el moderno centro de la ciudad, en el downtown: sus luces son allí más brillantes, y podrás bailar con ellas al ritmo de la bossa nova… Un paisaje urbano armonioso, feliz, ideal… 

Jugando con las palabras, divertimento al que es tan aficionado nuestro incondicional amigo, una noche soñó con una maravillosa ciudad en la que todos sus habitantes tenían el síndrome de Down, un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra en el cromosoma 21. 

El 15 de julio de 2008, en el blog Medycine, especializado en el estudio de las películas desde el punto de vista médico, veía la luz un comentario sobre “León y Olvido” (Xavier Bermúdez, 2004), film acaparador de múltiples y sonados galardones. Centrado en la historia de dos hermanos, uno de los cuales, León, se enfrenta a la vida desde esa peculiar atalaya que supone tener un síndrome de Down, tiene como protagonista al actor novel Guillem Jiménez, que cosechó por este papel la alabanza unánime de la crítica. Además, esta película contaba también con Marta Larralde, la inolvidable Olvido, la tenaz luchadora hermana del protagonista, y con la banda sonora obra del polifacético músico y compositor ourensano, Coché Villanueva. Aprovechando la circunstancia, el artículo del blog medycinético repasaba otra serie de películas cuyos argumentos giran en torno de tan particular patología. 

En diferentes ocasiones, hemos podido disfrutar de una gratísima experiencia personal al compartir diferentes facetas la vida de tantas personas con síndrome de Down, con sus familiares, amigos y educadores, con la asociaciones encargadas de su promoción social y de su inserción laboral. Siempre ha habido alguno que nos ha sorprendido por su simpatía, sus excepcionales cualidades deportivas y su enorme humanidad.

Hace tan solo unos días, los medios de comunicación se hacían eco de una desafortunada noticia: al parecer, algunos establecimientos de una cadena hotelera habrían rechazado en sus instalaciones el alojamiento de personas con síndrome de Down, alegando que con su algarabía podrían molestar a otros huéspedes de vacaciones. A las pocas horas, los máximos responsables de la empresa publicaron una nota de prensa desmintiendo tal información. Los chicos y chicas con síndrome de Down que participaron en el programa de televisión “Con una sonrisa”, donde demostraban su adaptación y profesionalidad al desempeñar diferentes puestos dentro de la plantilla de un hotel, lideran una campaña en las redes sociales para que la cadena hotelera en cuestión contrate a trabajadores afectados por este síndrome, un paso más hacia su justa y completa integración social. 

Porque Down es solo un apellido, el del médico británico que describió por primera vez los rasgos de tan singular patología, y “Downtown”, el título de aquella canción de Petula Clark, y los hechos son siempre más que palabras.

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