Cuando pulsé el timbre del
portero automático, escuché al poco rato la voz del taciturno Aloysius,
preguntando quién era al otro lado del aparato. Para no molestarse en abrir dos
veces la puerta de su casa, suele de paso dejarla entreabierta. En la mayoría
de las ocasiones, al entrar, nuestro saludo se queda perdido flotando en la penumbra
de los pasillos. Como fondo musical, reconocí la 5ª Sinfonía de Mahler. Sin
lugar a dudas, se estaba gestando una nueva crisis de melancolía...
Tendió hacia mi el
recorte de un periódico nacional que informaba sobre los pequeños animales
enviados al espacio por la agencia espacial rusa, hace apenas unas semanas. Los
componentes de esta misión, bautizada como Bion–M,
ratones, jerbos, lagartos, caracoles…, retornaron a la Tierra en una cápsula después
de mantenerse orbitando 30 días alrededor de nuestro planeta.
Fallos en los
equipos, dentro de las lógicas previsiones de los investigadores, fueron los
responsables de la muerte de la mitad de los ratones y de la totalidad de los
jerbos. Los supervivientes serán ahora enviados a varios laboratorios para
estudiar los efectos provocados en ellos por la ingravidez prolongada y las
radiaciones ionizantes, hechos por otra parte de sobra constatados en animales y también en
humanos, tras décadas de misiones espaciales y la permanencia de decenas de
astronautas durante varias semanas suspendidos en el vacío de nuestro Universo
más cercano.
A nuestro juicio, lo más destacable de la misión Bion–M han sido unas placas de basalto dotadas
con diferentes esporas bacterianas e incorporadas al fuselaje de la cápsula. El
estudio de lo ocurrido con estos microorganismos servirá para corroborar o no
la teoría de la Panspermia, defensora de que la vida pudo llegar a nuestro
planeta viajando a bordo de cometas o meteoritos que se estrellaron contra la
primitiva Tierra, hace millones de años.
Retomando la inútil masacre de
animalitos, nos encontramos ante otra más de las muchas que se producen
diariamente en los denominados laboratorios de experimentación, en estériles
investigaciones que poco o nada aportan al avance científico; más bien al
contrario, y entre ellos incluyo a muchos trabajos de investigación médica.
Para completar la tarde, decidí
investigar en el cuarto de baño de Aloysius. Para mi sorpresa, me topé con dos
envases de gel de baño, adquiridos en una macrosuperficie comercial ourensana, en
los que figuraba claramente la leyenda “Dermatológicamente testado. Producto no
testado sobre animales”. Su fabricante era español...
Existe en Internet profusa
información sobre las multinacionales que comercializan infinidad de productos previamente
experimentados con animales, en la mayoría ocasiones tras causarles graves
trastornos y dosis de un dolor innecesario y cruel. Algunas de ellas, viendo
peligrar sus ventas en una sociedad cada vez más concienciada, han prometido
abandonar estas prácticas durante este mismo año.
Pero, además de con animales,
varias han experimentado también en países subdesarrollados, a cambio de
importantes cantidades de dinero, empleando cobayas humanas. Queden estos datos
para la reflexión. Silencio. La 5ª de Mahler ha dejado de sonar. Ahora escuchamos
“Laika”, de Mecano…
1 comentario:
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