Tiene el inefable Aloysius
guardada bajo llave una colección de imágenes del pasado: sellos, fotografías,
postales, recortes de periódicos… Un auténtico catálogo sociológico que le
permite entender por qué los seres humanos reaccionamos de determinada manera,
en determinadas ocasiones. Afirma que no necesita explorar nuestros cerebros, a
la usanza de científicos e investigadores. Sostiene que es capaz de vaticinar cómo
nos vamos a comportar con tan sólo observar lo que comemos, lo que cantamos, lo
que tiramos a la basura, todo aquello que nos irrita, nos conmueve o nos
emociona.
Ahora está completando su colosal recopilación con vídeos cortos que
cada día descubre en Internet. La otra tarde me mostró un corte publicitario de
los años 70, donde una muchacha rubia cantaba aquello de “Soberano, es cosa de
hombres”, acompañándose por una guitarra. Algunos crecimos en una sociedad
especialmente machista, en la que llorar y jugar con muñecas era cosa de niñas,
y jugar al fútbol y tomar copazos de coñac era cosa de hombres. Cuestión de
estrógenos, progestágenos y testosterona. Por fortuna, los tiempos han ido
cambiando, aunque muchas mujeres continúan todavía luchando para conseguir la
igualdad. Lo vemos cada día, mirando a nuestro alrededor.
Pero las diferencias biológicas
entre ambos sexos propician que en Medicina se estudien por separado las
enfermedades específicas de la mujer bajo especialidades tan importantes como
la Obstetricia y la Ginecología. En contrapartida, hay quien habla también de
Andrología, centrándose en el estudio de todos aquellos trastornos relacionados
con las funciones sexual y reproductiva masculina.
En los 60, también acompañado
por una guitarra, cantaba Bob Dylan que los tiempos estaban cambiando, una
canción protesta de cuyas polémicas intenciones no ha conseguido escapar ni su
propio autor. En Medicina, la visión sobre las enfermedades del hombre también
han ido cambiando. En nuestra cultura y sociedad, la disfunción eréctil y la
patología de la próstata han dejado de ser temas tabú, quizás porque su
tratamiento aporta a la industria farmacéutica notables beneficios. La
creciente publicidad en los medios está ahí para constatarlo.
Pero también
existe un transfondo no comercial que ha servido para concienciar a los hombres
sobre las ventajas de la prevención de estas enfermedades. Diversos estudios
han relacionado la disfunción eréctil con el daño provocado en el aparato
vascular varones diabéticos, hipertensos o con cardiopatía isquémica. Hay
incluso quien se ha atrevido a señalar la disfunción eréctil como un síntoma precoz
que nos alerta sobre ciertas patologías cardiovasculares.
Otro tanto podríamos
decir sobre la conveniencia de visitar al médico de familia o al urólogo ante los
síntomas relacionados con la función sexual y urinaria masculina, sobre todo a
partir de los 50 años. Al fin y al cabo, prevenir las enfermedades
cardiovasculares y la patología de la próstata, como el Soberano, también debe
ser cosa de hombres.
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