Sostiene Aloysius que durante su
etapa de estudiante universitario nadie se molestó en enseñarle lo más mínimo
en materia de comunicación, permitiendo una capacitación postgraduada para la
adecuada transmisión de informaciones y sentimientos a las personas que quisieran
escucharle, leerle o entenderle. Y es que acabo de regalarle un breviario sobre
la comunicación no verbal. Espero que separa sacarle partido en su labor
cotidiana de promocionar la salud y batallar contra la enfermedad.
En líneas
generales ¿sabemos interpretar los gestos de los pacientes que acuden a
nuestras consultas?; ¿nos atrevemos a profundizar en ese espinoso terreno que
se extiende allende las palabras? Después de su lectura, acabo de entender que
no es lo mismo la mímica, comunicación no verbal voluntaria y discontinua, que
la kynesia, otro tipo de comunicación no verbal, pero esta vez involuntaria, continua.
Un paciente considera que quizás lleva ya demasiado tiempo esperando en la sala
de espera del centro de especialidades para realizarse una radiografía. Ha
pedido permiso en su trabajo y cuenta con apenas media hora. Su jefe de
personal es tremendamente estricto. Justo enfrente de él, se sienta una madre
con su hijo, aguardando turno. Ambos intercambian una fugaz mirada. Sin mediar
palabra, el hombre se remanga la camisa, muestra el reloj a su interlocutora,
infla los carrillos y deja escapar un sonoro soplido. Ella, se encoge de
hombros, mientras acaricia la cabeza del pequeño. Señoras y señores: esto es mímica.
La transmisión del mensaje no verbal ha sido, en todo momento, voluntaria.
Días
más tarde, nuestro paciente en cuestión solicita un nuevo permiso laboral. Ahora
debe acudir a la consulta del médico de familia para conocer el resultado de su
radiografía. El médico le pide que tome asiento. Mientras teclea en el
ordenador buscando el informe radiológico, observa por el rabillo del ojo cómo
el paciente se mueve incómodo en su asiento, mirando insistentemente su reloj
de pulsera. Esta gestualidad ha sido realizada de manera totalmente
inconsciente, por supuesto, sin emplear la cantidad de energía desplegada días
atrás en la sala de espera de radiología.
Dicen los expertos que la
kynesia es mucho más importante que la mímica, precisamente por la sutilidad de
un mensaje que alguien nos está enviando de manera totalmente involuntaria.
Este tipo de transmisión es capaz de contradecir incluso lo que una misma
persona nos está contando por su propia boca. Y, curiosamente, sólo un tercio
de lo que comunicamos a diario lo hacemos verbalmente. Las otras dos terceras
partes restantes son comunicación no verbal kynésica. Como no podía ser menos, este
tipo de mensajes deberán ser interpretados siempre dentro de un marco social y
cultural determinado, de la misma manera que una frase o una palabra significan
lo mismo o lo contrario según el contexto en que sean pronunciadas o escritas.
Ojo con los ojos. Ya lo decía la canción: “ollos verdes son traidores e azules
mentireiros; os negros e acastañados son firmes e verdadeiros” En este caso, no
es cuestión de colores, sino de pupilas, que se dilatan hasta cuatro veces
cuando alguien se entusiasma, , o se contraen cuando alguien se enfada, involuntariamente.
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