CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

Protected by Copyscape DMCA Takedown Notice Violation Search

27 abril 2015

CRISIS Y DESASTRES


Cuando escribimos estas líneas, la última catástrofe que acaba de azotar a la humanidad es el terremoto de Nepal, una tragedia que todavía computa víctimas, heridos, muertos, desaparecidos. Como ya ocurriera en Haití en 2010, este tipo de desastres naturales acarrean las consecuencias más dramáticas para aquellas poblaciones aisladas por la geografía y deprimidas por su economía.

En la Escala Ritcher, los efectos de un seísmo de 7.8 grados de intensidad se catalogan como graves, provocando serios daños en extensas zonas. Las comunicaciones quedan cortadas, y el suministro de agua, alimentos y medicinas se convierte en una misión imposible. Indudablemente, la repercusión informativa del terremoto nepalí ha tenido como caja de resonancia los testimonios de muchos alpinistas occidentales atrapados en el Everest por avalanchas de nieve y rocas. Los dispositivos celulares han permitido, una vez más, la transmisión en directo del desastre, incluso antes de que las cámaras de los intrépidos periodistas gráficos comenzaran a captar las imágenes de la desolación.

Nuevamente, como en el caso de Haití, lo peor todavía está por venir, con una fase de recuperación tan ralentizada como así lo quiera la ayuda y cooperación internacionales. Por cierto, en Nepal tan sólo existen 2 médicos y 50 camas de hospital por cada 10000 habitantes. Piensen en una ciudad como Ourense, donde apenas 20 médicos hubieran de ocuparse de la salud de toda la comunidad.

Sin el concurso de una naturaleza salvajemente desatada, la población del Yemen está padeciendo un infortunio similar. En este caso, la voz de las armas sustituye al fragor de la energía telúrica desbocada. Yemen es el país árabe más pobre, aunque en este conflicto se enreden motivos económicos y religiosos, estos últimos enraizados en ancestrales luchas intestinas suscitadas en el seno del Islam tras el fallecimiento de Mahoma. Más de la mitad de la población yemení subsiste bajo el umbral de la pobreza. De sus 24.5 millones de habitantes, 13.5 millones no tienen acceso a agua potable, 12 millones viven en zonas carentes de saneamiento, 8.5 millones no disponen de atención sanitaria, 2 millones de niños presentan desnutrición crónica y se estima que 75000 críos se encuentran en grave riesgo de contraer enfermedades evitables con vacunas. Los pequeños yemeníes se enfrentan a una situación equiparable a la de muchos otros afectados y desplazados por la terrible guerra en Siria e Irak.

En Nepal, por culpa del terremoto, y en Yemen, por culpa de la guerra, los cadáveres abandonados en poco tiempo pueden convertirse en un grave problema de salud pública. Los alimentos básicos han duplicado su precio, y aún disponiendo de dinero para comprarlos, su adquisición se convierte en una aventura. Y qué decir de los medicamentos. Los bancos de sangre se han quedado sin reservas. Ya hay quién reclama con insistencia, siguiendo el ejemplo de lo acontecido en Afganistán hace años, un alto el fuego temporal para que las instituciones sanitarias nacionales e internacionales puedan actuar con seguridad allí donde más se las necesita. 

Decía Henry Miller que cada guerra es una destrucción del espíritu humano, lo mismo que cada terremoto.

No hay comentarios: