En “Hombres contra
mosquitos”, desde esta misma sección reflexionábamos hace un par de semanas
sobre el peligro que representan para la humanidad la proliferación de
determinados insectos de la familia Culicidae,
los populares mosquitos o zancudos, debido a las enfermedades que pueden
transmitir mediante sus picaduras. Sus molestos zumbidos constituyen la banda
sonora de actualidad por culpa de la epidemia del virus del Zika, algunos casos
diagnosticados también en España, y la repercusión que pudiera tener esta
enfermedad sobre el desarrollo neurológico de los fetos hijos de madres
afectadas. Ya sabemos por otras experiencias que el miedo se disemina por los
países desarrollados cuando determinadas enfermedades infecciosas rebasan sus tradicionales
barreras endémicas.
En 2015 se detectó
material genético viral (ARN) en el líquido amniótico, prueba irrefutable de la
transmisión vertical desde una madre a un hijo todavía por nacer. En enero de
2016, científicos del estado brasileño de Paraná revelaron rastros genéticos
del virus en la placenta de una mujer que había sufrido un aborto de un feto microcéfalo,
hallazgo que confirmó la capacidad del virus del Zika para atravesar la barrera
placentaria.
Esta misma semana, otros
científicos brasileños han descifrado el genoma del virus del Zika, un paso de
gigante para la consecución de una vacuna efectiva. Para ello han estudiado
muestras de líquido amniótico de embarazadas infectadas en el estado de Río
Grande do Norte, una de las zonas más afectadas por la enfermedad. Allí
precisamente se detectó una mayor incidencia
de recién nacidos con microcefalia. El Dr. Amílcar Tarnuri y su equipo
comprobaron la capacidad del virus para permanecer en el organismo de los fetos
durante todo el embarazo. Quizás sea pronto para lanzar las campanas al vuelo,
pues la cadena de ARN de los virus brasileños es similar a la observada en
virus del Zika procedentes de Colombia, pero diferente de la de los virus
africanos. Recordemos que este virus fue aislado por primera vez en 1947, en un
macaco Rhesus del bosque de Zika, en Uganda, y que su aislamiento en humanos
data de 1968, en una muestra obtenida en Nigeria. La capacidad de mutación de
los virus para adaptarse a nuevas condiciones (y así poder sobrevivir) resulta
prodigiosa.
Pero, para ganar esta
batalla y derrotar definitivamente a los mosquitos del género Aedes, hacen falta los recursos económicos
suficientes. El gobierno de Brasil aportará 2 millones de dólares para el
desarrollo de la vacuna, en colaboración con la Universidad de Texas (Estados
Unidos) Sostiene Aloysius que estos esfuerzos se le antojan insuficientes. Para
su tranquilidad le he asegurado que a medida que la amenaza de la enfermedad se
aproxime a nuestros hogares occidentales, los mecenas se multiplicarán. Por
desgracia.
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