Con
el cambio del paisaje y de las condiciones meteorológicas, cada año
el otoño se convierte en el tiempo de las inmunizaciones. Más
concretamente nos estamos refiriendo a la vacunación antigripal, un
feliz acontecimiento dentro de nuestro sistema sanitario público.
Los usuarios acuden cada día a sus centros de salud para recibir una
dosis preventiva que minorará los síntomas de la gripe que vendrá
con el frío invernal, especialmente recomendada para las personas
mayores y para los enfermos crónicos.
Dentro
de la prevención de las enfermedades respiratorias, las neumonías
adquiridas en la comunidad merecen un capítulo aparte. Representan
la primera causa mundial de ingresos hospitalarios en adultos,
ocupando además el cuarto lugar en la macabra clasificación de
fallecimientos detrás de la cardiopatía isquémica, las
enfermedades cerebrovasculares y la enfermedad obstructiva crónica
(EPOC).
Una
bacteria específica se ha erigido en el líder de esta patología,
el patógeno más frecuentemente aislado en estos casos en España y
en Europa. Conocido popularmente como neumococo, su nombre científico
es Streptococcus pneumoniae,
causante
frecuente de neumonías, más graves cuando en los pacientes
confluyan la edad avanzada,
el consumo de tabaco y la presencia de otras enfermedades
concomitantes. Los expertos no tienen dudas; la única manera de
reducir el impacto sanitario de esta enfermedad es la prevención, en
sus dos vertientes fundamentales: reducción del tabaquismo y
vacunación antineumocócica.
La
enfermedad neumocócica resulta muy cara. En Estados Unidos 4
millones de casos provocaron 3.5 billones de dólares de costes
médicos directos. Las neumonías consumieron el 75% del pastel, 1.8
billones de dólares en los mayores de 65 años. En Europa no
nos quedamos atrás. La carga
financiera de esta enfermedad alcanza los 10.1 billones de euros: 5.7
billones para las hospitalizaciones, medio billón para el
tratamiento ambulatorio y 0.2 billones de gasto farmacéutico. Las
pérdidas ocasionadas por la incapacidad
laboral se estiman
en 3.6 billones de euros.
La
edad representa un factor de riesgo independiente para la neumonía
neumocócica, duplicando su incidencia entre los 65 y los 74 años.
De ahí el por qué los
médicos recomendamos la
administración conjunta de la vacunación antigripal y
antineumocócica para los mismos sectores de nuestra población.
Pero
no solo debemos considerar la edad, sino también la presencia de
otras enfermedades crónicas como EPOC, insuficiencia cardíaca o
diabetes. La probabilidad de ingreso hospitalario es 7 veces mayor en
este tipo de pacientes.
En este caso la
navaja tiene dos filos, porque también el asma, la diabetes, la
bronquitis crónica, el enfisema pulmonar, la hipertensión arterial
y las enfermedades cardiovasculares empeoran notablemente en aquellos
enfermos que hayan padecido una neumonía neumocócica.
Los
expertos coinciden: los adultos con enfermedades crónicas (EPOC,
asma, diabetes…) tienen una mayor probabilidad de padecer neumonías
por neumococo, con riesgo
asociado de complicaciones y mortalidad. Por ello insistimos una vez
más en la recomendación clásica:
más vale prevenir (en este
caso vacunándose) que curar.
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