O viceversa, que
tanto monta como monta tanto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha
mostrado taxativa a la hora de recomendar una subida de los impuestos
destinados a gravar las bebidas azucaradas. Al igual que Aloysius se preguntarán
ustedes: ¿subir tributos es una medida sanitaria?, ¿resulta eficaz?. Vayamos
por partes.
Los expertos insisten que si dichas tasas se incrementasen en un
20% representarían una reducción equivalente en el consumo de estos productos.
La lucha contra la obesidad y la diabetes es un objetivo sanitario primordial. La
lógica indica que si se restringe el consumo de todos los productos ricos en
azúcar estaríamos avanzando claramente en este objetivo. Pero entonces no se
trataría de las bebidas azucaradas en exclusiva, sino también de determinadas
galletas, golosinas y bollería industrial. Si se toman la molestia de consultar
los porcentajes de azúcar de la mayoría de los productos que nos ofertan en la
estanterías de los supermercados y tiendas especializadas quizás se llevarían
una desagradable sorpresa.
La propuesta tampoco es novedosa. En el año 2012, el
entonces alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, cargaba contra las bebidas
no alcohólicas más populares, entre las que los refrescos de cola resultaban
paradigmáticos. Este político tenía muy clara su perniciosa influencia en la
plaga de obesidad que afectaba a sus vecinos. Pero, si volvemos a darnos una
vuelta por los estantes comerciales y nos detenemos delante de los zumos
industriales, podremos comprobar como muchos de ellos no se quedan a la zaga de
los refrescos más habituales. En algunos casos los superan en cantidad de
azúcar, incluso aquellos ofrecidos como naturales y ecológicos.
En la obesidad, el sobrepeso
y la diabetes, además de la ingesta elevada de hidratos de carbono, influyen
otros factores como por ejemplo el
sedentarismo. Puestos a gravar los productos de consideración negativos, como así
nos lo recomiendan las autoridades sanitarias, deberían también bajarse los
impuestos de aquellos beneficiosos para la salud, como los artículos deportivos,
y los impuestos que pagan gimnasios y piscinas, por ejemplo.
El gobierno español
estima recaudar 200 millones de euros adicionales durante el 2017 a cuenta de
las bebidas azucaradas. Unos 350 millones adicionales vendrán de la mano de la
subida de los tributos para el alcohol y el tabaco. Desde hace tiempo las
autoridades sanitarias vienen reconociendo que este tipo de medidas resultan muy
efectivas para minorar el consumo de sustancias peligrosas para la salud. En el
caso del tabaco, sin querer hacer más sangre, después de tantas evidencias que relacionado
el hábito de fumar con múltiples enfermedades, sin embargo continúa vendiéndose
libremente gracias a lo mucho recaudan los estados con los fumadores, bastante
más que lo que se gastan en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades
que padecen. Una anécdota más de nuestra controvertida naturaleza humana.
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