"Recuerdo lo que no quisiera recordar, y en cambio no puedo olvidar lo que quisiera dar al olvido..." MARCO TULIO CICERON. Y todo esto es así porque los dioses no conocen la memoria y los hombres son capaces de convertir el destino en recuerdo...
Hace
un tiempo os contaba un cuento sobre una joven que viajando en un
tren descubría su increíble parecido con una niña de su propio
compartimento, cuando tenía 6 años. Una vez más, la realidad imita
a la ficción.
Tina Gibson, de 25 años de edad, acaba de dar a luz
en Estados Unidos a su primogénita, Emma. Desde el Centro Nacional
de Donación de Embriones, a la joven madre le ofrecieron la
posibilidad de implantarle un embrión que permanecía congelado
desde 1992. Tal vez un día alguien se percate, viajando en el último tren del día, de su sorprendente parecido con Emma.
Tomamos el título de
hoy de una batalla transcurrida durante la Guerra de Vietnam y que más tarde generó la
película bélica homónima dirigida por John Irvin en 1987. Esta cinta, y otras
posteriores como por ejemplo “Hasta el último hombre” (Mel Gibson, 2016)
demuestran lo absurdas e irracionales que son todas las guerras, centenares de
hombres en la plenitud de sus vidas derramando su sangre en la procura de un
pedazo de tierra que cada día cambia de unas manos a otras. Pírricas insensatas
victorias. Desde hace unos años somos testigos del cambio de las costumbres
sociales, cómo van modificando nuestra manera tradicional de comer, tal y como en su
día lo hicieron las populares hamburguesas, cuyo origen algunos autores
trasladan incluso a la antigua Roma y que otros atribuyen a los inmigrantes
alemanes que durante el siglo XIX buscaron mejor fortuna en los Estados Unidos
de Norteamérica.
De una manera u otra,
en ocasiones pretéritas comentábamos cómo inclusive la comida rápida del futuro poco o
nada tendrá que ver con la presente. En concreto, respecto a este tema,
el doctor Mitsuyuki Ikeda, investigador perteneciente al Centro de
Evaluación del Medio Ambiente de Okayama (Japón), lideró un proyecto capaz de
obtener proteínas a partir de materias fecales (lodo de cloaca) aprovechando el metabolismo de unas bacterias especiales. Este material sintético contenía un
63% de proteínas, un 25% de hidratos de carbono y tan solo un 3% de lípidos.
Echando a volar la imaginación, esta idea podía complementar la alimentación de los
habitantes de las futuras colonias espaciales en inhóspitos planetas.
El último invento son
las hamburguesas de gusanos (¡de búfalo!), que amenazan con conquistar nuestros
paladares. Ya hay quien dice que huelen a nueces, aunque su sabor por el
momento resulta incomparable. Además de la innovación gastronómica, la
progresiva desaparición de las hamburguesas de vacuno aportaría beneficios
ecológicos, entre los que destacan el menor consumo de agua y la disminución de
gases de tipo invernadero.
Sostiene el escéptico
Aloysius que quizás ahora habrá quien proponga sintetizar materia rica en
proteínas a partir de los excrementos de las vacas, con lo cual se cerraría un
hipotético ciclo productivo para las hamburguesas que, después de dar varias
vueltas, recuperarían de nuevo su substancia y su sentido de ser. Para los escépticos
y los defensores de lo clásico, les recomiendo darse una vuelta por los
estantes de los supermercados para descubrir cómo cada vez se venden más las
hamburguesas de legumbres, seitán, tofú, soja, cereales y verduras. Y de paso,
la quinoa, hasta apenas unos años un alimento típico y casi exclusivo de las
poblaciones andinas de Bolivia, Perú y Ecuador. Porque fuimos, somos y seremos
lo que comemos. Mejor irnos acostumbrando.
Sostiene
el hierático Aloysius que ante la ley y la muerte todos iguales,
supuestamente, pero en muchas otras facetas de la vida parece ser que
no lo somos tanto. Nos explicamos. Hace tan solo unos meses,
diferentes expertos en investigación de la salud reunidos en Madrid
nos alertaban sobre la menor presencia de las mujeres en los ensayos
clínicos farmacológicos, donde los varones continuamos siendo
mayoría. Dejando a un lado las características más propias del
género, como las referentes a las enfermedades de la próstata en
los hombres y las relacionadas con patologías ginecológicas en las
mujeres, lo cierto es que se ha demostrado que la respuesta
terapéutica a determinados medicamentos, como el tan socorrido
paracetamol o los ansiolíticos, varía notablemente si el paciente
es femenino o masculino.
Esta
queja viene a unirse a otra antigua reivindicación. La mayoría de
los grandes ensayos clínicos clásicos se han realizado con
población occidental de raza blanca, sin contar con grupos de
pacientes pertenecientes a otras etnias o linajes. Reumatólogos del
Hospital General de Massachusetts (Boston) describieron que los
pacientes de color o asiáticos presentaban un mayor riesgo de
reacciones cutáneas graves al alopurinol, el medicamentos más usado
en los Estados Unidos para el tratamiento de la artritis gotosa. Un
reciente estudio ha desvelado este misterio, pues realmente es una
variante genética concreta la implicada en la génesis del problema.
Respecto
al sexo, la FDA norteamericana, el organismo oficial encargado de las
autorizaciones necesarias para nuevos medicamentos y alimentos,
detectó un 40% de diferencias farmacocinéticas entre hombres y
mujeres en 11 fármacos estudiados entre los años 1995 y 2000,
concluyendo que el sexo femenino constituye un factor de riesgo a la
hora de presentar efectos adversos de especial relevancia clínica.
Para entendernos mejor, simplemente recordar que la farmacocinética
estudia el tránsito de los medicamentos a través de nuestros
organismos, en función del tiempo y de la dosis. Por si fuera poco,
los expertos están hablando ya de la feminización de algunas
patologías, como los trastornos de la alimentación, ya que el el
90% de las afectadas por anorexia a nivel mundial son mujeres. En
otros casos, como en la osteoporosis, si bien la prevalencia en las
mujeres es mayor que en los hombres, se ha constatado que nosotros
también iremos perdiendo paulatinamente masa ósea con el paso del
tiempo.
Si
nos ceñimos a los ensayos clínicos con fármacos empleados en
pediatría, las reclamaciones de los expertos resultan semejantes.
Desde hace años sabemos que las medicinas varían sus efectos en los
lactantes y en los niños respecto a los adultos, aún cuando se
hayan realizado los cálculos más escrupulosos de dosis
proporcionales según el peso o el área de superficie corporal
estimada. De ahí la complejidad del diseño los estudios con
medicamentos infantiles. Y otro tanto podríamos extrapolar a la hora
de referirnos a los estudios con personas mayores; nada tiene que ver
hoy en día lo que hasta hace unos años considerábamos un anciano.
Los mayores están escasamente representados en los ensayos clínicos
y en muchas ocasiones no se sabe a ciencia cierta cómo se van a
comportar frente a determinado tipos de tratamientos. Ya hay quién
para ello los define como la mayoría invisible, muy a tener en
cuenta. ¿Tan iguales pero tan distintos?.
Quién nos iba a decir
que en pleno siglo XXI algunos colectivos continuarían porfiando contra las
vacunas. A ellos de nada les valen las evidencias de los expertos ni la reveladora
contundencia de los datos científicos. En el caso del sarampión, la relajación
en las políticas sanitarias de vacunación de algunos países de nuestro entorno
podría abrir las puertas a una catástrofe humanitaria más propia de nuestro más
oscuro pasado. Pero no vamos a reflexionar sobre este debate. Nuestro
posicionamiento al respecto ha sido y es público y evidente. Hoy vamos a fijar
nuestra atención en la vacunación antigripal, que ya lleva unas semanas
desarrollándose con normalidad en nuestra comunidad, y que cada año regresa en
estas fechas con las primeras inclemencias meteorológicas y sus bajas
temperaturas.
Nos encontramos ante
una de las vacunas más inocuas y seguras, como demuestran esos millones de
dosis administradas en todas las campañas antigripales hasta el momento. Un
pinchazo soportable y quizás un leve enrojecimiento en el lugar de la inyección
a cambio de evitar graves complicaciones e innecesarias hospitalizaciones,
sobre todo en aquellos colectivos más vulnerables, enfermos crónicos con
patologías cardíacas y respiratorias, personas mayores y trabajadores de la
sanidad, un grupo muy especial por el contacto que a diario mantiene con los
pacientes. En este último caso, la posible transmisión del virus de la gripe puede
circular en ambas direcciones. Doble peligro, doble prevención.
Cada año, la
fabricación de la vacuna de la gripe se convierte en una cuestión de ingeniería
microbiológica y estadística, seleccionando los antígenos más eficaces para
conseguir una correcta respuesta inmunitaria en los vacunados. Aún así, la
protección conseguida nunca alcanza el 100%, pero sus beneficios en la
reducción de infecciones y complicaciones resulta indudable.
Este año, desde el 23
de octubre y hasta el 29 de diciembre, todos los ourensanos comprendidos en los
grupos de riesgo y que así lo deseen pueden vacunarse en sus centros de salud.
En estos dispositivos asistenciales, así como en los hospitales, se han
establecido diferentes puntos de vacunación, tratando de facilitar al máximo el
acceso a la vacuna antigripal. Especial énfasis se está poniendo a la hora de
recomendar a los trabajadores sanitarios esta vacunación. El objetivo es
continuar siendo la provincia de Galicia con la mayor tasa de cobertura,
superando con creces ese 60% conseguido el año pasado. ¿Por qué este empeño?
Los datos corroboran este éxito sanitario pues durante el 2016 casi 5000
ourensanos padecieron la gripe, de los cuales 120 precisaron ingreso
hospitalario. Esta cifra fue la más baja de Galicia, y una consecuencia directa
de la tasa de cobertura más elevada. Para finalizar, recordar que el esfuerzo
económico de esta campaña supone casi 2 millones de euros de las arcas
públicas, el coste para la Xunta de ese medio millón largo de vacunas
adquiridas. Por nuestra salud individual y colectiva, este año vacunémonos
contra la gripe. Merece la pena.
Y tu: ¿qué quieres
ser de mayor? ¡Diseñador de órganos, mamá!. ¿Qué habrá sido de aquellas cándidas
anticuadas respuestas, las de los años infantiles de neblinoso recuerdo, cuando
los chicos querían ser bomberos, médicos o futbolistas, y las chicas
enfermeras, azafatas o afamadas actrices, sueños de porvenir tan rancios, con
olor a bolitas de alcanfor, tan sexistas, tan ingenuos. ¿Qué fue de los que
queríamos ser astronautas? Pudiera parecer, por instantes, que la velocidad de
rotación de la Tierra se acelera progresivamente, que los días pierden horas y
las horas minutos, que nuestra sociedad, confusa, se retuerce indigesta ante el
hartazgo científico y tecnológico de ese futuro que parece extinguir el
presente con la máxima celeridad, incapaz de procesar lo que se nos viene
encima ni de suturar la brecha que cada vez nos irá separando más y más como
seres humanos. Y sin embargo, cuántas fascinantes sorpresas nos esperan.
Lástima de disponer tan solo de una existencia para vivirlas. Porque el diseñador
de órganos, aprendiz de brujo, no es un producto de nuestra imaginación, sino más
bien una realidad fehaciente. A finales del 2016, el prestigioso Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT) hacía pública una de sus creaciones más
fantásticas, complejos y diminutos túbulos capaces de albergar a las c
ulas que los
e a las cnciones de filtraciresiaron impresoras 3D ñador dear la
brecha que cada vez nos irngerd transfers.nes socélulas que facultarían su
funcionamiento como auténticos riñones. Y para fabricar el soporte del tejido
renal natural, emplearon impresoras 3D. ¿Se imaginan que estos tejidos
obtenidos mediante bioimpresión consigan igualar las funciones de filtración de
nuestros riñones sanos? ¡Adiós máquinas y unidades de diálisis! Y tú, ¿qué quieres
ser de mayor? ¡Ingeniera técnica especialista en impresoras 3D, mamá!
El MIT, probablemente
la mejor universidad del mundo, y también la más inaccesible, acepta solamente el
9% de las solicitudes de sus aspirantes. Su historial cuenta con 76 premios Nobel.
A principios del año pasado, sus expertos andaban enredando con lo que ahora
conocemos como lenguajes de bioprogramación. Le pongo un ejemplo al atribulado
Aloysius, para simplificarle las cosas: ¿te imaginas que alguien pudiera
enviarle instrucciones a una célula o a una bacteria concreta? Ya se está
trabajando con cultivos bacterianos para que fabriquen fármacos
anticancerígenos y con levaduras capaces de deshacerse de los productos tóxicos
de un órgano o de un tejido. Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¡Bioprogramadora
, mamá!
Al finalizar estas
líneas, pienso ponerme a repasar las lecciones de ingeniería genética,
ciberbiología, robótica y realidad virtual presentes en “Blade Runner” (Ridley
Scott, 1982) y su secuela “Blade Runner 2049” (Denis Villeneuve, 2017) Tal vez
hoy consiga soñar con ovejas eléctricas o con bellísimas replicantes Nexus 6, o
con seductores hologramas de 6 metros de estatura, mientras una madre, en un
futuro tan cercano, mientras amamanta a su retoño se pregunta: y tu, pequeñito,
¿qué serás de mayor? Espero y deseo que una buena persona, porque estoy
convencido que verá cosas que nosotros no nos creeríamos.
Sostiene Aloysius que
podemos aprender medicina contemplando los anuncios de la televisión. Y yo
añadiría que también farmacia e incluso sociología. Juntos hemos estado
repasando los dos diversos ejemplos. Un padre y una hija caminan por un paso de
cebra. El padre se vuelve para agradecer el gesto de urbanidad de una
conductora, respetando a los peatones que cruzan por donde deben. La hija,
extrañada, le recrimina tanto saludo, pues es obligatorio que el automóvil ceda
el paso a los viandantes cuando atraviesan la calle por tan singular espacio.
Cambio
de escenario. Ahora el mismo padre con su hija detienen su vehículo ante un
paso de cebra. Pasan varios peatones, sin inmutarse. La última, con una
sonrisa, agradece el gesto. Y el padre se apunta un tanto. Dicen los expertos
que ser amable es bueno para la salud: aumenta las endorfinas y la dopamina
cerebrales, lo que en la práctica se traduce por un incremento del bienestar. A
la vez disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Por si fuera
poco, se libera más oxitocina, la hormona de la confianza, que a su vez reduce
el óxido nítrico en los vasos sanguíneos y consigue que se reduzca la presión
arterial y disminuya el riesgo cardiovascular. La oxitocina también facilita la
regeneración muscular, reduce la inflamación y evita el envejecimiento
prematuro. Cuando la joven del anuncio vaya creciendo, si mantiene una vida
saludable, probablemente vivirá más y mejor, disfrutando de ese plus adicional
que sin duda le aportará su amabilidad con el prójimo.
Otro anuncio. Un par
de chavales van a la procura del abuelo solitario que aburrido deja pasar el
tiempo en un club social. Como ya no queda nadie de su equipo, se lo llevan a
un otero para que vea un partido de fútbol en una tableta informática y así pueda
jalear sin tapujos los éxitos balompédicos de su escuadra favorita. Y se
pregunta Aloysius: ¿y por qué mejor no se lo llevaron a casa para ver en
familia el dichoso partido? Los expertos llevan años alertándonos sobre una
epidemia patológica de enorme envergadura llamada soledad. En la era de la
información y de las comunicaciones, resulta que el aislamiento y el abandono resultan
tan nocivos para la salud como la obesidad. Prestigiosos psiquiatras, como el
profesor John Cacioppo, que enseña Psiquiatría y Psicología en la Universidad
de Chicago, defienden que la mera percepción del aislamiento y la soledad
desencadenan una serie de consecuencias biológicas, cognitivas y conductuales
que incrementan en un 26% las posibilidades de una muerte prematura.
Todas estas
reflexiones se nos vienen a la cabeza mientras turbados contemplamos el anuncio
que Spike Jonze grabó para la marca de perfumes Kenzo, protagonizado por la
joven actriz y bailarina Margaret Qualley, con música del iconoclasta Sam
Spiegel, hermano del director, y cuyo título, “Cerebro Mutante”, evoca un
futuro no muy lejano en el que a través de los anuncios de televisión
continuaremos aprendiendo algo de medicina.
La Junta de Andalucía
acaba de desvelar sus planes para combatir la obesidad en su comunidad,
especialmente la infantil. Según los datos que barajan sus expertos, de no
poner remedio, en el año 2050 la mitad de la población andaluza será obesa. Están
previstas medidas personales, como el incremento de la actividad física, así
como otras dependientes del entorno familiar y social. Junto a la vigilancia y
mejora de las dietas escolares, por ejemplo, se les va a pedir a las marcas que
elaboran y venden alimentos destinados a los niños que no regalen juguetes con
los mismos. Y también está previsto potenciar con subvenciones a tantas otras
empresas que comercialicen productos saludables.
Aún considerando las
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMC), hace un tiempo
comentábamos desde esta misma atalaya que gravar los refrescos y zumos con
exceso de azúcar podría interpretarse como una mera medida recaudatoria si no fuera
acompañada de otras, como por ejemplo minorar los impuestos de los alimentos
saludables. Abaratar sus costes probablemente ayudaría a incrementar su
consumo. Y poníamos como ejemplos las frutas, verduras y demás vegetales. El
incremento de tributos ha demostrado su utilidad a la hora de disuadir a los
clientes de determinados artículos, como el alcohol y el tabaco, contribuyendo
a reducir el impacto de las enfermedades y las muertes directamente
relacionadas con su consumo.
En 2014, en la
Comunidad Autónoma de Canarias, se dieron cuenta que apenas el 4% de sus niños
consumían una pieza de fruta o un zumo natural en sus desayunos cotidianos.
Algunas cadenas de supermercados insulares comenzaron la campaña del Día de la
fruta y la verdura. Eligieron los miércoles. Pero, como en el Día del No
Cumpleaños de Alicia en el País de las Maravillas, propone el polémico Aloysius
divulgar la celebración del Día de la No fruta y la verdura. De esta sutil
manera, excepto los miércoles, el consumo de estos productos estaría
promocionado unos 300 días al año.
Desconozco si algún
estado, dentro de sus programas para combatir la obesidad, ha contemplado
rebajar los impuestos sobre los alimentos saludables. Incluso donarlos, así
como regalan periódicamente la propaganda electoral. Nosotros desde aquí les obsequiamos
con esta propuesta. Mejor que subir impuestos, bajarlos, a aunque sea
parcialmente y en beneficio de la salud comunitaria. Y vaya de paso otra
propuesta. Además de las campañas para promocionar la gastronomía local y las
ferias de comidas tipo Xantar, animamos a nuestros excelentes restauradores y
confiteros a enfrutar los postres en las ofertas de sus establecimientos, con
suculentas creaciones a base de frutas y verduras, un modesto reto para su
indudable creatividad. A ver qué pasa.
¿Se acuerdan ustedes
de la mixomatosis? Su historia es más o menos la siguiente. El Myxoma virus fue
descubierto a mediados del siglo XIX en Uruguay, causante de esta enfermedad en
los conejos de cola de algodón. Desde esta especie importada se diseminó
afectando a extensas poblaciones de conejos silvestres sudamericanos. En la
década de los años 50 del pasado siglo XX, una cepa menos virulenta fue
introducida en Australia con la intención de reducir drásticamente su
superpoblación de conejos, donde podían reproducirse con enorme facilidad dada
la ausencia de depredadores específicos. En tan sólo 2 años, de los 600
millones de conejos australianos sobrevivieron apenas 100 millones. Esta
cuestión ecológica artificial, como ha ocurrido en otras ocasiones con
diferentes animales y plagas, se les escapó de las manos a los expertos. La
mixomatosis terminó por extenderse por el continente europeo exterminando al
99% de los conejos en algunas regiones.
En Europa, la mixomatosis suele transmitirse
mediante las picaduras de pulgas y otros insectos hematófagos, mientras que en
Australia los vectores infecciosos son ser mosquitos. Esta enfermedad cursa con
múltiples tumefacciones en la piel y las mucosas de los animales enfermos,
especialmente localizadas en la cabeza y los genitales. Los cuadros de
conjuntivitis pueden culminar en ceguera. La fiebre y la falta de apetito se
suman a esta sintomatología, que suele terminar con la vida de los conejos
infectados en apenas una par de semanas.
El hombre es el único
animal que tropieza dos veces en la misma piedra. A finales de la pasada
primavera, las autoridades australianas liberaron una cepa mortífera de un
virus para controlar la proliferación de sus conejos autóctonos. El RHDV1 K5
fue aislado en Corea del Sur y en teoría sólo debería afectar a los conejos
silvestres. El virus es capaz de resistir activo varios meses en el medio
ambiente. Los conejos fallecen en tan solo 48 horas y su letalidad alcanza al
90%. Pero, ¿qué ocurriría si la cepa RHDV1 K5 se disemina fuera de Oceanía? Además
de incidir fatalmente en la cunicultura, la infección podría extenderse a los
depredadores de los conejos. Por ejemplo en España, la mixomatosis ha sido
responsable del declive de la poblaciónde las águilas imperiales y de los linces. Una consecuencia no calculada
de las guerras biológicas en este planeta.
Por decirlo así,
existe otra cara de una moneda similar. En Río de Janeiro han comenzado a
liberar millones de mosquitos Aedes aegyptus inoculados con Wolbachia, una
bacteria común entre mariposas, arañas y libélulas, capaz de reducir la
infección por dengue, zika y chikungunya. Y es que los mosquitos infectados por
tan peculiar bacteria ven bloqueada su capacidad para transmitir dichas
enfermedades. Fiocruz, la prestigiosa fundación brasileña de investigaciones
médicas, asegura que los mosquitos con Wolbachia no afectan la salud de las
personas ni alteran el medio ambiente. Veremos cómo termina esta peculiar
batalla.
El joven Niccolò
Ciatti trabajaba de frutero en la muy hermosa ciudad de Florencia. Se desplazó
hasta Lloret de Mar para pasar unas breves vacaciones y nunca más regresó a su
hogar. Tres individuos le dieron una tremenda paliza Al salir de la discoteca.
Uno le propinó el golpe de gracia, una brutal patada en la cabeza que
lo dejó inconsciente y moribundo. Un crimen más en este seco verano del 2017.
Andrés Martínez tuvo
más suerte. Todavía padece amnesia y secuelas neurológicas. En su caso el
agresor fue un portero de una discoteca de Murcia. Un salvaje puñetazo
dejó a Andrés en coma durante 1 mes, 30 días en el limbo, en esa oscura y lábil
frontera desde donde con suerte uno puede retornar a la luz de la vida, pero
también deslizarse irreversiblemente hacia la muerte.
A la salida de un
instituto en La Laguna, en Tenerife, un grupo de adolescentes jaleaban a una
chica de 16 años mientras le daba una paliza a otra menor. Lo grabaron con las
cámaras de su teléfonos, para verter después las imágenes en los vertederos de
las redes sociales. Casos similares se repitieron en Arrecife (Lanzarote) y
Palma de Mallorca. En esta ocasión una pequeña de 8 años fue pateada en el
suelo por un grupo de 12 cobardes con edades comprendidas entre los 12 y los 14
años.
Más cercano a nosotros
en el espacio, pero un poco más alejado en el tiempo, las hemerotecas recogen
la feroz somanta que 3 jóvenes le propinaron a otro en Ourense. Una vez
acogotado, le robaron su dinero y su bicicleta. Golpes, patadas, puñetazos…
incluso un botellazo que derribó a la víctima al suelo.
No es la primera vez
que denunciamos este tipo de actos violentos como una auténtica enfermedad
social. El ejercicio de la fuerza para someter a los semejantes no se ciñe
únicamente a los conflictos bélicos, sino que poco a poco se ha venido
infiltrando entre nosotros. La crueldad desmesurada ni siquiera parece
despertar el más mínimo arrepentimiento. Algunos pensamos que nos encontramos
ante conductas miméticas que aportan algún tipo de maligno regocijo a sus
actores principales. ¿Cómo si no entender semejante ensañamiento? Habrá que repasar "Neurología de la maldad" de Adolf Tobeña.
Es un deber político
y social buscar soluciones a esta lacra, que también ocasiona víctimas mortales,
como los infartos, el cáncer y los accidentes de circulación. Nuevamente
apelamos a la educación como la medida preventiva más eficaz. Violencia machista,
acoso escolar, abuso del poder, intransigencia, racismo, conductas de riesgo, radicalización,
enmascarada o no bajo pretextos económicos o religiosos. Sostiene Aloysius que añora
a aquellos palizas de antaño, capaces de irte dando la murga desde los
Salesianos al Jardín del Posío. Ida y vuelta. Por lo menos.