Te juré amor eterno. Todas las noches me dormía abrazado a la almohada, transmutada en tu cuerpo que todavía desconocía. Ponía el volumen del magnetofón en el máximo que me permitía escucharlo sin que se enterasen mis padres. No les gustaba que les molestasen mientras dormían. Se levantaban siempre muy temprano para ir a trabajar. Sonaban “Let it Be”, “Hey Jude”, “Angie” y “Wish you were here” una vez detrás de otra, hasta que el cansancio me vencía. Temía que la casete se me rompiera de tanto ponerla para atrás y para adelante. Gasté cientos de pilas. Grabé tu nombre dentro de mi viejo pupitre de madera, para que perdurase mi lealtad hacia ti por siempre. Con un aerosol de pintura roja escribí bien grande tu nombre y el mío en la pared externa de las piscinas, para que todo el mundo lo leyera. En el medio pinté un corazón atravesado por una flecha. Sabes que soy muy clásico y previsible. Añadí la fecha. Pasaron treinta años. Treinta estíos abrasadores como éste. Camino hacia el aparcamiento para rescatar mi coche de la calorina. Te he visto pasar con tus hijos de la mano al lado del muro de las piscinas. Te quedas mirando un gran corazón encarnado y macilento, atravesado por una flecha casi invisible. Hay dos nombres escritos y una fecha. Continúas impasible tu camino. Te juré amor eterno y nunca lo supiste. |
10 julio 2006
AMOR ETERNO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario