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28 septiembre 2006

EL DESEO SEXUAL


Le pregunto intrigado a Aloysius si recuerda el nombre de aquella película de Woody Allen en la que aparecía disfrazado de espermatozoide y mi suspicaz amigo se mosquea conmigo ante los titubeos de mi memoria. Sin embargo, no sacándome de la duda, me regala un aforismo atribuido a este genio del cine contemporáneo: el amor es la respuesta a muchas inquietudes de la vida, pero mientras aguardamos su llegada, el sexo nos planteará unas cuantas preguntas.

Con la intención de aprender un poco más, y habiendo sido invitado por la siempre afectuosa concejala de Sanidade del Concello de Ourense, Dña. María Antonia Rilo, acudí a la conferencia que mi colega y amigo, el Dr. José Luis Doval, impartió esta semana en nuestra ciudad. Su disertación pretendía iluminar nuestros conocimientos ante temas controvertidos como la influencia hormonal en el deseo sexual en los seres humanos a partir de la madurez. Aunque la audiencia estaba formada mayoritariamente por mujeres, el Dr. Doval se extendió sobre la problemática causada por las disfunciones en el deseo sexual en ambos sexos.

Antes de acudir a la ponencia, intenté repasar los conceptos clásicos de las investigaciones de Masters y Johnson (década de los 60 del siglo XX) y las posteriores de Kaplan. La síntesis de las mismas me descubrió las diferentes fases del concepto trifásico en la respuesta sexual humana (deseo – excitación – orgasmo), que son precisamente en las que trabajan los terapeutas sexuales para tratar las posibles alteraciones de cada una de ellas.

También me quedó claro que en el deseo sexual confluyen dos vertientes: una puramente primaria y biológica, que nos impulsa a mantener relaciones sexuales para reproducirnos y perpetuar la especie humana, y otra más bien definida como cultural, en la que se complementan la canalización de nuestras emociones con el mecanismo afectivo útil para experimentar placer.

Varias situaciones habituales por las que pasa el devenir cotidiano pueden influir en la disminución del deseo sexual, como por ejemplo la depresión, la ansiedad, las enfermedades, el estrés, los trastornos hormonales y las causas psicológicas. De manera tradicional, la mayoría de las disfunciones sexuales se consideraban de origen psicógeno. Pero las constantes investigaciones han revelado la importancia de los factores hormonales en las mujeres y en los hombres. Es lo que llamamos causa orgánica de estas alteraciones.

Pero las hormonas tampoco lo explican todo. No son la panacea dentro del tratamiento farmacológico. En la historia de medicina, ninguna otra medicamento ha sido tan vigilado, alabado y denostado a la vez. A pesar de que niveles bajos de testosterona influyen en la disminución del deseo sexual de los varones, y que los andrógenos influyen en el deseo de las hembras, existen otros muchos factores que intervienen en este campo, como las expectativas que tenemos respecto a nuestra propia conducta sexual, el estado de bienestar corporal, los sentimientos respecto a la pareja y el propio estado de la función sexual de nuestro partenaire.

En estas cuestiones del deseo, con en muchas otras de la vida, se recomienda la comunicación con la pareja. Sólo así se podrán afrontar las dificultades con pragmatismo, para luego buscar la ayuda externa de los terapeutas. La sexualidad sigue siendo una asignatura pendiente para la mayoría de nuestros paisanos y de nuestros compañeros médicos.

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