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23 marzo 2007

OBESIDADES

FERNANDO BOTERO - BAÑISTAS


"Black Figure Obesity" by the enzyme


Cuando James Joyce tenía seis años, estudiaba en el colegio jesuita irlandés de Conglowes. El día de su confirmación, decidió cambiarse su segundo nombre (Augustin) por el más piadoso de Luís Gonzaga (Aloysius).



“Ulyses”, su magna obra maestra, comienza así: “solemne, el rollizo Back Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma y jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja…”.




Hablando de corpulencias, llegada es la hora en la que nos tomemos en serio el problema de la obesidad (en sus vertientes social y personal) y que dejemos respirar un poco tranquilos a los fumadores, a los que ya se fustiga sobrada y merecidamente. Y es que aunque desde siempre se ha relacionado la patología conocida como EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) con el tabaquismo, expertos mundiales reunidos en Munich el pasado verano afirman que un 10% de los pacientes que fallecen por esta enfermedad no han fumado nunca. La polución ambiental y la densidad de partículas en suspensión en el aire que respiramos serían las causas mortales más plausibles. Recordamos que en el invierno de 1952, más de 1000 personas fallecieron en Londres a causa del irrespirable smog (niebla contaminada). En el mismo foro alemán, los científicos han denunciado la relación existente entre obesidad y asma (y no a la viceversa, como clásicamente se venía pensando) sobre todo en el ámbito infantil.



Publicaba La Región el pasado viernes 23 de marzo de 2007 que uno de cada cuatro niños gallegos con edades comprendidas entre los 2 y los 17 años presenta sobrepeso y obesidad.



En los últimos tiempos hemos constatado diversas informaciones sobre modernos Gargantúas y Pantagrueles, impresionantes pequeños grandes glotones, como Connor McCreaddi, el niño británico de 8 años y 89 kilos, cuya desesperada madre ha sido amenazada por las autoridades con retirarle la custodia por permitirle que se alimente casi exclusivamente con hamburguesas, salchichas y otras delicatessen por el estilo, o los colosales mellizos costarricenses Jean Paul y Jean Carlo Ramírez, dos querubines que pesan 127 kilogramos cada uno con 11 años de edad, o Cecilia Pérez, la niña chilena de 14 años y 150 kilos, que si su tragedia no fuera tan descranadamente real podría incluso ser una musa de las que tan bellamente ha retratado Fernando Botero en sus cuadros.




Pero a medida que avanzan los conocimientos sobre las causas y el tratamiento de la obesidad, los expertos consideran que no todos los sujetos con sobrepeso somos iguales. El índice de masa corporal, fórmula de rabiosa actualidad al ser la utilizada para estimar qué modelos desfilan o no por las modernas pasarelas, se revela inexacta a la hora de estudiar, por ejemplo, a los pacientes que presentan un arriesgado índice cardiometabólico (por coincidir en ser obesos, diabéticos e hipertensos).



En otras palabras, además del peso y de la talla, también debemos considerar la magnitud de la grasa intrabdominal para detectar y tratar precozmente a aquellos voluminosos prójimos nuestros más propensos a morirse por las complicaciones de una enfermedad cardiovascular. En esta línea de tratamiento pronto se comercializarán innovadores fármacos.



Sostiene Aloysius que en el combate cotidiano contra la obesidad y el sobrepeso no es lo mismo decir somos todo oídos que todos somos oídos.

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