Tartagal - Poema Ilustrado de Marta Juarez; en Flickr TM
Llega el verano, y los que pueden están preparando las maletas para irse de vacaciones. Julio y agosto siguen siendo los meses preferidos, sobre todo para aquellos que cuentan con niños en la familia. Esta semana he asistido a otra batalla estadística sobre el paro que tenemos y el que tendremos. La tempestad parece no encontrar calma. He leído los comentarios de varios expertos solventes alertando sobre el sufrimiento que esta crisis inmisericorde está provocando a las clases más desfavorecidas, niños, dependientes y ancianos. Mientras tanto, alguien le proporciona un inestimable balón de oxígeno a los gobernantes que no terminan de sacarnos del agujero negro. Despistados, nos la han vuelto a colar. Los fichajes de verano se han convertido en la primera pitón estival. Muchos se han rajado las vestiduras, culés la mayoría, ya que en lugar de disfrutar de un triplete histórico y dificilmente repetible, están escandalizados porque el Real Madrid se ha gastado 150 millones de euros en los fichajes de Cristiano Ronaldo y de Kaká. Un despilfarro. Una atrocidad. Un amigo mío, director de una sucursal bancaria situada en uno de los barrios más deprimidos de cierta capital andaluza, me contaba el otro día por teléfono que en muchas cuentas corrientes se ingresa el subsidio del paro y se abona el recibo del Canal Plus, simultáneamente. Hay demasiado desempleo, pero también pan y circo suficientes, como en la antigua Roma. Y los leones, que yo sepa, todavían no se alimentan de las serpientes de verano. Tampoco se nutren de la creciente legión de descuideros, de las cuentas en números rojos, de los deshaucios, de los limosneros, de los préstamos que no llegan a las pequeñas empresas, promesas de paraguas para el chaparrón que cuando llueve tenazmente, viene un señor muy trajeado y te lo quita.
Menos son los ofendidos porque a finales del pasado mayo nuestros F-18 dispararon dos misiles Taurus KEPD-350 en un polígono de tiro sudafricano. Cada pepino cuesta aproximadamente 1 millón de euros, como el calcáneo de Kaka. Cerca de aquellos estériles pagos, la selección española de fútbol disputa la Copa Confederaciones, en estadios con los graderíos repletos de sudafricanos blancos ricos y vacíos de sudafricanos negros pobres, esos mismos superpobladores de los guetos donde tercos laten el racismo, la violencia, el SIDA y la miseria. Una gruesa anaconda.
Sostiene Aloysius que otro millón de euros costó el llamado “Estudio antropométrico de la población femenina española”. Hasta el momento, resultados invisibles, excepto la clasificación de nuestras santas en diábolos, cilindros y campanas. Una falta de respeto. Yo las prefiero rosas rojas, palomas blancas y perfumadas manzanas. Dicen que queda pendiente el análisis de los hombres españoles. No quiero ni imaginarme las categorías.
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