Como tantos otros ourensanos, me sumo a la decepción provocada por el reciente cierre de La Ibense. De esta manera pierdo parte de mi infancia, un fragmento agradable de mi vida. Adiós a los mejores helados de turrón que jamás haya probado. Entre la parroquia juvenil que de vez en cuando acudía a sus mostradores estábamos divididos en dos bandos: los partidarios del helado de mantecado y los del de turrón. Otras tardes de sábado tocaba elegir entre chocolate con churros o batido. Casi siempre me he decantado por ambas segundas opciones. Después de la golosina, aparecía la sed y el vaso de agua, para limpiar, del grifo, pues el agua de entonces era mucho más rica que la de ahora. Tempus fugit…
Las persianas metálicas de La Ibense son ahora los párpados cerrados de unos ojos que siempre miraban al Paseo. Ya no hay escaparates ni terrazas de verano bajo los ciclamores. Pronto pasarán a dormir el sueño del olvido, ingratos recuerdos.
Y hablando de escaparates, los de la vieja Auriavella ya empiezan a poblarse de diminutos corazones encarnados anunciando el Día de San Valentín, henchidos, radiantes, a punto de infartar bajo la presión de tanto amor jurado para toda la eternidad. El incrédulo Aloysius todavía duda de que exista una enfermedad de los escaparates, que por supuesto nada tiene que ver con las compras compulsivas y sí mucho con la patología de las arterias periféricas, que provoca en los afectados un intenso dolor en las piernas que les obliga a detenerse.
La claudicación intermitente, que es el nombre técnico de esta sintomatología, es un signo de alerta del riesgo cardiovascular que ese paciente pudiera estar padeciendo. La obstrucción aterosclerótica de las arterias de las extremidades inferiores nos está avisando que ese mismo deterioro puede estarse produciendo en los territorios vasculares cerebral y coronario, con sus fatales consecuencias en forma de ictus o de infarto de miocardio. A pesar de los continuos avances en la prevención y en el tratamiento de las enfermedades vasculares, éstas todavía siguen representando la primera causa de mortalidad en nuestro entorno.
La creación de dispositivos terapéuticos especializados, como las unidades de hemodinámica, resultan capitales en la lucha contra estas patologías. Durante el año 2009, en Ourense 1288 prójimos fueron tratados en el Complexo Hospitalario mediante cateterismos o angioplastias. Gracias a este servicio se evitó el desplazamiento de unos 1000 pacientes a hospitales fuera de nuestra provincia. Un éxito a todas luces, cuyos resultados deberán seguir siendo mejorados en el futuro. Porque nos lo merecemos.
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