Sostienen los eruditos que la palabra calvo es muy antigua, que los romanos la heredaron de las viejas lenguas indoeuropeas, y que comparte origen común con otros términos menos amables como calavera y calvario. En latín, el calificativo calvus servía para denominar a los hombres que habían perdido el cabello.
Por razones bien diversas, parece ser que los calvos más famosos de la historia fueron el monarca francés Carlos II de Francia, aquel nieto de Carlomagno más conocido como Carlos el Calvo, y el teólogo reformista Jean Chauvin o Calvino, cuyo apellido también procedía etimológicamente del adjetivo latino. El cinéfilo Aloysius añadiría a esta escalafón a pelones más modernos, como el detective Kojak, interpretado por el popular y malogrado Telly Savalas, o a aquel otro exótico actor y fumador empedernido conocido como Yul Brynner, que antes de morir por culpa de un cáncer de pulmón encarnó en la pantalla a inolvidables faraones, partisanos, cosacos y pistoleros.
En la provincia de Ourense contamos con dos hermosas localidades, Calvos de Randín y Mesón de Calvos, cuyos nombres nada tienen que ver con la abundancia capilar de sus habitantes. Por cierto, en la Patagonia existe un famoso restaurante llamado El Mesón del Calvo, especializado en chupe de centolla y mousse de ruibarbo.
Estas extensas divagaciones pilíferas sirven hoy para introducir una cuestión controvertida como la relación existente entre la calvicie y el cáncer de próstata. Un estudio realizado recientemente por la Universidad de Washington ha revelado el supuesto papel protector de la alopecia precoz frente al desarrollo de tumores prostáticos. Parece ser que la DHT (dihidrotestosterona), metabolito de la testosterona, es la responsable del debilitamiento de los folículos pilosos del cuero cabelludo. Niveles elevados de DHT a edades tempranas, a pesar de causar la enojosa calvicie, supondrían entre un 30 – 45% de menor riesgo a la hora de padecer un cáncer prostático.
Otros investigadores han identificado a la DHT como el andrógeno primario responsable del 90% de los cánceres de próstata. Existen fármacos inhibidores de la metabolización de la testosterona en DHT que han demostrado su utilidad a la hora de tratar el crecimiento anormal de esta glándula sexual masculina, retrasando de paso la caída del cabello.
Mientras la polémica está servida, los hijos de Breogán hemos de contentarnos con figurar entre los más peludos de la península Ibérica. Según datos de la multinacional Svenson, especializada en salud capilar, los hombres gallegos junto a las mujeres navarras y a las riojanas tenemos menos riesgo de perder el pelo. Como parco consuelo para estos tiempos de crisis, los barberos y peluqueros de Galicia tendrán el pan asegurado… por lo menos durante los próximos cien años. Ya conocen ustedes el dicho.
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