El otro día estuve con Don José Luis Penedo, mi colega columnista de La Región y pura antítesis del quintacolumnista, dueño de un humor y una sabiduría que la vida y el tiempo le han ido obsequiando por capítulos. Este estimado esqueje ourensano trasplantado en La Coruña, la ciudad donde el forastero es nadie, tal y como él mismo asevera, siempre que cruza sus pasos con los míos me canta el estribillo de aquella tonadilla que en su día popularizaron Los Payos: “Sr. doctor, míreme usted, mi corazón no marcha bien… dígame usted si sirve para amar, o si lo tengo que trasplantar…”
La conté al inefable Penedo que yo terminaba de regresar de “La Casa del Corazón”. No teman, no se trata de uno de esos programas televisivos especializados en casquería sentimental. Los tipos anodinos no despertamos el interés de los depredadores del corazón. Y es que así se llama la sede que acoge en Madrid a la Sociedad Española de Cardiología, a la Fundación Española del Corazón y a la Asociación Española de Enfermería de Cardiología.
En su entrada me llamó la atención un panel en el que están colocadas las placas de todas las empresas privadas que patrocinan tales estructuras, la mayoría laboratorios farmacéuticos implicados en la investigación y desarrollo de medicamentos útiles en el tratamiento de las afecciones cardíacas, pero también otras relacionadas con la electrónica y el aparataje diagnóstico y terapéutico, como los fabricantes de marcapasos.
Dicen los expertos que el desarrollo del primer marcapasos se atribuye a un insigne científico colombiano, el Dr. Jorge Reynolds Pombo, ingeniero electrónico formado en el Trinity College de Cambridge (Reino Unido). En 1958 creó el primer marcapasos artificial interno; para transportar sus 50 kilogramos de peso se necesitaba una carretilla y como fuente de energía empleaba la batería de un coche. Otros aseguran que fue el Dr. Albert Hyman el pionero y artífice de un estimulador cardíaco de manivela, quien en 1933 consiguió mantener vivo con este ingenio a un sufrido can durante 45 minutos.
Dr. Jorge Reynolds Pombo
Sea como fuere, la cardiología es una especialidad médica en avance permanente. Los marcapasos del futuro serán fruto de la nanotecnología. Ocuparán el tamaño equivalente a la cuarta parte de un grano de arroz. Estos increíbles nanopuentes auriculo ventriculares funcionarán sin batería, a partir de la energía eléctrica generada por el propio corazón, y podrán controlarse a distancia gracias a sistemas telefónicos e informáticos, incluso por Internet.
El Dr. Reynolds Pombo cree que los primeros aparatos de esta serie podrían estarse probando con pacientes reales en unos 2 años aproximadamente. Para más información:
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