PREDICCIONES

"La bola de cristal" de Gabriel Sánchez (C), en Flickr TM

Para el año 2015, si llegamos allá, están previstos varios acontecimientos; algunos de ellos, ya son desde ahora más o menos seguros, como por ejemplo el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco, efeméride que celebrará cumplidamente toda la familia salesiana, o el mundial de rugby de Inglaterra. Otros, sin embargo, son todavía simples deseos y esperanzas aguardando para hacerse realidad. En este saco metería el suspicaz Aloysius la tan ansiada llegada del AVE a Ourense, o la interoperabilidad del sistema sanitario común europeo; en otras palabras, se trataría de conseguir para entonces el e-health, el espacio único europeo de sanidad electrónica, donde la informatización y la compatibilidad de todas las historias clínicas y las recetas de todos los países miembros de la Unión Europea fuera un hecho.

El desarrollo de la historia clínica electrónica en el ámbito del Servizo Galego de Saúde está representando un gran paso adelante en la mejora de la calidad asistencial para nuestros paisanos. Y éstas no son solamente palabras destinadas a dar jabón a nuestra administración sanitaria. La implantación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la atención sanitaria pública también está de aniversario, pues cumple nada más y nada menos que 20 años.

En Barcelona ha tenido lugar el Foro de las Regiones en la Semana eHealth 2010. Galicia ha destacado como una de las comunidades punteras en el uso sanitario de las nuevas tecnologías. En proceso de mejora permanente se encuentra la plataforma IANUS, que permite el acceso de los profesionales a la historia clínica de los usuarios del Servizo Galego de Saúde. Según los datos expuestos por nuestra Conselleira de Sanidade en Barcelona, el año pasado hubo más de 14 millones de entradas de profesionales a IANUS desde los hospitales de la red sanitaria pública, desde dos de los hospitales concertados y desde 420 centros de atención primaria de nuestra comunidad.

La informatización de la prescripción farmacéutica, gracias a la popularmente conocida receta electrónica, está permitiendo una importante reducción de la carga administrativa que cada jornada debemos soportar los profesionales de la salud. Este ahorro de tiempo “perdido”, como diría Proust, debería redundar en una mayor y mejor dedicación para satisfacer la ingente demanda de atención médica y de enfermería que realizan nuestros prójimos. Ellos también están más cómodos.

Debido a estos avances de la eficiencia, incluso los más mayores ya no se sorprenden cuando acuden a la farmacia sin la sempiterna receta de papel y allí le dispensan la medicación que necesita. La burocracia se aligera, lo mismo que un viticultor amigo mío, que trabaja sus viñedos sin la ayuda del reloj ni la del termómetro.