Digamos que la Playa de San Marcos, en Icod de los Vinos (Tenerife) parece encontrase permanentemente en obras. Enmarcada por los acantilados que el viento ha cincelado en las paredes de colada volcánica, pedregosa y empinada, su arena color cemento se va oscureciendo y suavizando a medida que el bañista se acerca a la orilla. Para entrar en el océano, que aquí se convierte en un mar de lágrimas negras, hay que conocer el truco, al igual que para salir... ola, resaca, contrarresaca...
Disfrutando del cariño de Magaly y de Francis, en "Casa Lucas" dimos buena cuenta de unas exquisitas brecas recién pescadas, que quizás apenas unas horas antes estuvieran nadando por aquellos fondos marinos rocosos, ajenas al futuro que les esperaba. La vida es así.
Mientras todos brindaban, Lucas me bautizó de nuevo: "Tú eres Pedro...", y se despidió de nosotros, no porque piense morirse pronto, que nunca se sabe, sino porque seguramente, cuando volvamos a bañarnos en San Marcos, él ya se habrá jubilado, y las brecas andarán a la procura del calor de otras sartenes.
Disfrutando del cariño de Magaly y de Francis, en "Casa Lucas" dimos buena cuenta de unas exquisitas brecas recién pescadas, que quizás apenas unas horas antes estuvieran nadando por aquellos fondos marinos rocosos, ajenas al futuro que les esperaba. La vida es así.
Mientras todos brindaban, Lucas me bautizó de nuevo: "Tú eres Pedro...", y se despidió de nosotros, no porque piense morirse pronto, que nunca se sabe, sino porque seguramente, cuando volvamos a bañarnos en San Marcos, él ya se habrá jubilado, y las brecas andarán a la procura del calor de otras sartenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario