Sostiene el misántropo Aloysius que
durante su infancia era amonestado frecuentemente con la misma letanía: estudia
matemáticas, estudia matemáticas… Aquel mantra se repetía una y otra vez. Más
de una noche dio vueltas y más vueltas en su cama atormentado porque raíces
cuadradas, ecuaciones, derivadas, integrales, senos y cosenos se habían
convertido en un peligroso enjambre de avispas. Más con el paso del tiempo, y
habiendo alcanzado la madurez de la edad adulta, él mismo decidió convertirse
en el abanderado de aquella monotonía, y a todo escolar que se cruzaba en su
camino le recomendaba encarecidamente: estudia matemáticas, estudia
matemáticas… ¡pero también inglés!
Pues resulta que el investigador
Max Little, miembro destacado del Media
Lab Human Dynamic Group del prestigioso Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), mientras preparaba su doctorado en Oxford, comenzó a
interesarse por la comprensión de la voz desde la perspectiva matemática.
Profundizando en estas complejas cuestiones, acaba de revelar a la comunidad
científica internacional un hallazgo excepcional: mediante algoritmos
informáticos que estudian la voz humana se puede diagnosticar precozmente el
Parkinson. Las primeras pruebas realizadas del sistema arrojan un resultado
nada desdeñable: su precisión diagnóstica alcanza el 86% de los casos.
Recordemos que esta enfermedad
neurológica afecta la actividad, el tono muscular y los movimientos de los
pacientes, y que cuando los síntomas debutan, desafortunadamente el daño
neuronal suele haber avanzado mucho. A pesar de los progresos, su diagnóstico continúa
basándose en la historia clínica y la exploración física-neurológica de los
afectados. Su repercusión económica y social sitúa a esta enfermedad a la
cabeza del ranking de las enfermedades neurodegenerativas, tan sólo superada
por la enfermedad de Alzheimer.
Los esfuerzos de Max Little se
centran ahora en conseguir una amplia base de grabaciones de voz humana (10000
casos) que permita poner su técnica a disposición de la medicina en un par de
años. Esto supondría un paso de gigante en la lucha contra esta patología, al
permitir un diagnóstico barato, incruento y precoz de los enfermos. Se buscan
voluntarios.
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