Me pregunta intrigado Aloysius si es verdad
que ya estamos tocando con los dedos la medicina del futuro. Tal vez se haya
quedado impresionado por un avance que comentábamos el otro día, aquel capaz de
convertir células madre de la médula ósea de una mujer en espermatozoides.
Metidos de lleno en la reprogramación
celular, un equipo de científicos norteamericanos perteneciente al Instituto
Salk de Estudios Biológicos (La Jolla, California) ha conseguido convertir células
de la piel de pacientes esquizofrénicos en neuronas. Por si fuera poca tamaña
hazaña, lo verdaderamente importante del estudio ha sido el descubrimiento de
que estas neuronas “cutáneas” poseen un déficit innato para establecer
conexiones entre ellas mismas, exactamente igual a lo que ocurre con las
neuronas “originales” de los pacientes esquizofrénicos. Además, estos científicos
han conseguido desvelar cuáles son los genes implicados en la génesis de dicha
patología.
Conservo en mi casa un ejemplar del documental
“1% Esquizofrenia” dirigido por Ione Hernández y producido por Julio Medem, médico
y cineasta. El título hace alusión al porcentaje de la población que puede
llegar a padecer esta enfermedad psiquiátrica, ciertamente una de las más
investigadas en la historia de la medicina. Los expertos entrevistados debatían
sobre la posible etiología de la enfermedad, existiendo partidarios de teorías
psicológicas y sociales, y otros que se decantaban por causas puramente biológicas.
Estos últimos se apoyaban en los avances conseguidos en el tratamiento de la
enfermedad con los diferentes psicofármacos. También se dejaba escuchar, bien
alta, la voz de los enfermos y sus familiares. Algunos pacientes, aun
reconociendo grandes mejoras en su vida cotidiana, se quejaban amargamente de
los desagradables efectos secundarios de su medicación.
El refrendo de la hipótesis genética en el
origen de la enfermedad podrá permitir en un futuro que deseamos cercano el
desarrollo de fármacos personalizados que puedan corregir los defectos en las
neuronas, actuando sobre los genes e incrementando su capacidad para
interconectarse.
Trabajos similares con células
pluripotenciales inducidas, aptas para transformarse en cualquier otra del
organismo, están realizándose con diferentes patologías neurodegenerativas,
como por ejemplo el Parkinson. Esperamos ansiosos el salto de estas técnicas
rabiosamente innovadoras desde las pipetas, los microscopios y los bancos del
laboratorio hasta el arsenal terapéutico que a buen seguro pronto manejaremos
como médicos.
En una línea de investigación también
novedosa, basada en los efectos de la hormona del crecimiento (GH) como factor
neurotrópico a nivel neurológico, así como estimulador de la revascularización
y remodelación del miocardio, se está trabajando en Galicia en el Proyecto
Foltra, muy cerca de nuestras casas. Y recordemos que hace 300 años, F. William
Robertson escribió: “hay un pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro
que todavía es nuestro”. Ojalá.
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