Hitos como el amartizaje del
Curiosity sobre la superficie desértica del Planeta Rojo, junto al salto
estratosférico protagonizado por el intrépido Félix Baumgartner, han despertado
de nuevo el interés del aletargado Aloysius por la carrera espacial. Incluso hay quien le ha escuchado atreverse a vaticinar que la reelección presidencial de
Obama servirá para desempolvar antiguos proyectos de colonización de la Luna.
Gracias a los avances en informática hoy en día disponemos de simuladores espaciales que nos permiten viajar al
Universo desde la comodidad de nuestras casas: Universe Sandbox, Orbiter 2010 o Space Engine son algunos ejemplos de ello, y pueden descargarse
gratuitamente en nuestros ordenadores personales.
La historia de los simuladores
de vuelo se remonta a los albores de la aviación, si bien su desarrollo adquirió mayor celeridad tras la 2ª Guerra Mundial. De esta manera, pilotos sin
entrenamiento previo podrían practicar sus habilidades sin poner vidas en
peligro. Como no podía ser menos, estos simuladores posteriormente saltarían desde el ámbito
estrictamente profesional a las más sofisticadas consolas de videojuegos.
En el campo de la medicina y de
la veterinaria también existen simuladores. Es el caso del Simcyp (www.simcyp.com), que faculta el desarrollo nuevos fármacos mediante simulaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en
poblaciones virtuales. En la práctica, los investigadores pueden predecir los
resultados de un medicamento en determinadas poblaciones clínicas, teniendo en consideración
numerosas bases de datos que contienen información genética, fisiológica y
epidemiológica de humanos y animales. Los fabricantes aseguran que estas
predicciones automatizadas de los resultados in vivo permiten evaluar un gran número
de compuestos en muy poco tiempo, ahorrando grandes costes.
Una característica muy llamativa
del Simcyp es su modelo mecánico de riñón, que permite analizar la inhibición
competitiva de diversos fármacos a ese nivel, es decir, cómo se comporta la
permeabilidad de las nefronas, la secreción activa, la reabsorción entre sangre
y orina, y el metabolismo de excreción renal.
En contacto permanente con la
FDA norteamericana, entidad encargada de darle el visto bueno a cualquier nuevo medicamento
o producto alimenticio que vaya a salir al mercado, detrás de este innovador simulador farmacológico está
un consorcio del que forman parte el 70% de las 40 mayores compañías farmacéuticas
mundiales, incluyendo a las 10 primeras del ranking, decenas de prestigiosas universidades
y varias organizaciones sin ánimo de lucro.
El Simcyp cuenta con una versión
pediátrica, que permite analizar el comportamiento de los fármacos en recién
nacidos, lactantes y niños, y una versión veterinaria, que permite los estudios
en animales sin necesidad de provocarles daño alguno. Y es que, como decía Eleanora Roosvelt, el futuro
pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
1 comentario:
Gran blog, te devuelvo la visita
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