Mira que me gusta Paul Newman,
una estrella de Hollywood de lo más versátil en la gran pantalla. Después de
una trayectoria ejemplar repleta de geniales interpretaciones, casi en el ocaso
de su carrera recibió un preciado galardón de la Academia cinematográfica
norteamericana, el Óscar al mejor actor por su intervención en una película
flojita, en mi modesta opinión, “El color del dinero” (Martin Scorsese, 1986),
donde encarnaba a Eddie Felson, un veterano campeón de billar encargado de promocionar
a un prometedor novato, Vincent Lauria, alias Tom Cruise. Sin lugar a dudas, me
quedo con el mismo protagonista y el mismo actor principal de “El buscavidas”
(Robert Rossen, 1961), aunque el Gordo de Minnessota todavía no hubiera pasado
a mejor vida.
Reclama Aloysius mi atención para que no me extravíe entre los
meandros que conforman el cine y la medicina, para que me centre en las reflexiones
de hoy. Para la industria tabaquera, un gigante de la economía mundial, el
color del tabaco es semejante al color del dinero. Mientras los costes globales
originados por la atención sanitaria de los problemas derivados del consumo de
cigarrillos no supere a sus beneficios económicos industriales, tendremos humo
de tabaco para rato. No lo duden.
En estos días he repasado los resultados de
un interesante estudio que también relaciona color con tabaco. Me estoy
refiriendo a un trabajo publicado en agosto de 2013, hace casi un año, por el
equipo de investigadores encabezado por el profesor Freddy Sitas, sobre las
diferencias encontradas en la mortalidad atribuida al tabaco entre la población
de Sudáfrica. Las causas de 481640 defunciones fueron evaluadas en un estudio
caso-control, con prójimos comprendidos entre los 35 y los 74 años,
considerando el color de su piel: mulatos, blancos y negros sudafricanos.
En reiteradas ocasiones, diversas y prestigiosas voces se han alzado en las últimas décadas respecto a la
interpretación de ciertos estudios médicos epidemiológicos, preferentemente
centrados en el mundo occidental, con poblaciones donde predominaba el sexo
masculino, mientras las mismas patologías analizadas, como por ejemplo cáncer,
diabetes o hipertensión arterial, dejaban a un lado países emergentes o poco
desarrollados, así como el porcentaje de mujeres. Podría parecer que se
investigan determinadas enfermedades en aquellos lugares en donde los paciente
pueden costearse sus tratamientos. De ahí el interés del estudio de Sitas y
colaboradores.
En la República Sudafricana, el
80% de la población se considera así misma de raza negra. El 9% son blancos,
otro 9% mulatos y el 2% es de origen asiático, con antecesores procedentes
principalmente del subcontinente indio. Las tasas de mortalidad nacionales
fueron especialmente más altas entre los ciudadanos de color que en la población
blanca, de origen europeo. Consecuentemente, los peligros de fumar en la población
de color fue más del doble que entre los blancos.
Y aunque el Capitán América parece
ser que ahora dejará de ser rubio para ser afroamericano, todavía nadie ha
contestado a aquella crucial pregunta sobre el color de la piel de Dios.
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