Estas siglas esconden tras de sí
un problema. Según progresa la sociedad y los conocimientos médicos avanzan,
nuevas patologías van conformando su existencia.
El título sirve para definir el
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), una alteración del
comportamiento que según algunas estimaciones podría afectar al 10% de los niños
en edad escolar. Por razones todavía desconocidas, afecta tres veces más a los
varones que a las hembras.
Resulta difícil escapar a la controversia siempre
que tratamos este tema. Una aclaración previa: no es nuestra intención
cuestionar la existencia del TDAH. Me explico. El Dr. Leon Eisenberg, un médico
que dedicó gran parte de su vida intentando demostrar que el TDAH constituía
una patología real, sorprendentemente, poco antes de fallecer declaró que estábamos
ante un ejemplo más de una enfermedad ficticia. Los que aportan combustible
para que el debate continúe candente se basan en ciertos apuntes epidemiológicos
y sociales.
En Estados Unidos, los expertos estiman que uno de cada diez niños
padece un TDAH. Sin embargo, en Francia, el número de niños diagnosticados de
esta patología se reduce al 0.5%
Estas profundas diferencias se
deben a dos enfoques completamente diferentes a la hora de abordar la
enfermedad. Mientras en Estados Unidos los psiquiatras sostienen que el TDAH
tiene una fase biológica, y por lo tanto sugestiva de tratamiento con fármacos,
en Francia los expertos defienden las causas psicosociales en la génesis del
trastorno, y para tratarlo y corregirlo hacen énfasis en el entorno social del
niño, valorando la psicoterapia o la terapia familiar mucho más que los
medicamentos.
En el Reino Unido, el flamante nuevo Presidente del Real Colegio
de Psiquiatras, el Dr. Simon Wessely, ha mostrado su preocupación por lo que él
considera medicalización de los niños, destacando la presiones familiares,
sociales y económicas a las que se ven sometidos los médicos a la hora de
tratar el TDAH.
Los fármacos estimulantes
representan el tratamiento más conocido y empleado en estos casos. Aunque no
existen por el momento pruebas de efectos secundarios indeseables a largo
plazo, el manejo de estos medicamentos produce incomodidades a sus consumidores,
de tipo digestivo, pero también irritabilidad e insomnio. Pero también es
cierto que los fármacos destinados a tratar el comportamiento impulsivo y las
dificultades de atención presentes en estos niños resultan tanto más eficaces
cuando se utilizan combinados con terapias de tipo conductual.
Recientemente,
la Academia Americana de Pediatría ha publicado un informe clínico que recoge
las estrategias necesarias para reducir el riesgo de desarrollar un futuro
trastorno en el uso de sustancias (alcohol, marihuana y otras drogas) en niños
y adolescentes con TDAH, así como las recomendaciones para prescribir, de forma
segura, los medicamentos de tipo estimulante.
Aunque el Mundial de Fútbol ha
llegado a su fin, en el caso del TDAH la pelota continúa estando en el alero.
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