Cuando un
ser humano desea comunicarse con otro, todas las barreras lingüísticas saltan
por los aires. Y si aun así todavía no conseguimos nuestro objetivo, el
lenguaje no verbal acude presto para echarnos una mano. Los primates humanos necesitamos
hacer partícipes de nuestros pensamientos y sentimientos a los prójimos que nos
rodean; entre otras cosas, somos animales sociales. Recuerdo aquellas entrañables
escenas de “Naúfrago” (Robert Zemeckis, 2000) en las que el protagonista
interpretado por Tom Hanks establecía una amistad incondicional con un balón
llamado Wilson, al que podía contarle sus cuitas abandonado en aquella isla
solitaria.
Hoy
traemos a colación estas reflexiones a consecuencia de un recorte de prensa que
mi querido Aloysius me ha hecho llegar por un amigo en común. Y es que parece
ser que 4 de cada 5 pacientes consiguen entender las indicaciones de su médico.
Me alegro. Y mucho. En este aspecto, en algunas ocasiones he sentido la tentación
de tirar la toalla. Pero la adecuada comunicación es un pilar fundamental en la
relación médico – paciente, máxime cuando hay días que apenas dispones de
tiempo en la consulta. Cruel paradoja. Alguien acude demandando tu atención
profesional y sólo dispones de unos breves minutos para escucharle.
Mi
satisfacción es doble, porque en palabras de Pilar Farjas, Secretaria General
de Sanidad y Consumo y antigua Conselleira de Sanidade de la Xunta de Galicia, “es
justo reconocer el trabajo, preparación y buen hacer de los profesionales
sanitarios de nuestro país”...
Los médicos,
en general, seguimos siendo bien valorados por los ciudadanos. A pesar de
nuestros defectos y limitaciones. Y si encima la mayoría de nuestros pacientes
nos entienden, pues mucho mejor. Parece ser que cada día vamos adquiriendo
mayores habilidades en el aspecto comunicativo. Todo ello a pesar de la irrupción
de Internet en nuestras vidas, como elefante en cacharrería, pues cada vez son
más los que acuden a nuestros consultorios habiéndose asesorado previamente con el gran
oráculo signos, síntomas, temores y preocupaciones. Evaluación de la
competencia profesional permanente y por duplicado. Y eso que en la red de
redes puede escribir cualquiera, así es nuestra valiosa libertad de expresión.
Diferenciar el grano de la paja ya es harina de otro costal.
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