Dicen que António Lobo Antunes decidió dejar el ejercicio de la Medicina cuando vió morir a un niño de leucemia. No sé cuanto habrá de real en esta historia y cuanto de "leyenda urbana". Prefirió escribir a pesar de que para él los lectores somos como las putas, pues amamos a los escritores para después abandonarlos.
Estoy plenamente convencido que un año de estos le darán el premio Nobel de Literatura. Se lo merece con creces. De paso volverían a triunfar las letras de la Península Ibérica, esa enorme balsa de piedra.
Creo recordar que tengo una foto en Sintra bajo la placa que anuncia la calle del Dr. Miguel Bombarda, nombre del sanatorio psiquiátrico lisboeta en el que trabajó Lobo Antunes.
Un consejo: leed de vez en cuando su colaboración en el suplemento Babelia de el diario "EL País".
Para aquellos que se interesen en su vida y obra, ahí va la siguiente sugerencia:
Permanecer mucho tiempo hospitalizado te permite ordenar tus pensamientos, escribirlos (según tu habilidad), conocer las historias fascinantes de aquellos que tienen que convivir diariamente con el sufrimiento (del mismo modo que nosotros convivimos con nuestros fantasmas particulares) e incluso, si te fijas mucho, podrás ver llorar a algún médico.
¿Y si de sus lágrimas surge un nuevo António Lobo Antunes?.
¡Ay de la deshumanización de la Medicina!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario