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27 marzo 2007

REBELIÓN EN LA GRANJA


IMAGEN: "PIG" de WILLIAM MORGAN

Mira tú por donde, va y resulta que los animales que más frecuentemente nos comemos los seres humanos para subsistir (y muchas veces también por pura glotonería), han decidido rebelarse contra nosotros de una manera mucho más sutil que la empleada por las gallinas de la película “Chicken Run: Evasión en la granja”, dirigida en el 2000 por los animadores británicos Nick Park y Peter Lord, o la de los cerdos y los perros de la novela “Rebelión en la Granja”, del quimérico George Orwell. Por cierto, Pink Floyd lanzó en 1977 su álbum “Animals” basado en este texto orwelliano. Recuerdo perfectamente la primera vez que lo escuché en el vacío salón de actos de los Salesianos, con el tocadiscos conectado a toda pastilla a la megafonía general. Sobrecogedor. Ventajas de pertenecer al grupo de teatro que entonces dirigía el cura Gerardo Aguado.

Los cerdos, animales totémicos por excelencia de Galicia, han reivindicado su valor alimenticio cuando las epizootias han atacado al ganado vacuno (“mal de las vacas locas - encefalitis espongiforme bobina) o más recientemente a las aves (gripe aviar). Pero en el ganado porcino tampoco es oro todo lo que reluce, pues siempre que el control veterinario no sea el adecuado, se convierte en el origen de varias zoonosis (enfermedades propias de los animales que también pueden afectar al hombre). Son ejemplos de ello la triquinosis o la cisticercosis (causada por el parásito más conocido como Tenia solitaria), ambas contagiadas a partir del consumo de carne infectada, o las lesiones erisipeloides y la estreptococia cutáneas, causadas por la manipulación de animales enfermos.

Además de los trastornos anteriormente reseñados, el vacuno no saneado puede transmitirle al hombre tuberculosis y brucelosis, mientras que las aves infectadas pueden ser responsables de salmonelosis y otras gastroenteritis infecciosas.

Visto el panorama, será mejor que dejemos en paz a los animales terrestres y que busquemos nuevas formas de alimentación en los peces y mariscos, consumo más saludable incluso reivindicado y recomendado por los modernos facultativos. Pero los animales acuáticos también pueden causar enfermedades: infecciones por aeromonas, lesiones cutáneas por estreptococos y micobacterias (parientes cercanos de la causante de la tuberculosis), sobre todo al manipular peces infestados o por la limpieza de acuarios contaminados, toxinfecciones alimentarias causadas por vibrios que afectan al marisco, y parasitosis por Anisakis, causadas por la ingestión de pescado de agua salada crudo (sushi japonés) o poco cocinado. En la lucha contra el Anisakis, la congelación previa del género es obligatoria y menudo pollo se ha montado (mejor sería decir el pescado) entre el sector inspector sanitario y los establecimientos de hostelería cuya especialidad y fama gastronómica se habían ganado a pulso por servir productos frescos.

Según datos de la FDA norteamericana, reputado organismo encargado del control de los fármacos y alimentos de consumo humano, sólo en los EEUU se producen 5000 muertes y 350000 hospitalizaciones anuales debido a las enfermedades transmitidas por los alimentos.



Ante la contaminación de las frutas y verduras por los pesticidas, y la presencia de pestes y otras enfermedades entre los animales que habitan tierras y mares, mejor será empezar a comer como los astronautas, píldoras y batidos con cualidades nutritivas perfectamente calculadas a la luz de las lámparas de los laboratorios.




¿Para qué entonces el paladar?.

1 comentario:

Lucho dijo...

no se ve nada pone la letra mas pequeña!!!!