El titular de hoy bien podría parecer el nombre de un nuevo periódico. Pero no van por ahí los tiros. Si no me equivoco, el aeropuerto de Madrid - Barajas dispone de una veintena de chaquetas verdes capaces de entender el lenguaje de signos. Estos trabajadores, denominados así por el color de su indumentaria laboral, ofrecen ayuda e información a los viajeros sobre las instalaciones aeroportuarias, el embarque y la salida de los vuelos, los puntos de venta de billetes y cualquier otra incidencia relacionada con el funcionamiento del aeropuerto. No dependen de las compañías aéreas. Para esas labores existen otros operarios, como por ejemplo los archiconocidos chaquetas rojas de Iberia. Esmeraldas o colorados, son la cara amable del sistema, aunque en demasiadas ocasiones deberán aguantar el chaparrón provocado por las broncas de unos pasajeros puteados por un macrosistema de servicios completamente deshumanizado.
Yo, particularmente, desconozco el lenguaje de signos. Por ello me enfrento a este hándicap a la hora de atender a cualquier posible usuario sordomudo. En muchas ocasiones, estos previsores pacientes acuden a la consulta acompañados por traductores especializados en su singular sistema de comunicación. Otras veces, el propio paciente entiende lo que trato de explicarle simplemente leyendo las palabras que se columpian en mis labios. Recuerdo que en la universidad conseguía comunicarme con un compañero sordo impostando mi voz y vocalizando con cierta exageración.
Anécdotas a parte, está claro que los pacientes demandan ser escuchados por el sistema sanitario que les atiende. Acaba de finalizar en Madrid el Tercer Congreso Europeo de Pacientes, del que ha surgido este particular decálogo reivindicativo:
1º El paciente deber ser el eje central de la sanidad.
2º Se hace necesaria la participación activa de las asociaciones de pacientes.
3º La financiación debe ser pública e independiente.
4º Debe impulsarse la igualdad y el derecho de los ciudadanos en el acceso a los nuevos tratamientos y tecnologías.
5º Es imprescindible el control de la información sanitaria en Internet.
6º Impulsar el cumplimiento terapéutico dentro de la rutina médica y asistencial.
7º Prioridad en la investigación de tratamientos innovadores para las enfermedades raras y también para las más prevalentes.
8º Afinar en el tratamiento personalizado y en la creación de unidades de referencia en patologías concretas.
9º Combatir el déficit de médicos y de los demás profesionales de la salud.
10º Instar a los gobiernos para que se erradiquen las desigualdades asistenciales, lo que propiciaría, entre otras difunciones, el turismo sanitario.
Así pues, sostiene el exigente Aloysius que todavía queda mucha lana por cardar…; con la bata blanca, las chaquetas verdes, las rojas… y si hace falta, como decía el famoso cantante colombiano, con la camisa negra.
2 comentarios:
e diré, querido Aloysius, que igual que se enseña en las escuelas el archiconocido e impuesto idioma inglés,debería enseñarse la lengua de signos como idioma universal.
Mi hermana está participando en un curso sobre lengua de signos, organizado por el SAS (Servicio Andaluz de Salud), curso que es de carácter voluntario. Mi pregunta es: ¿por qué no, de carácter obligatorio? Todos los profesionales implicados en la sanidad, que deben tratar con pacientes, deberían conocer esta lengua, igual que se esfuerzan por aprender inglés para entender a los guiris que llegan.
Y con respecto al decálogo, yo lo suscribo al cien por cien. Ahora hace falta echarlo a andar.
Un cordial saludo
Toda herramienta que puede ser útil a la hora de atender mejor a los pacientes ha de ser considerada... no está mal aprender inglés para atender a los guiris, porque ellos también pueden enfermarse y sufrir. Respecto al lenguaje de signos, estaría bien que las administraciones sanitarias organizaran ediciones para que los interesados podamos aprenderlo... voluntariamente... No sé por qué, pero lo impuesto, lo obligatorio, siempre crea rechazo... Gracias por tu amable comentario...
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