Definimos como
víctimas a las personas que padecen las consecuencias negativas de determinados
actos o sucesos. Así existen, por ejemplo, víctimas de los desastres naturales
y víctimas de las actuaciones del hombre. Desafortunadamente, en nuestros días esta palabra se
ha convertido en algo usual. Prolifera en los medios de
comunicación y en las redes sociales: víctimas de la violencia machista,
víctimas del terrorismo, víctimas de las guerras y la barbarie, como los
millones de desplazados por culpa de los conflictos en Oriente Medio…
Pero
también existen las víctimas de los
siniestros viales. Para que no caigan en el olvido, este domingo 15 de
noviembre se conmemora el Día Mundial que nos las recuerda especialmente. A buen
seguro que tal evocación traerá a nuestras memorias muchas historias que nunca
debieron ocurrir, al amigo o al familiar que perdió la vida en la carretera, o
aquellos tantos otros que tienen que seguir luchando cada día con tesón contra las secuelas provocadas por un despiste al volante, un atropello, un derrape o una colisión.
Entre los eventos solemnizados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), existe uno que hace especial hincapié
en la prevención de los accidentes provocados por el tránsito. Desde 2004, la
Asamblea General de la OMS viene instando a los Estados Miembros para priorizar sus acciones en materia de seguridad vial como una cuestión primordial
de la salud pública. En 2005 fue aprobada la resolución 60/5, en la que se
reconoció al tercer domingo de noviembre como el Día Mundial que recuerda a las
víctimas de los accidentes de tráfico.
Sostiene Aloysius que
este tipo de celebraciones no deberían existir. En su mundo utópico, la
responsabilidad de los conductores y de los peatones haría innecesario tal recuerdo. Pero la realidad resulta bien
distinta. Porque los costes económicos de las víctimas de los siniestros viales
son tremendos. Los expertos han calculado que cada fallecido sobre el asfalto
supone alrededor de 1.3 millones de euros, a los que les deberíamos añadir
otros 100000 euros más por las pérdida de productividad laboral y los costes
médicos. Según el documento “El valor de la seguridad vial. Conocer los costes
de los accidentes de tráfico para invertir más en su prevención”, elaborado en
2008 por la Fundación Instituto Tecnológico para la Seguridad del Automóvil
(FITSA), el coste social de los accidentes de circulación en el año 2004 supuso
para las arcas estatales entre 13000 y 17600 millones de euros. Cifras crudas,
que por otra parte resultan insuficientes para estimar el valor real de tanto
dolor provocado en tantas personas.
La Consellería de
Sanidade de la Xunta de Galicia ha escogido este año como lema de su campaña de
vacunación contra la gripe un cartel en el que se hace una referencia tácita a
las víctimas de los siniestros viales, pues en nuestra comunidad autónoma
fallecen más personas por gripe que por este tipo de percances. Contra la gripe
hay vacuna. Contra los siniestros viales. Es un cóctel virtual que conjunta los
beneficios de la concienciación, la prevención, el respeto por los demás y la
educación vial.
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