La actualidad
informativa ha vuelto a poner en el foco de nuestra atención una enfermedad
considerada poco frecuente en nuestro entorno gracias a las campañas de
vacunación, pero que sin embargo cada año provoca en el mundo entre 30 y 50
millones de afectados y más de 300000 fallecimientos. Aunque pueden darse casos
en cualquier edad, lo más frecuente es que afecte a los menores de 5 años, y
más específicamente a los menores de 6 meses.
Está causada por una bacteria, Bordetella pertussis, capaz de producir
diferentes toxinas. Se transmite por vía aérea con enorme facilidad, y sus
síntomas característicos consisten en una tos convulsa y espasmódica, con
dificultad para respirar y un ruido estridente provocado por al entrada del
aire en los pulmones. En los casos más graves, pueden verse afectados tanto el
corazón como el sistema nervioso. Al tratarse de una enfermedad previsible, el
calendario de vacunas en nuestra comunidad incluye diferentes dosis, a los 2,
4, 6 y 18 meses de vida, y una dosis adicional a los 6 años de tos ferina de
baja carga antigénica junto a tétanos y difteria. Entonces, ¿a qué viene tanto
revuelo con la vacuna contra la tos ferina?
El compromiso
fundamental de la medicina preventiva es actuar antes de que surja cualquier
problema de salud. Hasta la generalización de las vacunas, la mayoría de estas
enfermedades infecciosas segaban prematuramente la vida de millones de niños.
Pero, todavía hoy en día pareciera que sólo nos acordamos de la santa cuando
truena, es decir, cuando descubrimos casos como el del niño de Olot, fallecido
por difteria porque sus padres habían decidido no vacunarlo, o el pequeño de
Boiro que perdió la vida por un posible caso de meningitis tipo B, enfermedad
para la que también existe una vacuna pero que se administra al margen del
calendario oficial. Sin embargo, campañas como la vacunación contra la gripe,
que cada año se pone a disposición de la población adulta o de riesgo antes de
la llegada del invierno, todavía luchan contra cierto escepticismo o desidia por
parte de algunos vecinos (cada vez menos) que desoyen este tipo de recomendaciones y llamamientos.
Retomando la tosferina, este año en España ha causado la muerte de 3 menores de
6 meses, 2 en Andalucía (un niño de 15 días en Málaga y una niña de 2 meses en
Sevilla, que a pesar de su edad no había sido vacunada) y otro caso en la
Comunidad de Castilla-La Mancha (un bebé de 2 meses y medio que sí había sido inmunizado
a los 60 días)
Las cuestiones
pendientes de resolver son la recomendación de esta vacunación a las
embarazadas, para que así transmitan inmunidad a sus futuros hijos, el
desabastecimiento de este tipo de vacunas, consecuencia de su complejo proceso
de fabricación, y la unificación de los calendarios vacunales dentro del
Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, liderado por el
Ministerio de Sanidad, para que los niños españoles, sea cual fuera la
comunidad en la que vengan al mundo, tengan garantizados los mismos derechos
sanitarios antes y después de haber nacido. Y no sólo en cuestión de vacunas.
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