Cuando tecleamos “suicidio” en
Google ®, la primera referencia es el icono de un teléfono rojo, el Teléfono de
la Esperanza. Al 968343400 le acompaña esta pregunta: ¿necesitas ayuda?
En los últimos
tiempos, cada vez que una persona se quita la vida en relación a la pérdida de
su vivienda, las redes sociales y los medios de comunicación multiplican sus
alertas. Rápidamente se señala a los culpables: banqueros y políticos.
Un periódico
de tirada nacional enmarcaba el suicidio de Amaia Egaña en Baracaldo con el
titular “La gota que ha colmado el vaso”. Gobierno y oposición han adelantado
sus reuniones para modificar la ley, las entidades bancarias han suspendido los
desahucios, casi 400000 desde 2007, mientras la voz de la sociedad se ha alzado
unánime pidiendo soluciones inmediatas.
He leído un artículo de Juan Gervás,
miembro del equipo CESCA (Madrid), que siempre firma sus opiniones como médico
general. Uno de sus pareceres figura entre las 23 referencias que tiene la
palabra “suicidio” en Wikipedia. Su título me llamó la atención: “Seamos prácticos.
Frente a la crisis, ningún suicidio”. Sostiene el Dr. Gervás que las crisis
económicas se acompañan de un empeoramiento de la salud, pero no de una mayor
mortalidad. Y esa salud más deficiente viene determinada por el paro, la
pobreza y las diferencias entre ricos y pobres. Pero aunque las crisis económicas
no aumentan el número de muertes, sí incrementan el número de suicidios.
He
tratado de comprobar si este fenómeno está ocurriendo en España...
Según datos correspondientes al
2010, los últimos disponibles según el INE (Instituto Nacional de Estadística),
la mortalidad global descendió en nuestro país un 1.1% respecto al año 2009. 31
de cada 100 españoles fallecieron por enfermedades cardiovasculares, 28 de cada
100 por cáncer y casi 11 de cada 100 por enfermedades respiratorias. Sin
embargo, la cifra de suicidios fue la más baja de los últimos 17 años: 3145
casos. El número de suicidios se ha mantenido más o menos constante, teniendo
en cuenta el tiempo que viene durando nuestra crisis económica, si bien hoy
fallecen ya más españoles por suicidios que por accidentes de tráfico.
Psiquiatras y psicólogos nos han
enseñado que el suicidio se gesta en el pensamiento, y que el proyecto suicida
nunca es improvisado, aunque la realización sea algunas veces impulsiva. También
sostienen que la causa del suicidio radica en alguna patología psiquiátrica, y
nunca en el análisis lógico del individuo.
Se estima que el 75% de los suicidas
padecieron alguna enfermedad de tipo depresivo y que las enfermedades mentales
están presentes en 9 de cada 10 suicidas: depresión, ansiedad y adicciones. El
riesgo se incrementa cuando síntomas psicóticos e ideas delirantes, como ocurre
en la esquizofenia, acompañan a los trastornos del estado de ánimo.
Los
suicidas son más depresivos, vulnerables a la desesperanza, dependientes,
impulsivos y poseen poca tolerancia a la frustración. Pero las noticias siguen
siendo contradictorias.
Mientras unos medios informan que desde octubre de 2010
hasta hoy se han producido en España 5 casos de suicidio motivados por los
desahucios, otros nos alertan de 9 suicidios diarios, 3 de ellos impulsados por
la crisis. El desempleo sí está asociado al suicidio. Por lo tanto, la lucha
contra el paro debería convertirse en la mejor terapia contra el suicidio.