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05 mayo 2010

DOLORES


"Dolores" de Guijarro85, en Flickr TM


Los pacientes no dejan de sorprenderme. Hace ya un tiempo una señora se sentó frente a mí, me deseo amablemente los buenos días y me mostró sus manos. Aquellas manos de ama de casa me resultaron especialmente entrañables. Me recordaron a otras muy queridas que sabe Dios cuántas camisas lavaron cuando no había lavadoras, con agua fría y jabón Lagarto ®, cuántos pantalones plancharon y cuántos desayunos, comidas y cenas prepararon sin queja ni descanso. Las articulaciones de los dedos se encontraban muy deformadas, tan inflamadas y doloridas que me costaba pensar cómo podía defenderse con ellas. Peinarse es un suplicio - se quejó, - pero es que ahora casi no puedo comer porque se me caen los cubiertos de las manos. La exploración reveló también la afectación de los codos, de las rodillas, de los tobillos. Las radiografías mostraron el declive arquitectónico de una columna vertebral que tantas y tantas jornadas de duro trabajo habían soportado en el campo, de sol a sol, cuidando frutales, hijos y animales de granja. Con una sonrisa en los labios, aquella sufrida anciana que venía a pedirme algún alivio para soportar sus males, añadió: nunca he visto un nombre tan bien puesto.

Dolores le echó la culpa de sus dolores a la pila bautismal, a su madrina y a su abuela que habían elegido para ella un nombre tan desconsolado. En la hagiografía, la Virgen de los Dolores representa a la madre atormentada al pie de la cruz tras el descendimiento de Cristo. En Carballiño, por ejemplo, durante la Semana Santa los cofrades trasladan la imagen de la Dolorosa desde a Igrexa Vella hasta el templo de A Veracruz. Creo recordar que Dolores había visto las primeras luces en la parroquia de Pazos, allí donde el Arenteiro desemboca en el Avia.

Por culpa de unos experimentos realizados recientemente en la Universidad de Jena, resulta que ahora a Dolores voy a tener que llamarle Lola, como en la canción de Los Suaves. Los científicos alemanes han descubierto que el mero hecho de escuchar palabras relacionadas con el dolor es capaz de activar en el cerebro zonas específicas encargadas de procesar tan desagradable sensación. De esta manera no sólo el recuerdo de un dolor determinado y de sus asociaciones activaría el centro neurálgico cerebral, sino también los estímulos verbales.

Ya me explico yo entonces el efecto de esa coña marinera que se les gasta a los niños cuando no se están quietos en la consulta. Verás como el doctor te va a pinchar. Así, si algún día ven la aguja de una jeringuilla, antes de que ésta roce su cuerpo ya sentirán dolor.

Mientras escribo estas líneas, el desalmado Aloysius ha puesto en el tocadiscos “Lola” de The Kinks. Entonces caigo en la cuenta de que los pacientes que padecen un dolor crónico, cuanto más verbalizan esta situación más intensifican su percepción cerebral, reforzando si cabe todavía más sus sufrimientos.

En el futuro, seguramente la parte positiva vendrá dada por un mejor abordaje psicoterapéutico del dolor crónico, entrenado a los pacientes para que sean capaces de superar sus achaques. Habrá que ver.




Tal vez Lola, Dolores, además de enfermar por el dolor también padeció un calvario por su soledad...

3 comentarios:

aloysius dijo...

Habrá que creerles:

DIARIO MÉDICO. 6 de mayo 2010

El primer mensaje transmitido en el VIII Congreso de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), que se celebra en La Coruña, es que el dolor ha caído de la lista de principales problemas para el paciente. Así lo ha afirmado Juan Sanmartín, del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña.

virgi dijo...

Menos mal que se puede sufrir un poco menos.
¡The Kinks, tiempos lejanos!
Un abrazo.

aloysius dijo...

DIARIO MÉDICO; 7 de mayo 2010

EL DOLOR CRÓNICO LIMITA GRAVEMENTE LA CALIDAD DE VIDA DE LOS PACIENTES.


"Investigadores de la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota), de la Universidad de Ciencias Aplicadas en Wildau, Alemania, y de la Facultad de Medicina de Mount Sinai, en Nueva York, informan en un estudio que se publica hoy en Genome Research de que el dolor crónico podría estar causado por la reprogramación inadvertida de más de 2.000 genes en el sistema nervioso periférico".

Y aunque en el cambio de DOLORES a LOLA nada tuvo que ver la genética, las sospechas no iban tan descaminadas...