La botella no llevaba etiqueta. Seguramente se había despegado por el monótono batir del oleaje. Pero en el fondo todavía contenía un poso oxidado. Añadí un poco de agua dulce y agité la botella con energía, tratando de limpiar sus incrustaciones internas. Al verter el líquido sobre unas tablas que me servían a modo de improvisada mesa, las gotas corrieron a agruparse para formar las palabras: la impaciencia del corazón.
28 abril 2007
LA PIEDAD PELIGROSA
La botella no llevaba etiqueta. Seguramente se había despegado por el monótono batir del oleaje. Pero en el fondo todavía contenía un poso oxidado. Añadí un poco de agua dulce y agité la botella con energía, tratando de limpiar sus incrustaciones internas. Al verter el líquido sobre unas tablas que me servían a modo de improvisada mesa, las gotas corrieron a agruparse para formar las palabras: la impaciencia del corazón.
LA FILOSOFÍA Y LAS MATEMÁTICAS
27 abril 2007
MÉDICOS
Así, de repente, sin apenas quererlo, los médicos ya estamos metidos de lleno en una nueva controversia. Aunque se acometen (y prometen) novedosas propuestas para intentar rebajar la carga burocrática en las consultas, lo cierto es que una parte no desdeñable de la actividad asistencial se consume en el papeleo. Muchas veces necesario, pero latoso.
Traigo aquí a colación el ejemplo de los certificados y otros informes facultativos. En determinadas etapas del año (inicio del curso escolar, temporada de balnearios, oposiciones, trabajo de brigadas especiales) a nuestras puertas llaman algunos usuarios cuyo único motivo de consulta es la necesidad de cobertura de un documento de estas características.
Una niña se va a cambiar de colegio y allí le exigen un certificado médico. Primera discrepancia: en el centro escolar le han asegurado que sirve un papel cualquiera con un membrete. Falso, pues si exigen un certificado médico, sólo existe un modelo oficial (que no es gratuito y que se compra en el Colegio Oficial de Médicos). A continuación, iniciamos el repaso histórico de las patologías registradas en la historia clínica de la muchacha en cuestión. Revisamos además su calendario vacunal. La tarea administrativa se multiplica tantas veces como el número de hermanos que se van a mudar de aulas. Es la única ocasión en la que prefiero a los hijos únicos.
Una pensionista y su marido se han acogido a un programa subvencionado de balneoterapia. Aportan un impreso estándar, donde apenas cabe la descripción de las enfermedades padecidas y los tratamientos para las mismas. Terminada la confección del listado patológico, finalmente queda bajo la responsabilidad del médico firmante decidir si los baños termales serán o no perjudiciales para los usuarios, algunas veces incluso en contra de su criterio, pero ¿quién se atreve a denegarles tales peticiones ante el despliegue de tantos derechos?
Un fornido joven, de aspecto ultrasaludable, acude con un certificado médico oficial en la mano, requisito previo necesario para poder presentarse a unas oposiciones para un cuerpo profesional (bomberos, policía, vigilantes, etc). El médico apenas le conoce, porque como siempre ha estado sano, nunca ha acudido a consulta. Con un poco de suerte, en el archivo sólo figura su historia clínica pediátrica. Aún así, al profesional facultativo se le exige que certifique que el prójimo en cuestión está capacitado para la realización de las pruebas de máximo esfuerzo necesarias para el desempeño de tal profesión de riesgo. Y encima, no podemos realizarle las pruebas diagnósticas necesarias para tal certificación ya que el plazo de entrega de la documentación termina… ¡mañana!
Un futuro miembro de las nuevas brigadas forestales antiincendios, de aspecto tan lozano como el anterior aspirante opositor, reclama un certificado médico similar, con la salvedad de que ahora el médico debe hacer constar exactamente el texto que la administración ha publicado en el diario oficial, porque si no, no vale… Entonces ¿quién y qué certificar?
Para liberarme del empacho burocrático, Aloysius me ha regalado una estampa del cuadro de Sir Luke Fildes titulado “The Doctor”. En el apartado dedicado al lado humano de la medicina de la web especializada Fisterra, un médico de familia bajo el seudónimo de Asclepio comenta esta obra con una vigorosa lucidez:
"Esta es una de las pinturas de tema médico más conocida y siempre ha despertado en mí un intenso sentimiento de emoción. En plena época victoriana, el médico parece esperar la crisis de la enfermedad del niño enfermo, después de una noche en vela (la claridad del alba parece vislumbrase por las rendijas de la ventana cerrada). En actitud meditabunda, la mano en el mentón, reclinado sobre el paciente parece estar dispuesto a esperar el tiempo que haga falta hasta el desenlace de la enfermedad que le ha obligado a pasar la noche fuera de casa. El niño enfermo, duerme en una improvisada camilla sobre dos sillas. Una taza de café o té sobre la mesa. Un frasco de jarabe medio lleno. La madre derrumbada y agotada por la angustia y la espera, recuesta su cabeza sobre la mesa. En la penumbra del fondo, el padre se mantiene de pie y coloca su mano en el hombro de la madre, en un intento de confortarla y de buscar apoyo. Su mirada parece estar más atenta de la expresión de la cara del médico que de su hijo. Siempre me han impresionado dos cosas de este cuadro, por lo difícil que a mí mismo me resulta lograrlas en situaciones parecidas. De un lado, la serenidad del médico ante una situación grave, que parece comprometer seriamente la salud del enfermo. De otra, la capacidad de esperar el desenlace de la enfermedad cuando se ha hecho ya todo lo que era posible hacer. Cuando hago avisos a domicilio en casos urgentes o visito a pacientes terminales gravemente enfermos, esta imagen siempre me viene a la cabeza y me gustaría que con el recuerdo también me proporcionaran las cualidades que tanto envidio".
Recientemente he podido contemplar este cuadro en la TATE GALLERY. Debo reconocer que es bellísimo. El tratamiento de la luz y de las imágenes difuminadas de los padres del niño enfermo es magistral. Según información de la galería, la muerte del propio hijo del pintor en 1877 inspiró esta sobrecogedora pintura. Se trata de un homenaje al médico que lo atendió, el Dr. GUSTAVUS MURRAY.
Al romper el alba, la escena describe a un niño que comienza a recuperarse tras una noche de angustia y enfermedad. Para hacer este retrato más convincente, parece ser que Fildes construyó el interior de un cuarto rural en su sala de trabajo, enfrentado la luz de la ventana de la pintura frente a la de la ventana del estudio. El artista madrugaba cada día para poder captar cómo ésta comenzaba a brillar.
Una obra maestra que, al fin y al cabo, representa la veneración de un artista ante el abnegado heorísmo cotidiano de un simple médico de cabecera.
24 abril 2007
ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL
23 abril 2007
EVOLUCION REVOLUCIONARIA
18 abril 2007
EL COMBATE DE LAS AMAZONAS
17 abril 2007
KOVA Y LA RED
15 abril 2007
NO TUVE OPCIÓN
Y es que ha habido víctimas de todas las especies: mulas que sufrieron el corte de sus cuerdas vocales para que sus rebuznos no alertaran al enemigo, luciérnagas que servían de linternas para leer los mapas de orientación en la oscuridad, audaces palomas mensajeras que cruzaban las líneas enemigas portando órdenes e instrucciones militares, perros salvavidas que buscaban supervivientes entre los escombros de los bombardeos, nobles caballos que sirvieron como veloz montura, sobrios burros de carga, bueyes, elefantes e incluso gatos que viajaban en los navíos para mantener alta la moral de la tripulación (como el minino superviviente en “Alien”). En el grupo escultórico reza el lema “No tuve opción”, y está situado en un lateral de Hyde Park, cerca del famoso Speak Corner, donde cualquier hijo de la Gran Bretaña puede despotricar y dar públicamente la tabarra, siempre y cuando en su discurso crítico no ofenda a la Corona.
Siguiendo en Londres, en pleno Whitehall existe otro monumento muy especial, esta vez dedicado a las mujeres británicas que participaron en la II Guerra Mundial. Dicen las malas lenguas que la erección de esta estatua es posterior a la del monumento a los animales.
Las reivindicaciones feministas y la lucha por los derechos de las mujeres han tenido siempre en Gran Bretaña un buen caldo de cultivo. En 1792, Mary Wollstonecraft publicó su obra “Vindicación de los derechos de la mujer”, cuyas ideas fueron satirizadas en otra obra anónima titulada “Vindicación de los derechos de las bestias”, atribuida al famoso filósofo de Cambridge Sir Thomas Taylor. Ya ven ustedes cómo se las gastaban entonces ciertos académicos. En la Nacional Portrait Gallery de Londres, está colgado un delicado retrato de la escritora pintado en 1797 por John Opie (ver imagen superior). Ese mismo año, Mary Wollstonecraft fallecía precozmente como consecuencia de las complicaciones sufridas al traer al mundo a su hija, la novelista Mary Shelley, creadora del famoso monstruo de Frankenstein.
Ya ha llovido desde entonces, pero todavía hay quien niega la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. También campa a sus anchas algún que otro especieísta, defensor de la supremacía de la especie humana sobre las demás que pueblan el planeta. Y es que mejor no iría a todos si esta categoría de paisanos tan pragmáticos encontrase su retiro definitivo en las feraces tierras de la sabiduría. No tienen más opción.
12 abril 2007
PINTURAS EN MOVIMIENTO
Se nos está animando a participar en el apasionante juego de las emociones: están ahí, sobre el lienzo y la pantalla, plana las huellas emocionales que el artista intentó comunicarnos mientras generaba su obra. Así, de esta cautivadora manera, perduran también profundamente entrelazadas con las emociones particulares desencadenadas de manera única e irrepetible en cada uno de los observadores.
PIEDE FERITO
"A Knight with his Jousting Helmet" es el título abreviado en inglés de esta obra del prestigioso retratista Giovanni Battista Moroni, de cuya visión podemos disfrutar al visitar la National Gallery de Londres.
11 abril 2007
TIEMPO DE REGATAS
- La ética utilitarista de JEREMY BENTHAM establece la IGUALDAD MORAL en la siguiente fórmula:"cada uno ha de contar por uno y nadie por más que uno".
- Para GOTTLOB FREGE la aritmética es una ciencia, siendo sus objetos de estudio los números de la misma manera en que para la física lo son los objetos físicos:“el matemático está interesado, por lo tanto, bajo este enfoque, en la descripción correcta de un ámbito particular de la realidad, comparable con los reinos físicos descritos por el geógrafo y el astrónomo.”
05 abril 2007
ESCULTURA DISCAPACITADA
CAMBIO RADICAL
Me pregunto qué hubiera sido de la bella y viril fealdad de Jean Paul Belmondo en "À bout de souffle" Jean - Luc Godard, 1959) o de la anorexia acentuada por el hermoso y prominente apéndice nasal de Adrien Brody en "El Pianista" (Roman Polanski, 2001) si hubieran decidido modificar sus imperfecciones bajo los brillantes focos de los quirófanos.
Para aclararnos, no se trata de hacer desde esta página un alegato en contra de la cirugía estética. Ni mucho menos. Existen múltiples situaciones patológicas (deformidades, malformaciones, secuelas postraumáticas, queloides, retracciones cutáneas por profundas quemaduras, estados intersexuales) que sin duda alguna exigen el tratamiento del bisturí reparador. Nada que objetar tampoco al libre albedrío aplicado a la hora de mejorar la propia imagen de todos aquellos que no están contentos con su cuerpo y encima pueden pagárselo.
Una vez pulverizada la ética del espíritu en los lacrimógenos programas que explotan por ejemplo, entre otras muchas cosas, el sentimentalismo de las familias de inmigrantes que se vuelven a reunir en los platós gracias al desbordante poder del money televisivo, se ha dado un paso más allá al comercializar con el pellejo y la casquería corporales.
LA SIESTA
Pero, como ocurre con muchas otras cuestiones de la Medicina, la luz reveladora de la epidemiología a veces no nos ilumina con todo el esplendor deseado. A principios del corriente año, la BBC se hacía eco de un estudio realizado en Grecia durante 6 años, involucrando a 25000 sujetos de ambos sexos. Los investigadores concluyeron que el riesgo de morir por un infarto agudo de miocardio se reducía en un 34% entre aquellos que habitualmente tomaban la siesta. Y los más beneficiados eran los trabajadores masculinos (el descanso del guerrero), con importantes reducciones de su riesgo cardiovascular (que llegaron incluso a alcanzar el 64%).
SIESTA también han sido las siglas del estudio realizado por un grupo de especialistas de la Sociedad Española de Cardiología, encabezados por el profesor Dr. Juan Carlos Kaski, del Hospital S. George´s de Londres, de cuyas admirables cualidades científicas y personales he podido aprender en varias ocasiones. En este trabajo multicéntrico, en el que participaron investigadores gallegos de los hospitales Juan Canalejo y Clínico de Santiago, trataba de identificar los marcadores de inflamación y la estratificación del riesgo en pacientes afectados por síndromes coronarios agudos. En este caso, la relación entre siesta y patología cardiovascular se limita a un mero juego de palabras. Como divertimento del lenguaje es también el identificar fiesta y siesta.
04 abril 2007
A JANO.....
02 abril 2007
BUENAS MANOS
Una anciana color ceniza desgranaba las cuentas de su rosario de palo santo en el asiento de al lado. El siseo de sus labios apergaminados parecía salmodiar una antigua plegaria. Un ajado mandil de desteñidos trazos rojiblancos reposaba sobre sus amplias faldas de paño deshilachado, descansando sobre las rodillas dobladas. Vieja madre, vieja puta, vieja mártir, vieja ladrona.
Me había adormilado contando los anuncios de hojalata que de cuando en cuando asomaban oxidados entre los matorrales. Una voz cansada llamó mi atención:
- Que Dios la bendiga, querida. ¿Va usted hasta el valle? – quiso saber la viejita indagadora. Su miraba brilló un instante y volvió a serenarse en sus ojillos hialinos.
- Sí, señora. Voy al sanatorio, a consultarme.
- No tiene usted muy buena cara, hija. Tal vez se haya mareado un fisquito con tanto vaivén de la guagua..., o quizás esté preñada - sentenció, encogiéndose de hombros. Mientras se acomodaba en el asiento, volvió a la carga.
- ¿Y qué médico va a visitar?
- Tengo una cita concertada con el Dr. Todos los Santos – contesté esbozando la mejor de mis sonrisas.
De repente, la anciana se alegró muchísimo. Chasqueó sus deditos sarmentosos y me dijo:
- Es un médico estupendo. Mi pobre marido apenas hace un año que falleció en sus manos.