Cuando escribo estas líneas todavía España no es la nueva campeona del mundo de fútbol. Cuando el lector pose su vista sobre estas palabras, en su sección habitual del diario “La Región”, tal vez este anhelo esté a punto de consumarse. Bendito es el fútbol, que nos mantiene anestesiados ante tanta crisis y desasosiego. Loor a un deporte tan democrático que ha encumbrado en la gloria a prójimos gordos y bajitos, como Maradona, Torpedo Müller o Romario, a la par que a tipos tan espigados y desgarbados como Zigic, Koller o Peter Crouch, a centrocampistas más lentos que las tortugas, como Vicente Del Bosque o Ricardo Gallego, y a auténticas balas sobre el césped como Robben, Gento, Messi o Cristiano Ronaldo.
Pero el título de hoy nada tiene nada que ver con tantas gestas épicas en pos de un balón pateado sobre un rectángulo de juego con porterías. Más bien se refiere a la controversia creada en el ámbito de la nutrición por los partidarios y los detractores de los productos lácteos.
Hace unos meses leí una diatriba contra la leche y sus derivados firmada por el polémico Fernando Sánchez Dragó. Voluntariamente se convertía en el portavoz de los críticos contra el consumo de un alimento que sólo es necesario para los cachorros de los mamíferos que todavía se están amamantando.
Otros especialistas han encontrado inconvenientes en la intolerancia digestiva a la leche que se va desarrollando con el devenir de los años en nuestros intestinos adultos. No en todos, pues las vacas son animales sagrados para los valerosos Masai que pastorean sus rebaños en las altiplanicies del África Central y Oriental. Estos guerreros se alimentan habitualmente con la leche de sus rebaños. Sin intolerancias ni incómodas diarreas. Algo tendrá que ver entonces la genética.
Los defensores de los lácteos los identifican como la principal fuente de calcio en la dieta de los europeos. Para Sergio Casalmiglia, catedrático del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona, consumir estos alimentos aporta más beneficios que no hacerlo. Según este experto, existen estudios prospectivos demostrando que las personas que toman leche tienen menos problemas cardiovasculares, que están más protegidos frente al cáncer de colon y que incluso tienen menos riesgo de convertirse en diabéticos tipo 2.
También son útiles en las dietas de adelgazamiento, pues favorecen la eliminación de las grasas y combaten su acúmulo en el organismo. Como alimento, la leche sigue considerándose uno de los más nutritivos, con un menor índice glicémico.
Si se toleran, los lácteos son buenos alimentos y económicos. Consumiendo leche, de paso ayudamos a nuestros ganaderos, los infatigables Masai de los prados gallegos...
Porque soostiene Aloysius que somos lo que comemos. Porque somos la leche.