CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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28 octubre 2017

VEREMOS COSAS


Y tu: ¿qué quieres ser de mayor? ¡Diseñador de órganos, mamá!. ¿Qué habrá sido de aquellas cándidas anticuadas respuestas, las de los años infantiles de neblinoso recuerdo, cuando los chicos querían ser bomberos, médicos o futbolistas, y las chicas enfermeras, azafatas o afamadas actrices, sueños de porvenir tan rancios, con olor a bolitas de alcanfor, tan sexistas, tan ingenuos. ¿Qué fue de los que queríamos ser astronautas? Pudiera parecer, por instantes, que la velocidad de rotación de la Tierra se acelera progresivamente, que los días pierden horas y las horas minutos, que nuestra sociedad, confusa, se retuerce indigesta ante el hartazgo científico y tecnológico de ese futuro que parece extinguir el presente con la máxima celeridad, incapaz de procesar lo que se nos viene encima ni de suturar la brecha que cada vez nos irá separando más y más como seres humanos. Y sin embargo, cuántas fascinantes sorpresas nos esperan. Lástima de disponer tan solo de una existencia para vivirlas. Porque el diseñador de órganos, aprendiz de brujo, no es un producto de nuestra imaginación, sino más bien una realidad fehaciente. A finales del 2016, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) hacía pública una de sus creaciones más fantásticas, complejos y diminutos túbulos capaces de albergar a las c
ulas que los
e a las cnciones de filtraciresiaron impresoras 3D ñador dear la brecha que cada vez nos irngerd transfers.nes socélulas que facultarían su funcionamiento como auténticos riñones. Y para fabricar el soporte del tejido renal natural, emplearon impresoras 3D. ¿Se imaginan que estos tejidos obtenidos mediante bioimpresión consigan igualar las funciones de filtración de nuestros riñones sanos? ¡Adiós máquinas y unidades de diálisis! Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¡Ingeniera técnica especialista en impresoras 3D, mamá!

El MIT, probablemente la mejor universidad del mundo, y también la más inaccesible, acepta solamente el 9% de las solicitudes de sus aspirantes. Su historial cuenta con 76 premios Nobel. A principios del año pasado, sus expertos andaban enredando con lo que ahora conocemos como lenguajes de bioprogramación. Le pongo un ejemplo al atribulado Aloysius, para simplificarle las cosas: ¿te imaginas que alguien pudiera enviarle instrucciones a una célula o a una bacteria concreta? Ya se está trabajando con cultivos bacterianos para que fabriquen fármacos anticancerígenos y con levaduras capaces de deshacerse de los productos tóxicos de un órgano o de un tejido. Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¡Bioprogramadora , mamá!

Al finalizar estas líneas, pienso ponerme a repasar las lecciones de ingeniería genética, ciberbiología, robótica y realidad virtual presentes en “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982) y su secuela “Blade Runner 2049” (Denis Villeneuve, 2017) Tal vez hoy consiga soñar con ovejas eléctricas o con bellísimas replicantes Nexus 6, o con seductores hologramas de 6 metros de estatura, mientras una madre, en un futuro tan cercano, mientras amamanta a su retoño se pregunta: y tu, pequeñito, ¿qué serás de mayor? Espero y deseo que una buena persona, porque estoy convencido que verá cosas que nosotros no nos creeríamos.

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04 octubre 2017

APRENDIENDO DE LOS ANUNCIOS


Sostiene Aloysius que podemos aprender medicina contemplando los anuncios de la televisión. Y yo añadiría que también farmacia e incluso sociología. Juntos hemos estado repasando los dos diversos ejemplos. Un padre y una hija caminan por un paso de cebra. El padre se vuelve para agradecer el gesto de urbanidad de una conductora, respetando a los peatones que cruzan por donde deben. La hija, extrañada, le recrimina tanto saludo, pues es obligatorio que el automóvil ceda el paso a los viandantes cuando atraviesan la calle por tan singular espacio. 

Cambio de escenario. Ahora el mismo padre con su hija detienen su vehículo ante un paso de cebra. Pasan varios peatones, sin inmutarse. La última, con una sonrisa, agradece el gesto. Y el padre se apunta un tanto. Dicen los expertos que ser amable es bueno para la salud: aumenta las endorfinas y la dopamina cerebrales, lo que en la práctica se traduce por un incremento del bienestar. A la vez disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Por si fuera poco, se libera más oxitocina, la hormona de la confianza, que a su vez reduce el óxido nítrico en los vasos sanguíneos y consigue que se reduzca la presión arterial y disminuya el riesgo cardiovascular. La oxitocina también facilita la regeneración muscular, reduce la inflamación y evita el envejecimiento prematuro. Cuando la joven del anuncio vaya creciendo, si mantiene una vida saludable, probablemente vivirá más y mejor, disfrutando de ese plus adicional que sin duda le aportará su amabilidad con el prójimo.

Otro anuncio. Un par de chavales van a la procura del abuelo solitario que aburrido deja pasar el tiempo en un club social. Como ya no queda nadie de su equipo, se lo llevan a un otero para que vea un partido de fútbol en una tableta informática y así pueda jalear sin tapujos los éxitos balompédicos de su escuadra favorita. Y se pregunta Aloysius: ¿y por qué mejor no se lo llevaron a casa para ver en familia el dichoso partido? Los expertos llevan años alertándonos sobre una epidemia patológica de enorme envergadura llamada soledad. En la era de la información y de las comunicaciones, resulta que el aislamiento y el abandono resultan tan nocivos para la salud como la obesidad. Prestigiosos psiquiatras, como el profesor John Cacioppo, que enseña Psiquiatría y Psicología en la Universidad de Chicago, defienden que la mera percepción del aislamiento y la soledad desencadenan una serie de consecuencias biológicas, cognitivas y conductuales que incrementan en un 26% las posibilidades de una muerte prematura.

Todas estas reflexiones se nos vienen a la cabeza mientras turbados contemplamos el anuncio que Spike Jonze grabó para la marca de perfumes Kenzo, protagonizado por la joven actriz y bailarina Margaret Qualley, con música del iconoclasta Sam Spiegel, hermano del director, y cuyo título, “Cerebro Mutante”, evoca un futuro no muy lejano en el que a través de los anuncios de televisión continuaremos aprendiendo algo de medicina.