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18 julio 2018

LA HUMANIZACIÓN DE LOS CUIDADOS INTENSIVOS






El otro día nos aventurábamos, no sin cierto atrevimiento, a pronosticar cómo serían los hospitales del futuro, más pequeños, confortables, funcionales y especializados, más cercanos a los pacientes, con nuevos servicios de apoyo a los asistenciales, y con la presencia de robots en las diferentes áreas de los mismos, desde la información y el acompañamientos de los usuarios, hasta los propios quirófanos y unidades de hospitalización.

Sostiene Aloysius, cuando nos escucha defender semejantes planteamientos, que todos esos avances estarán muy bien, pero siempre y cuando no se pierda de vista la humanización de nuestros centros, pues al fin y al cabo, deberían destinarse más a la atención de enfermos que a la resolución de determinadas enfermedades. Precisamente en esta línea ya nos estamos moviendo en la actualidad. Y para demostrarlo hemos escogido un proyecto centrado en la mejora de las unidades de cuidados intensivos, que albergan a los pacientes más críticos, donde trabajan profesionales de diversas disciplinas.

El enfoque parte de la confluencia entre los profesionales, los pacientes y sus cuidadores, familiares en la mayoría de los casos, pero que no siempre habrá de ser así. Los expertos han establecido 7 líneas estratégicas para la humanización de los cuidados intensivos. La primera de ellas hace referencia a las unidades de puertas abiertas, en las que los familiares puedan estar presentes y participen en los cuidados. La segunda hacé hincapié en la comunicación, tan necesaria y a veces incluso ausente en la era de la globalización y las modernas tecnologías, no sólo entre el equipo encargado de los cuidados, sino también con el paciente y sus cuidadores. La tercera línea está centrada en el bienestar del paciente, físico, psicológico, ambiental, garante del necesario descanso y promocionando la autonomía del paciente según su grado de afectación. La cuarta línea estratégica centra su foco en los profesionales, con la intención de evitar el desgaste inherente a la toma de decisiones rápidas y con capitales consecuencias sobre la salud y el bienestar de los enfermos. La quinta línea se ocupa de la prevención, manejo y seguimiento del conocido como síndrome post cuidados intensivos (PICS en sus siglas en inglés). Descrito recientemente, puede afectar a un número significativo de pacientes, con problemas de salud presentes tras el alta hospitalaria, como dolor persistente, malnutrición, debilidad, ansiedad, depresión, pérdida de la memoria, alteraciones del sueño y estrés postraumático. La sexta línea estratégica se ocupa de los cuidados al final de la vida, cuestión de de bate continuo, respecto a los protocolos a seguir, el control de los síntomas físicos, el acompañamiento en el final de la vida, la cobertura de las necesidades espirituales y emocionales, la limitación de los tratamientos de soporte vital, buscando el bienestar y huyendo del encarnizamiento terapéutico, y todo ello siempre desde un prisma multidisciplinar que delimite las fronteras y amplíe los horizontes.

Finalmente, la última línea estratégica ha de procurar unas infraestructuras humanizadas, valorando la privacidad, el confort ambiental y del área de profesionales, familiares y cuidadores, procurando, en la medida de lo posible, la distracción y orientación de los pacientes. Una correcta señalización y accesibilidad a las unidades de cuidados intensivos facilitará enormemente las cosas, así como la habilitación de patios, jardines y espacios para la relajación.

 Conseguida esta realidad, y aún pudiéndolo evitar ¿quién no querría estar en una unidad de cuidados intensivos?


HOSPITALES DEL FUTURO





A los que hoy día trabajamos en hospitales, con frecuencia se nos plantea cuál será el futuro de nuestros centros. Una incógnita difícil de despejar, puesto que en la solución se encuentran implicados factores tan dispares como la balanza demográfica, el envejecimiento poblacional, la política sanitaria o la tasa de reposición de los médicos especialistas, por considerar varios ejemplos.

Hace apenas una semana, los medios de comunicación se hacía eco de un estudio piloto que va a llevarse a cabo en el Hospital Clinic y el San Joan de Deu de Barcelona. De esta manera, el pequeño robot humanoide Pepper podrá interactuar con pacientes de la tercera edad, para explicarles los tratamientos a seguir, o convertirse en acompañante de niños inmunodeprimidos o pacientes en fase postoperatoria. El coste medio de estos robots de apariencia dulce y jovial ronda los 16000 euros, y los resultados sobre su efectividad podrán conocerse a mediados de 2019.

Este es un primer adelanto del futuro que vendrá, donde la presencia de los robots se multiplicará notablemente en la medicina de precisión, desde los quirófanos, donde el sistema de cirugía robótica Da Vinci, presente en varios hospitales públicos españoles, lleva ya unos cuantos años ayudando a los cirujanos, hasta las salas de recepción y consultas. A la par, los servicios informáticos irán incrementando sus efectivos. En los hospitales actuales, los trabajadores mayoritarios son el personal médico y de enfermería. Nuevas profesiones relacionadas con la informática y las nuevas tecnologías irán ganando espacio y medios materiales en los hospitales del futuro. Hoy en día ya manejamos conceptos como big data, inteligencia artificial o el internet de las cosas. Aquellos pacientes que vivan lejos de los centros de salud y de los hospitales de referencia, en el futuro dispondrán de aparatos capaces de transmitir a distancia datos relevantes para su salud.

Esto permitirá el control de muchos pacientes que de esta manera no necesitarán desplazarse a los centros sanitarios. Hace apenas unos años nos hablaban de conceptos como la historia electrónica informatizada y la prescripción de medicamentos por receta electrónica, hoy en día realidades incontestables. Los hospitales del futuro serán mucho más humanos y confortables. Tenderemos a una atención más personalizada y participativa, pues ya hemos comentado en anteriores ocasiones que existen enfermos, no enfermedades.

Uno de los pasos que han comenzado a darse al respecto son las unidades UTPR (habitación de parto integral), que irán progresivamente sustituyendo a los antiguos paritorios, donde la mujer que desee tener su hijo en el hospital dispondrá de las máximas medidas de confort y los mayores estándares de calidad asistencial. Los hospitales del futuro dejarán de ser lugares en los que nadie quiere entrar, Para ello, la humanización está obligada a dulcificar la aplicación fría y dura de los avances tecnológicos. Tal vez en aras de esa tan necesaria consideración, los grandes hospitales del pasado irán progresivamente desapareciendo, dejando su lugar a centros más pequeños, prácticos y eficientes, donde la especialización se encuentre al servicio de los tratamientos más personalizados.


No los perdamos de vista y de paso no olvidemos que, tal y como nos advirtió el genial Arthur C. Clarke, el futuro ya no es lo que solía ser.