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30 diciembre 2005

LOS SIN TECHO


EGON SHIELE: Desnudo masculino sentado (autorretrato). 1910.
Oleo y guache. Colección Rudolph Leopold - Viena.

Transcurridos la Nochebuena y el día de Navidad, rebasado además el día de los Santos Inocentes, gracias al frío invernal algunos políticos han vuelto a poner de moda los jerséis de cuello “Manix” como si de un revival de los 70 se tratase, finas prendas de vestir que nuestras madres nos compraban entonces como de "cuello cisne" y en colores sufriditos, si podía ser.

Pero además este período hibernal trae colgando de su gélida cola una serie de pérdidas humanas que en las estadísticas computan como víctimas colaterales de una meteorología adversa. Me refiero a los llamados “sin techo” ("the homeless" en la mucho más precisa lengua de Shakespeare) y me llama la atención que el perfil de estas personas ha cambiado desde hace un tiempo a esta parte, siendo cada vez más jóvenes (38 años de media), contando con estudios e incluso un 11% de ellos con empleo. Atrás queda la imagen del vagabundo estándar, anciano y desastrado, tocado con greñas y pegado a un cartón de vino barato.


Recuerdo que al año pasado, coincidiendo también con el más crudo invierno, apareció el cadáver de un menesteroso en un cajero automático de mi ciudad. Se llamaba VICENTE y padecía un SIDA terminal. Este año no iba a ser menos y ahora vez le ha tocado a otro indigente, esta vez dormido para siempre en la antigua estación ferroviaria de San Francisco. Y mientras toda esta desgracia ocurre, unos desalmados la emprendieron en Barcelona con una mendiga que se refugiaba en otro cajero bancario, solo que esta vez la pobre no murió congelada sino abrasada por el líquido inflamable que antes de prenderle fuego habían derramado sobre ella. Estos criminales dicen que se les fue la mano; yo más bien creo que son un denigrante ejemplo de los tiempos turbulentos que nos ha tocado vivir.

Como en otras ocasiones, la ficción es rebasada por la cruda realidad. Un Papá Noel disfrazado de Santa Claus me ha regalado este año un libro que glosa las 1001 películas que uno debería ver antes de morirse. Tengo que consultar si entre las mismas viene “La Naranja Mecánica” de Stanley Kubrick. Me queda la duda si aquellas bestias pardas de la Ciudad Condal la vieron también y me sobrecoge la capacidad de predicción que en los años 70 tuvieron tanto Kubrick como el escritor Anthony Burgess, autor de la novela original.



Como bálsamo ante tanta vileza me han invitado al cine: estamos dudando entre la reciente versión de “Oliver Twist” filmada por Roman Polanski o “¡Qué bello es vivir!” de Frank Capra (¡seguro que la dan en la tele!). Pero mientras escribo estas líneas me he enterado de la pérdida de otro de los sin techo de Ourense. Su nombre era JUAN y acostumbraba a pasear su delgadez extrema por la calle de Santo Domingo, pidiendo unas moneditas o vendiendo unas toscas pulseras de bisutería de cuero. En verano, al atardecer, se dejaba caer por las terrazas de la Praza do Ferro tocando la flauta con el aire que costosamente salía de sus pulmones. Para concluir, hoy no hay citas rimbombantes; tan sólo las palabras de una anónima pordiosera aseverando que a los viejos y pobres se les cae todo, hasta el apellido.




19 diciembre 2005

PEQUEÑO AYUDANTE DE SANTA CLAUS



Así se llama el galgo de Los Simpson: una joyita de perro (travieso, vago y torpe, como sus dueños). Homer y Bart lo recogieron de la calle en Navidad, pues había sido expulsado del Galgódromo de Springfield. Esta historia tiene dos finales, uno triste y otro feliz. Primero el triste: durante un episodio de la serie este chucho se convirtió en el guardián del odioso Sr. Burns. Ahora el final feliz: una vez regresó al canódromo y se enamoró de una perra que corría en ese momento. Tuvieron 25 cachorros. Colorín, colorado, un cuento repetido y continuado.

Otra historia canina navideña: faltando una semana para Nochebuena, encontré una perra aparentemente abandonada en el aparcamiento de una gran superficie comercial. Corría de un lado para otro angustiada, con gran riesgo de resultar atropellada. Al llamarla acudió mansamente a mis pies. La metí en el coché y se acurrucó en un rincón. Pasó casi todo el fin de semana tumbada sobre un cojín. Silenciosa, la sentía gimotear cuando yo tenía que salir a la calle. Está muy bien adiestrada y es tremendamente cariñosa. Hoy fui con ella al veterinario. Tiene un microchip y su dueña ha sido localizada. La muchacha había empapelado su barrio con carteles reclamando información sobre su mascota. La perrita tiene unos 8 años, se llama Gilda y es de raza Teckel. Cuando te mira inclina la cabeza hacia su lado izquierdo porque en el pasado sufrió un traumatismo cefálico que le dejó una epilepsia como secuela. Resultó muy emocionante asistir al reencuentro de ambas amigas. Colorín, colorado.

16 diciembre 2005

BICHOS




A las 2 de la tarde, con una temperatura en el interior del almacén de frutas de 6 grados centígrados, una Pholcus phalangioides que pende del techo me hace señas con una de sus 8 patas. Cuesta orinar con tanto frío y pienso en Azarías aliviándose en los gélidos campos de Extremadura y en las cremas de urea, que son muy buenas para las grietas de las manos - "Me las meo para que no me se corten" - decía aquel cretino mientras se la sacudía. Cuando volví a mirar a la araña, había desaparecido.


"Casa tomada", escribió Cortázar. Tengo mi casa tomada por las hormigas; es como si hubieran presentido mi marcha y acuden todas en procesión para despedirse. La otra noche una valiente descendió por mi brazo provocándome un cosquilleo - un hormigueo, que diría el experto. Al amanecer busqué el insecticida; sólo tenía matamoscas. Cuando abrió la droguería compré el más potente hormiguicida. Al regresar a mi habitación las hormigas habían desaparecido.

12 diciembre 2005

EFI - CIENCIA MÉDICA



La enfermera acercó el micrófono a sus labios:

- El Dr. Eficiente y su equipo les dan la bienvenida a este Centro de Salud...

- La duración aproximada de la consulta será de 4 horas y media...

- Les corresponde a cada uno de ustedes un tiempo medio de asistencia de 5 minutos...

- Este centro dispone de cuatro salidas... (¡a su vez también son entradas!); para su comodidad les rogamos no provoquen aglomeraciones...

- Para más información les rogamos consulten los carteles y los folletos repartidos por las mesas...

Dijo un día Michael Peckman: "el médico puede llegar a resultar tan remoto para sus pacientes como el piloto que tripula un avión de líneas aéreas para sus pasajeros: todos reconocen su liderazgo y aceptan someterse a sus decisiones, pero nadie lo conoce".

No lo tengo yo tan claro como Peckman (¿todos aceptan sus decisiones?). Sin embargo, el otro día un amigo mío me comentó que acababan de operarle de apendicitis - ¿Quién te operó? - le pregunté... - No tengo ni idea.

11 diciembre 2005

JINGLE BELLS


Como si vivíesemos montados en el vaivén de un metrónomo, una vez más se acerca la Navidad a nuestras vidas. Aflojemos pues nuestros bolsillos sumergidos en la vorágine de un consumismo incontrolado; ¡manos arriba, esto es un atraco!. Hasta Homer Simpson no ha podido resistir la tentación y se ha vestido de Papá Nöel. Mientras dos de Los Panchos se emborrachan y se lían a hostia limpia en un hotel de Tegucigalpa, la Navidad ha llegado a Auriavella más luminosa que nunca (¡menos mal que nos queda Portugal!).

La calle de Santo Domingo se ha convertido en un océano de luz blanquiazul, como si de un inmenso coche patrulla de servicio se tratara, mientras los niños corren a estrellarse las naricillas contra los escaparates de las jugueterías. Y como no hay Navidad agridulce, en una avalancha de nieve en la Cerdanya se muere aplastado el Dr. Carles Margerit, pionero de los transplantes hepáticos en España.

Unos vienen y otros se van, porque ha nacido un bebé llamado Oscar cuya madre es portadora del VIH. De paso que se infectó con este virus, contrajo una hepatitis multivírica B, C y delta que convirtió su hígado en una masa cirrótica inoperante. Ella vive gracias a un transplante hepático. Los médicos se las vieron y se las desearon para compatibilizar los efectos terapéuticos y secundarios del tratamiento antirretroviral y de los fármacos antirechazo con el normal desarrollo embrionario de Oscar. Dicen que ahora se toma biberones de leche con zidovudina.

Me despido comparando a Jacques Chirac con Bill Gates: el primero quiere establecer la tasa área contra el SIDA en África, cobrando 1 euro extra en los vuelos franceses dentro de Europa en clase turistra y hasta 40 euros adicionales en los vuelos extraeuropeos en 1ª clase. El segundo acaba de donar 450 millones de dólares para financiar proyectos científicos "iconoclastas", como por ejemplo el descubrimiento de las marcas genéticas que portan muchas prostitutas de Kenia que no se han infectado con el VIH a pesar de mantener constantes contactos sexuales de riesgo. ¡Qué suenen los villancicos!.

06 diciembre 2005

TÉ EN EL SAHARA



En 1983 The Police decidieron separarse como conjunto musical y nos dejaron como legado un último álbum titulado “Synchronicity”, título a su vez tomado del libro homónimo del filósofo suizo Carl Jung. Su tema principal fue el afamado “Every Breath You Take”; una noche de verano de 1983, en el Andy´s Bar de Copenhague, Aloysius estuvo oyéndola una y otra vez en una gramola, quizás sumido en la melancolía por la inmediata desaparición de su grupo favorito.

En líneas generales, la teoría de la sincronicidad de Jung versa sobre el acontecimiento de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, pero que sin embargo tienen una relación significativa. Para entendernos, me cuenta Aloysius la increíble historia protagonizada por el actor canadiense Charles Coghlan, fallecido de forma repentina en la ciudad texana de Galveston en 1899. Sus restos mortales fueron depositados dentro de un pesado ataud enterrado en una tumba excavada en granito. En 1900 un terrible huracán devastó la isla de Galveston anegando completamente su cementerio. La tumba de Coghlan fue una de las más afectadas, llendo a parar su ataud al océano Atlántico donde fue arrastrado hacia el norte por la corriente del Golfo de Méjico. Nueve años después, en octubre de 1908, el féretro desvencijado fue rescatado de las aguas por unos pescadores de la isla canadiense del Príncipe Eduardo. En cadáver de Coghlan había recorrido por el mar unos 5600 km para regresar a su pueblo natal. Hoy yace enterrado en el cementerio de la iglesia local, la misma en la que había sido bautizado.

Retomando el último disco de The Police, yo siempre he preferido otro tema (“Tea in The Sahara”). Me parece mucho más íntimista, especialmente por su letra: trata de un joven que no se presenta a una cita para tomar el té en el desierto, mientras unas afligidas muchachas le esperan con sus tazas llenas de arena. Y no precisamente por sincronicidad trato hoy el estado de la sanidad en los territorios de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD); hace unas semanas comentaba una situación similar en la franja palestina de Gaza.

Me ha llamado poderosamente la atención el papel que allí desempeñan las mujeres en el sostenimiento de un precario sistema sanitario. La situación en la que el Sahara quedó sumido tras la descolonización española fue dramática, pues no permaneció allí ni un solo médico titulado; la sed, el calor, el hambre y las enfermedades infecciosas se convirtieron en los cuatro jinetes del apocalipsis para una población desfavorecida e indefensa. Los actuales campamentos de refugiados están en territorio argelino y se organizan en cuatro grandes provincias o wilayas (El Aaiún, Smara, Auserd y Dajla). Cada una de ellas se divide en seis o siete pueblos o dairas. En cada daira hay un dispensario regido por mujeres miembros de los Comités Populares de Salud, que realizan tareas asistenciales elementales y labores de prevención y orientación sanitaria destinadas especialmente a las madres y a sus hijos. Existen dos hospitales generales para todo el territorio, extremadamente rudimentarios si los comparamos con los occidentales. La mayoría de su material ha sido donado por las Naciones Unidas.

Al igual que en Palestina, los enfermos más graves y los casos más complicados han de ser tratados en el extranjero, generalmente en Argelia y en España. La atención obstétrica y pediátrica resultan fundamentales en un territorio con una tasa de mortalidad infantil de 39 fallecidos por cada 1000 nacidos (año 2000) y donde cada madre suele tener una media de 5 ó 6 hijos.

Mientras llega la Navidad, el conflicto del Sahara sigue sin resolverse. Al igual que en el portal de Belén, una madre y un niño sufren por decisiones políticas de altos vuelos. Me cuenta Aloysius que el último país que ha reconocido a la RASD fue la República de Paraguay, el 9 de febrero del 2000. ¡Qué guay del Paraguay!.


02 diciembre 2005

OMEGA TRES


No hace mucho tiempo, en las consultas del médico de cabecera, todavía podíamos escuchar a pacientes preocupados por si podían comer o no pescado azul. Tanto recelo hizo que incluso el precio de las sardinas se pusiera por las nubes, convirtiendo a este humilde pez azul en un aristócrata de los mares. Omega Tres no es ninguna estación espacial sino el apellido de unos ácidos grasos que han demostrado notorios beneficios en la prevención de las enfermedades cardiovasculares.

En los años noventa, unos investigadores griegos se percataron de la escasísima incidencia de este tipo de enfermedades entre los habitantes de la isla de Creta, ávidos consumidores de pescado en su dieta. Estudiaron el porcentaje de ácidos grasos omega tres en diferentes especies mediterráneas, como por ejemplo la caballa, la merluza, la dorada o el salmonete, concluyendo la indudable bondad de los mismos a la hora de reducir el nivel de triglicéridos y de colesterol “malo” (LDL – colesterol).

Otros curiosos estudios realizados con dos tribus africanas, una vegetariana estricta y la otra esencialmente consumidora de pescado, revelaron que la dieta rica en ácidos omega tres tiene un mayor efecto reductor del LDL – colesterol que la vegetariana. Incluso en la investigación psiquiátrica existen trabajos que demuestran la utilidad de los ácidos grasos poliinsaturados en el tratamiento de la esquizofrenia y en la prevención del suicidio; ¿comería mucho pescado Césare Pavese?.

En las estanterías de nuestros supermercados podemos encontrar una amplia variedad de productos enriquecidos con ácidos omega tres, tales como huevos, leche y derivados lácteos, galletas o bebidas a base de soja. Sin embargo, recientes estudios realizados por asociaciones de consumidores insisten en que la manera más económica y saludable de aportar ácidos grasos “buenos” a nuestra dieta es consumir pescado azul: el balón de oro para el salmón fresco. Llegado aquí recuerdo al tiburón de “Buscando a Nemo” que ante los aterrados pescaditos protagonistas se autoconvencía: “¡son amigos…no son comida!”.

Mientras me debato entre la decisión de hacerme esquimal o budista, he llenado mi nevera con imanes y pegatinas de Flipper, un viejo proverbio chino me sugiere que sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente.