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28 abril 2014

CUIDANDO AL CUIDADOR


Algunos libros que coleccionan palabras clasifican en su apartado de sinónimos dos vocablos, compasión y solidaridad, que en mi humilde opinión albergan connotaciones un tanto diferentes. La primera, compasión, invoca un sentimiento de lástima hacia aquellos que sufren calamidades y desgracias. La segunda, solidaridad, santo y seña para diferentes movimientos políticos y sociales, significa la adhesión temporal a las causas de los otros. Para ser solidarios y compasivos, hace falta saber colocarse en el lugar del otro. Cuando tal identificación se hace con un prójimo que sufre o pena, la solidaridad se transforma en compasión.

Sostiene Aloysius que estas disquisiciones se hacen necesarias a la hora de disertar sobre las personas enfermas, las que por una limitación o padecimiento determinado, se encuentran con dificultades para garantizar su propio cuidado. Y en estas circunstancias, si se nos permite ser maquiavélicos, o más bien pragmáticos, todo vale con tal de facilitar la existencia de éstos nuestros semejantes.

Es entonces cuando la figura del cuidador, sea o no profesional, realice sus tareas a cambio de un salario o por el más puro altruismo, adquiere una significación fundamental. Cuidadores son los trabajadores de la salud, pero también los familiares o allegados de las personas que los necesitan, padres, hijos, esposos, parejas, hermanos, amigos… Los primeros han sido escogidos por la sociedad gracias a su formación y experiencia. Los segundos, hipotecan muchas veces tantas energías y esfuerzos que incluso llegan a relegar a un segundo plano su propio cuidado.

En una provincia como la nuestra, con una pirámide poblacional completamente invertida, con una esperanza de vida todavía entre las más extensas del mundo, no resulta extraño encontrarnos con cuidadores que, bien por su edad, bien por sus limitaciones físicas, cada día tienen que atender a un ser querido, también en la soledad de sus hogares. En España existen más de 2 millones de personas discapacitadas que cotidianamente necesitan la imprescindible ayuda de un cuidador.

Cuando analizamos el papel social de la denominada industria farmacéutica, con frecuencia nos topamos con opiniones encontradas. Sin embargo, en estos días he tenido la oportunidad de conocer una iniciativa puesta en marcha desde ese ámbito particular, destinada a reivindicar y apoyar activamente la figura de los cuidadores no profesionales, impulsando en las redes sociales el Día del Cuidador, con la intención de que no sea solamente un día más para reivindicar en un calendario de eventos quizás ya demasiado repleto. 

En colaboración con la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, han elaborado el Manual del Cuidador no Profesional, con consejos sobre el cómo cuidar y el cómo cuidarse.

  

18 abril 2014

MONDO TÓXICO


Aquellos pacientes lectores de esta colaboración periódica, seguramente recordarán la relación existente entre ciertas sustancias químicas y diversas patologías. Resultan habituales las advertencias sobre el incremento del riesgo de padecer cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares entre los fumadores habituales. 

De las paredes de mi consulta cuelga un póster que con frecuencia llama la atención de los que la visitan. Con cierta incredulidad observan la lista de tóxicos que se producen durante la combustión de un cigarrillo, y más de uno ha salido muy preocupado al conocer que introduce cada día en sus pulmones materiales presentes, por ejemplo, en los productos de limpieza doméstica o en el combustible de aeronaves y coches. 

Asimismo hemos dedicado un tiempo a la sensibilidad química múltiple, una misteriosa patología que ha comenzado a describirse en estos últimos años, de la que ya atendemos pacientes en nuestras consultas, condenados a vivir con una máscara antigases y en un intolerable aislamiento, incluso dentro de sus propios hogares.

Recientemente, la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) se ha dirigido a los máximos responsables de la sanidad española y comunitaria alertando sobre el riesgo que suponen para la salud diferentes tóxicos medioambientales con los que compartimos nuestra existencia cotidiana. En general, hablan de disruptores endocrinos, un término científico que engloba a todos las sustancias capaces de ocasionar cambios moleculares y celulares en nuestro organismo. 

Aquí se incluyen los alquilotenoles, usuales en detergentes domésticos e industriales, o el bisfenol A, utilizado para la fabricación de recipientes de plástico que contienen alimentos o agua, incluso biberones infantiles, vetado por la Comunidad Europea para consumo e importación. 

También se incorporan los ftalatos, integrantes de insecticidas, barnices, adhesivos, repelentes de insectos, lacas de uñas, cosméticos y tintas de impresión. Un simple quitamanchas empleado para limpiar nuestras ropas y alfombras contiene sustancias prefluoradas, que pueden acumularse en animales y tierras de cultivo. Son frecuentes las polémicas que cada cierto tiempo saltan a los medios de comunicación respecto a los parabenos, ingredientes de cosméticos, productos farmacéuticos y conservantes alimentarios. 

Por último, los pesticidas organoclorados, triunfadores en valiosas batallas contra la erradicación de insectos vectores de enfermedades y causantes de plagas agrícolas, provocan más daños que beneficios, quedando su uso y empleo regulados por estrictas normas en los países occidentales.


Por todo esto, no es de extrañar que ya hay quien considera la posibilidad de tener que acudir, relativamente dentro de poco tiempo, a una consulta especializada en medicina ambiental.

14 abril 2014

EL DENGUE


La otra noche tuve la oportunidad de compartir mesa y mantel con dos estupendos amigos, el Doctor Manuel Garrido Valenzuela, de vuelta una vez más de sus queridas tierras bolivianas, y Javier González Lamelas, parafraseando a Graham Greene nuestro hombre en Chandrexa, entusiasta capitán de esa nao Eurisaces que navega viento en popa, a toda vela, por los procelosos mares editoriales. 

Por obvias cuestiones digestivas, sostiene Aloysius que cuando dos médicos se juntan para cenar nunca deberían hablar de enfermedades. Por llevarle la contraria, en medio de la charla surgió una patología, el dengue. Comentaba el Doctor Garrido que uno de estos brotes epidémicos se había desatado en el departamento de Santa Cruz de la Sierra, con centenares de casos de enfermedad clásica y algunos aislados de la terrible variedad hemorrágica. 

Casualidades de la vida, el pasado 7 de abril celebramos el Día Mundial de la Salud, este año dedicado a las enfermedades transmitidas por vectores, insectos, como moscas, mosquitos, pulgas y garrapatas, pero también otros organismos, como los caracoles de agua.

Nombres como malaria, paludismo, dengue, enfermedad de Chagas, enfermedad del sueño, fiebre amarilla… en la infancia sirvieron para transportarnos con la imaginación a lejanas tierras salvajes inexploradas, a junglas de vegetación lujuriante, a ignotos manglares y a ciénagas tropicales infestadas de insectos y parásitos. 

Años, más tarde, sobre los pupitres de la facultad, aprendimos más sobre estas patologías poco frecuentes en nuestro entorno, pero causantes de gran mortandad en sus zonas endémicas. Destacar que la Medicina Tropical y Salud Internacional ha tenido siempre grandes especialistas españoles, no todo iba a ser negativo después de varios siglos de colonialismo. 

La causa del dengue o fiebre quebrantahuesos, por la afectación dolorosa de las articulaciones, es un virus transmitido por la picadura de mosquitos, principalmente del género Aedes aegypti. A nivel mundial, entre 50 y 100 millones de personas padecen cada año esta enfermedad. Alrededor de 1 millón de prójimos necesitan hospitalización para tratar sus formas más graves, de fiebre hemorrágica. Su mortalidad ronda el 2.5% y hasta existen casos raros de superinfecciones provocados por una especia de pecado original antigénico, cuando el sistema inmunitario no es capaz de responder adecuadamente a la infección viral. 

La banda ecuatorial y tropical de este planeta alberga las naciones más afectadas por el dengue: Brasil, Colombia, Paraguay, Perú y Venezuela en América Latina, y en África en Camerún, Gabón, Nigeria, Congo, Sudán, Kenia y Tanzania. También hay dengue en el subcontinente indio, en el Noreste de Australia y en el Lejano Oriente. 

Hace décadas, los mosquitos viajaban desde sus países de origen en los barriles de agua que transportaban las bodegas de los barcos. Hoy en día, la globalización también tiene estos inconvenientes. Y el próximo Mundial de Fútbol en Brasil ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias. Deseamos ganarle al dengue por goleada.

  

05 abril 2014

ANIMALES DE EXPERIMENTACIÓN



Sostiene Aloysius que dos de los libros que más han influido en su vida descansan ahora sobre el mismo estante de su biblioteca. Nos estamos refiriendo a “Matanza de inocentes: los animales en la experimentación médica” de Hans Ruesch, nada más y nada menos que 740 paginas de argumentos bien documentados en contra de estas prácticas, y “Vivisection or Science?”, la obra capital del Dr. Pietro Crocehasta donde llegamos a conocer todavía inédita en lengua española. 

Para aclarar conceptos. Cuando nos referimos a la vivisección, estamos describiendo cualquier tipo de experimento que se realice con animales vivos. Tal vez por casualidad, ambos textos tienen en sus portadas fotografías de humildes ratones de laboratorio, esos animalitos de pelaje blanco inmaculado, con sus vivaces ojillos como intensos rubíes a ambos lados de sus pequeños cráneos. 

Mientras hojeo sus páginas, el indignado Aloysius me tiende un artículo que recientemente ha recortado de un periódico. El titular resulta espectacular: "la ciencia emplea medio millón de animales de laboratorio al año". Y añade: "su utilización es muy importante en investigaciones sobre el cáncer y otras numerosas enfermedades". 

Tanto Hans Ruesch como el Dr. Croce evitan en sus obras argumentos animalistas. Su intención es demostrar cómo la investigación con animales, lejos de aportar avances en medicina, ha provocado y provoca serios retrasos en el progreso científico. 

La premisa de la vivisección es simple: los resultados obtenidos en experimentos con animales son perfectamente extrapolables a los seres humanos. La tesis del Dr. Croce también es sencilla: en un mismo experimento, incluso individuos de la misma especie reaccionan de maneras diferentes. 

Comentábamos anteriormente que en España se emplean cada año casi medio millón de animales de experimentación. Esta cifra representa ahora la mitad de los utilizados hace 20 años. El ranking está encabezado por los ratones, algo más de 400000, seguido de 84000 ratas, 4700 cerdos, 4600 conejos, 4300 cobayas y 1200 hámsters. Pero también 574 perros y 49 gatos, la gran mayoría de ellos sacrificados en aras del progreso científico. 

El Dr. Croce, nacido en 1920 y fallecido en 2006, tenía en su haber un curriculum envidiable: médico y cirujano, microbiólogo, patólogo, doctor por la Universidad de Pisa, beca Fulbright, trabajó durante años en el departamento de investigación del Hospital Universitario de Denver – Colorado (EEUU), jefe del laboratorio del Hospital L. Sacco de Milán. Tampoco fue santo de devoción de los animalistas; en resumidas cuentas, hubo de batallar toda su vida tanto contra los defensores a ultranza de la experimentación animal como contra aquellos otros empeñados exclusivamente en dotar de los mismos derechos a animales y seres humanos. 

La lógica limitación de espacio de esta sección imposibilita extendernos hoy más en estas cuestiones. Simplemente destacar que en pleno siglo XXI existen vías de investigación científica perfectamente válidas y aceptables que no necesitan derramar la sangre o provocar el sufrimiento y el dolor en millares de seres obligados a compartir con nosotros este maravilloso planeta repleto de vida.