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26 noviembre 2019

ORINOTERAPIA



No es la primera vez que desde esta sección alertamos a los lectores sobre determinadas costumbres perniciosas para la salud que, no sabiendo muy bien cómo, alguien pone de moda. 

A propósito de este tema, el otro día se libraba una encarnizada batalla en las redes sociales entre científicas, médicas y farmacéuticas contra un ejército de las llamadas influencers, personas que al parecer cuentan con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y que gracias al poder que le otorgan millares de seguidores virtuales, consiguen convertirse en auténticas estrellas publicitarias para determinadas marcas comerciales. Hasta ahí, nada que objetar. 

Cosa bien distinta ocurre cuando los zapateros abandonan sus talleres y se meten a cirujanos. Para entendernos, pongamos un par de ejemplos. Existen unas toallitas impregnadas con una solución medicamentosa, que contienen un antibiótico que se ha venido utilizando en el tratamiento del acné leve. No sirven para tratar de ocultar ese incómodo inoportuno granito en la cara de una chica, justo antes de salir de noche, por mucha o mucho influencer que lo recomiende. Y así también con anti-inflamatorios para determinadas dolencias, sedantes e hipnóticos para dormir o colirios que supuestamente endurecen las pestañas. 

Respecto a las últimas terapias escatológicas, hay por ahí quien está recomendando el uso de nuestro pipí para tratar diversos tipos de patologías. Pablo Carbonell se debe estar meando de la risa, mucho más que cuando popularizaba “Mi agüita amarilla” con sus Toreros Muertos

Podemos remontamos al antiguo Imperio Romano, cuando se publicitaban los enjuagues con meos para blanquear los dientes. Sostiene Aloysius que la historia de la Medicina está repleta de ejemplos terapéuticos tan peregrinos como éste, por supuesto cuando esta disciplina no era ni siquiera ciencia, ni científica. Ahora, resucitando a los romanos muertos, un famoso youtuber vuelve a la carga con el pis como blanqueador dental y colirio. 

Depositar orina en las mucosas, en los ojos o en las heridas tan sólo sirve para provocar molestas irritaciones o contagiarse de infecciones. Que se lo pregunten a cualquiera que haya padecido una cistitis. Y es que aunque la orina está formada por un 95% de agua, contiene además sustancias como urea, cloruro sódico, fosfatos, creatinina, ácido hipúrico, sulfato de amonio y otros compuestos que nuestro organismo elimina después del filtrado renal. 

Cuando no existían todavía Instagram o YouTube (ni se les esperaba), en 1944 el supuesto naturópata británico John W. Armstrong publicaba “El agua de la vida”, un tratado terapéutico miccional, el pionero de tan estrambótica doctrina. Pero como personajes fascinantes, nosotros preferimos al Azarías de “Los santos inocentes” (Mario Camus, 1984) que se orinaba las manos para que no se le cortasen con el frío. Inolvidables Miguel Delibes, Alfredo Landa y Paco Rabal.

10 noviembre 2019

LA TRÁGICA HISTORIA DE LA ASTURIANITA



El 24 de agosto de 2007, en nuestro blog hermano “Medycine”, publicábamos la reseña sobre la película “Freaks, la parada de los monstruos” (Tod Browning, 1932), un alegato contra la marginación de aquellos prójimos que, por unas circunstancias u otras, han sido sistemáticamente apartados de la sociedad por culpa de sus malformaciones físicas. 

Enanos y gigantes, hombres esqueleto y mujeres barbudas, personas sin brazos, sin piernas, sin brazos y sin piernas, con extraños síndromes y raras enfermedades, fueron condenados durante siglos al más cruel ostracismo, cuando no obligados, paradójicamente, a triunfar siendo los singulares protagonistas de barracas de feria y circos itinerantes. 

El catálogo es extenso, y existen libros especializados sobre este tema como “American Sideshow” (2005) del estadounidense Marc Hartzman, o el más cercano a nosotros “El hombre que compraba gigantes” (2013) del periodista y escritos extremeño Luis C. Folgado de Torres sobre el gigante extremeño Agustín Luengo Capilla, de 2.35 metros de estatura. 

Pero, tal y como prometíamos, concentrémonos ahora en la historia de La Asturianita. Descubrimos este personaje gracias a una reseña histórica que la periodista Maribel Outeiriño publicó en la sección histórica del diario “La Región”

Esta singular artista visitó la ciudad de Ourense acompañada por el gran guitarrista Ojembarrena. Y es que Regina García López, nacida en 1898 en el asturiano pueblo de Valtravieso, perdió los brazos a la edad de 9 años tras sufrir un aparatoso accidente en el aserradero familiar. Las poleas de una sierra industrial engancharon a la pequeña y le arrancaron ambos brazos a la altura de los hombros. Anestesiada con cloroformo, fue operada con éxito, evitando su muerte. Confinada a un asilo, donde creció entre ancianos y enfermos, a los 17 años intentó estudiar Magisterio, pero sus medios económicos fueron insuficientes. Después de haber visto un circo italiano, con gran tenacidad decidió entrenar sus extremidades inferiores, y en apenas unos meses cosía, bordaba y escribía con los pies. 

Comenzó así una exitosa carrera artística que la llevó a realizar giras internacionales por todo el mundo, conduciendo un coche de gran cilindrada, liando cigarrillos que luego encendía con los pies, dibujando caricaturas del público, descorchando botellas y sirviendo copas, tocando diversos instrumentos musicales y disparando una escopeta para tumbar una moneda sobre la boca de una botella. 

Atrapada en Madrid en plena Guerra Civil, padeció primero la barbarie de una checa republicana y más tarde la represión de las tropas franquistas, al negarse a colaborar con las crueldades de uno y otro bando. 

Falleció en 1942 de tifus exantemático, cautiva en Las Ventas, con la sola compañía de su hija adolescente María y de su cuñada Josefa.