CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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27 diciembre 2011

5 LOBAS, 7 EVAS



El día de Navidad, después de comer, nos quedamos adormilados un rato sobre el viejo sofá. Tal vez por imitación o buscando el confortable calor de la frazada de lana, al espabilar descubrí que mi perra "Luckys" sesteaba a mi vera, plácidamente. En ese instante, en la televisión programaban un documental sobre los chacales y su caza despiadada de las crías de foca indefensas en las playas de la reserva de Cape Cross, en Namibia. Entonces acudió a mi memoria aquel ensayo de Konrad Lorenz, "Cuando el hombre encontró al perro"...




Creo recordar que este famoso etólogo y premio Nobel de Medicina defendía que los perros actuales descendían de los chacales y sólo algunos de ellos de los lobos. Perros, lobos y chacales pertenecen al mismo género: Canis familiaris, Canis lupus, Canis aureus... La simbiosis del chacal con el hombre vino dada por la actividad cinegética, al disponer el animal de alimento diario sin apenas esfuerzo y del calor de las hogueras; a cambio, sus potentes aullidos servían para alertar sobre la presencia de otras fieras en el entorno de los enclaves humanos.




En noviembre de 2002, la acreditada revista Science publicó un trabajo dirigido por Peter Savolainen, investigador del Royal Institute of Technology de Estocolmo. Analizando el ADN mitocondrial presente en el pelo de más de 1000 perros de todo el mundo llegó a la conclusión de que todos estos animales compartían antepasados comunes, unos cánidos asentados en Asia Oriental hace más de 15000 años. Simplemente recordar aquí que el ADN de las mitocondrias de un individuo es de procedencia materna. Estos hechos demostrarían que los lobos euroasiáticos serían los antepasados de nuestros perros.

Sostiene Aloysius que los canes actuales serían descendientes de al menos 5 lobas que vivieron hace 150 siglos. Si este tipo de estudios se amplia aplicando técnicas de genética poblacional, podríamos incluso determinar en qué momento y en qué lugar surgió el primer perro y las rutas por las que se diseminó desde Asia al resto del mundo.

Savolainen empleó en sus investigaciones un método similar al utilizado por Bryan Sykes en la Universidad de Oxford dos años antes; procesó el ADN de 6000 europeos contemporáneos obteniendo una conclusión harto sorprendente: todos descendían de 7 clanes, los de las 7 Evas europeas. La mujer más joven vivió en hace 10000 años en Oriente Próximo. Sus vástagos se extendieron hacia Occidente a medida que se desarrollaba la agricultura. Sin embargo la primera Eva vivió en Grecia hace 45000 años. Como no podía ser menos, hace 17000 años también hubo una Eva hispánica, si bien la mayoría de los europeos descienden de la Eva pirenaica, que compartía aquellos parajes con lobos y perros hace 130 siglos. 

Pero, como poderoso caballero es Don Dinero, el bueno de Sykes decidió una empresa llamada  Oxford Antecesors para que por poco más de 200 euros uno pueda saber de cuál de las 7 Evas europeas procede. ¿Alguno de ustedes se anima? Sólo tiene que pasar un hisopo por el interior de sus mejillas...




21 diciembre 2011

PÍLDORAS DE LA INTELIGENCIA



Sostiene Aloysius que la medicina, desde que la entendemos como tal, ha procurado el bienestar del prójimo combatiendo el dolor y la enfermedad; a medida que el tiempo ha ido transcurriendo se han incorporado nuevas disciplinas como la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. A nosotros, mientras aguardamos ese paso de gigante que representará la medicina personalizada (gracias a la nanotecnología y a la farmacogenómica), nos toca consolarnos haciendo volar nuestra imaginación: ¿cómo serán los galenos del futuro?¿qué tratamientos nos aplicarán?

La humanidad ha progresado gracias a la superación personal y colectiva. Hay quien apoya potenciar nuestras cualidades físicas y psíquicas innatas desde diferentes campos. Desde la genética, con la ilusión que supone curar un sinfín de enfermedades hereditarias, pero manteniendo la vigilancia y el control sobre perversas tentaciones eugenésicas. Pero también desde la psicofarmacología. En el deporte el dopaje sigue estando vetado. No parece justo permitir que un atleta se beneficie en la competición de la ayuda de determinados medicamentos. Se llama jugar con ventaja. Entonces ¿sería ético emplear fármacos que pudieran incrementar nuestro rendimiento intelectual? Este dilema continúa desatando acaloradas discusiones entre sus partidarios y sus detractores.

En mi época de estudiante universitario escuché mil y una historias sobre las ventajas y desventajas de los estimulantes a la hora de estudiar. Algunos expertos en doping intelectual aseguraban haber aprobado asignaturas tremendamente complicadas después de noches de estudio intensivo alimentado a base de anfetaminas. Por si las moscas, otros nos mantuvimos entre las fronteras acotadas por la tradicional cafeína…

La polémica ha vuelto a abrirse debido a las expectativas creadas por el modafinilo, un neuroestimulador que se utiliza en el tratamiento de la somnolencia excesiva diurna asociada a enfermedades como la narcolepsia, la apnea obstructiva del sueño, los desórdenes del sueño asociados a los turnos laborales y la fatiga excesiva que aparece en una rara patología hereditaria, la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth.




 Incluso se ha comercializado en Internet un cóctel denominado TetraTab que contiene modafinilo, fluoxetina (antidepresivo) y dos estimulantes de la memoria.

Otros especialistas han constatado cierta mejoría respecto a la concentración y la capacidad de estudio en universitarios que emplearon con esa intención el metilfenidato, un fármaco empleado en el tratamiento de la hiperactividad y el déficit de atención infantil.

Varios suplementos sanitarios de prestigiosos medios de comunicación le han dedicado ya su atención, abriendo las puertas a dilemas éticos que seguramente deberán ser contestados en un futuro muy cercano.






¿Habrá controles antidoping a la salida de los exámenes y de las oposiciones? ¿Se desatarán conflictos derivados del contrabando ilegal de estas sustancias? Las líneas de investigación permanecen abiertas. Ya se trabaja con una proteína neuronal llamada CREB, que interviene en los procesos de consolidación de la memoria a largo plazo. Veremos a qué puerto nos llevan estas naves.

14 diciembre 2011

LA PRUEBA DEL ALGODÓN




Lo venimos advirtiendo desde hace un tiempo. Vivimos en un mundo inundado por la información, un inmenso océano en el que resulta difícil mantener la cabeza fuera del agua. Es frecuente que los pacientes nos pregunten sobre algo que han leído en Internet, y no sólo en lo referente a síntomas o enfermedades propias, de sus familiares o amigos, sino también sobre determinados procesos diagnósticos y tratamientos para los cuales existe o no la necesaria evidencia científica. Por suerte o por desgracia, en Internet puede opinar cualquiera (incluyendo un servidor).

En ciertas ocasiones no fácil distinguir entre información y opinión, entre lo altruista y lo objetivo frente a lo relativo y lo sectario. En estos días he tenido la oportunidad de revisar un artículo publicado en el suplemento de salud del The New York Times, firmado por Tara Parker-Pope. Esta escritora y columnista norteamericana además se autodefine como madre, amante de los perros y corredora de maratones, meritos más que suficientes para prestarle nuestra atención.



Recoge las opiniones de algunos expertos sobre el valor actual de la mamografía como medida preventiva del cáncer de mama. Una de ellas es la del Dr. Colin Begg, del Departamento de Epidemiología y Bioestadística del Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering (Nueva York) que defiende el papel salvador de vidas de las mamografías de cribado, si bien reprocha que muchas mujeres piensen que su supervivencia después de ser tratadas de un cáncer de mama se deba fundamentalemente a la detección precoz de la enfermedad.

Para la Dra. Laura Esserman, directora del Centro de Tratamiento del cáncer de mama de la Universidad de California, cribado no es sinónimo de prevención. La detección precoz es una de las armas empleadas para conseguir una mayor supervivencia de las pacientes con este tipo de tumor, pero no la única. Los avances en el tratamiento desempeñan un papel preponderante.

Las recomendaciones actuales de los servicios preventivos de los EEUU aconsejan retrasar las mamografías regulares hasta los 50 años (en lugar de los 40), realizando la prueba diagnóstica regularmente cada 2 años hasta los 74. De esta manera, una mujer controlada según estas recomendaciones se realizaría 13 mamografías en lugar de 35. El coste económico sería más racional, considerando que sólo en los EEUU el gasto anual en mamografías de cribado asciende a 5 billones de dólares. Y aquí nadie habla de recortes, sino de una mayor eficiencia en la gestión basada en la evidencia científica.

La consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia viene desarrollando desde hace muchos años su exitoso programa. Pero, si queremos conseguir la prueba del algodón, la que nunca engaña, ¿por dónde debería discurrir el futuro en aras de incrementar la supervivencia y la calidad de vida de estas pacientes? Los expertos insisten en mayores esfuerzos sanitarios centrados en la prevención y en el tratamiento de los tumores más agresivos, sobre todo en las mujeres jóvenes. En esos campos seguirán librándose la batalla.

10 diciembre 2011

POR SI ACASO.



Por si acaso mañana lloviese,
o se asomara tímido el sol por la ventana,
quede dispuesto desde esta noche el sendero,
suene rítmico el reloj 
y se posponga el alba.


Y si tal vez mañana no lloviese,
duerman los paraguas en sus jaulas,
lustren los gatos sus mullidas zarpas,
prolónguese pálido el sueño 
así, hasta que despunte el alba.


03 diciembre 2011

LA VIGENCIA DE LALONDE



Pocas veces quedan para la posteridad los nombres nombre de los ministros de Sanidad. En el Reino Unido, en plena posguerra, Nye Bevan sentó las bases del que sería el Sistema Nacional de Salud británico (NHS), un pionero respecto a la universalidad y gratuidad de los servicios sanitarios públicos.

En España existe un caso curioso. Fernando Abril Martorell, que dirigió varios ministerios y fue incluso Vicepresidente del gobierno en la etapa de Adolfo Suárez, posteriormente fue encargado por Felipe González de la elaboración de aquel famoso análisis sobre la reforma del Sistema Nacional de Salud español, más popularmente conocido como el “Informe Abril”.

Pero el que se lleva la palma es Marc Lalonde, ministro de Sanidad canadiense en 1974, y que como Fernando Abril tampoco era médico. El “informe Lalonde” supuso un antes y un después en la historia de la Salud Pública, en la forma de entender la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. 

Lalonde se percató que el 90% del estado de salud de un individuo depende de la biología, del entorno y del estilo de vida, y que sólo el 10% restante es responsabilidad del sistema sanitario. Parafraseando a los clásicos populares, somos lo que comemos, lo que respiramos, lo que hacemos, lo que nos hacen y lo que llevamos escrito en nuestros genes.

Pero, considerando todos estos preceptos, ¿qué nos depara la medicina del futuro? Respecto a los determinantes biológicos, los expertos opinan que nuestra genética decide la mitad de nuestra salud. Llegará el día en que la secuencia de nuestros genes sea muy barata y asequible; pero mientras tanto podemos avanzar hacia el futuro propiciando una medicina más predictiva, participativa, personalizada y preventiva (las 4 P).

Los determinantes ambientales son los responsables del 25% de nuestra patología. Esta realidad tampoco resulta novedosa. La influencia del medio ambiente en la salud y la enfermedad se conoce desde los tiempos de Hipócrates. Solamente un dato al respecto. Según el “Proyecto Aphekom”, que analizó la contaminación de 25 ciudades europeas,  vivir en un entorno polucionado podría restar 2 años de media del tiempo de vida.

Y qué decir de los estilos de vida, de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, con el abuso del alcohol, con el sedentarismo y la dieta inadecuada, heraldos de esos cuatro jinetes del Apocalipsis que llamamos cáncer, diabetes, EPOC y enfermedades cardiovasculares…

Finalmente, los sistemas sanitarios continúan en el candelero. Habrá que hilar muy fino para seguir manteniendo su eficacia en unos tiempos que demandan gestión y racionalización de los recursos.

Porque, como sostiene Vicente Ortún, decano de Económicas y Empresariales de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en la gran crisis china de los años 50 la gente no se moría por falta de medicinas, sino por falta de democracia.