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26 septiembre 2007

ALUCINA, VECINA


CERCIS SILIQUASTRUM de J.R. Crellin (C)


Esta misma semana, el editorial de una revista especializada en temas médicos señalaba con grandes letras que España alucina, delira, flipa, desvaría. Si tuviéramos que elegir un síntoma psiquiátrico por excelencia seguramente nos decantaríamos por las alucinaciones. Los que pierden la chaveta experimentan sensaciones exclusivas, visuales, auditivas, táctiles. Los cuerdos, se fastidian, no son capaces de sentir lo ficticio como verdadero. Sostiene el esquivo Aloysius que alucinar, en la mayoría de las ocasiones, sirve para desconectar de este valle de lágrimas, el mundo real, tan poco afectuoso. Hace años cantaba Toquinho: en los mapas del cielo, el sol siempre es amarillo…; en los mapas de los alucinados, el sol es multicolor, irisado, mutante, psicodélico.



Desafortunadamente, la ÑBA no fue capaz de darnos la alegría definitiva en el pasado Eurobasket. Palmamos en la final, de un punto… y en casa, para que duela más. Los jugadores no estuvieron a la altura del Mundial de Japón, con un Pau Gasol irregular, un Felipe Reyes baldado de tanto partirse la cara con muchachotes que le sacaban la cabeza, un Navarro lesionado, con su bomba desactivada, y un Jorge Garbajosa que jugó con los lóbulos de las orejas empeñados (quiero decir, multimillonariamente asegurados). Otra vez será. En lo que sí vamos sobrados como campeones continentales es en el consumo de drogas: cuadriplicamos la media europea en consumo de cocaína y casi alcanzamos el podium cuando nos ceñimos a la tripleta cannabis, anfetaminas y éxtasis. A nivel mundial, ya estamos a la altura de los EEUU. En primera línea. Estos sí que son los Cuatro Fantásticos, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Nos preguntamos, ¿tal vez los españoles tengamos alguna particularidad genética que predisponga a nuestros cerebros a la hora de engancharse en las drogas? La respuesta se me antoja negativa. Entonces, ¿qué ocurre en realidad? El Ministerio de Sanidad de Bernat Soria acaba de poner en marcha una campaña informativa para disuadir a los jóvenes contra este pernicioso consumo. Su coste final representará unos 2.2 millones de euros. Aunque es dinero, seremos testigos privilegiados de esta desigual batalla entre un microscópico David contra un colosal Goliat. Y es que la otra cara de la moneda es truculenta: por ejemplo, durante el año 2005, se incautaron en España 48.5 toneladas de cocaína, con un valor aproximado en el mercado de 6000 millones de euros. Hablando de dinero y de billetes empleados como turutos para meterse farlopa, un estudio realizado en los laboratorios catalanes Sailab sirvió para estimar que el 95% de los billetes de 10, 20 y 50 euros analizados entre los circulantes por nuestro país estaba impregnado por cocaína, con una media de 25 microgramos por billete. España: una verdadera potencia inhalatoria.



Mientras todos seguimos alucinando en colores, los cercis siliquastrum plantados en la Rúa do Paseo se secan. ¡Pobres e indefensos árboles del amor, arbolitos de Judas, pequeños algarrobos locos…, alucinados!

18 septiembre 2007

COSAS DE MÉDICOS

FRANCISCO DE GOYA: "BRUJAS DISFRAZADAS COMO MÉDICOS" - 1797


Dicen los expertos de las nuevas tecnologías que si uno enciende un ordenador personal, se conecta a Internet y utiliza uno de los buscadores más populares entre los internautas, al teclear la palabra “salud” se encuentra con el doble de entradas (140 millones) que con “sexo” (76 millones); y el que no me crea que haga la prueba. En la actualidad, constatamos que Internet se ha convertido en la primera fuente de información para los profesionales y los pacientes. Más que por la cantidad, las precauciones han de venir dadas por la calidad de la información que se cuelga en la red, a la que cualquiera puede acceder libremente, y que muchas veces exigirá al facultativo convertirse en una especie de cicerone especializado para sus clientes.

Por ejemplo, dentro de la farmacología social, en España se han realizado estudios para evaluar este fenómeno comunicativo. En uno de los más recientes, publicado este mismo año, fueron escogidos 14 medicamentos, analizando la información que proporcionaban 12 buscadores en nuestra lengua. Los doctores Alloza y Formigós, de la Facultad de Medicina de Alcalá de Henares, se encontraron con que la mayoría de las páginas eran de bajo nivel: suministraban poca información útil (tanto para el médico como para el paciente), omitiendo a veces datos tan importantes como posología, precauciones, seguridad, interacciones o efectos adversos.

Guías, agentes de la salud, clientes, usuarios… ¡cómo ha cambiado el cuento, venerable Aloysius! Frente al desvencijado modelo asistencial paternalista, donde el paciente no decidía y estaba obligado a obedecer sin rechistar las prescripciones facultativas, nos encontramos ahora con el desarrollo de relaciones interpersonales mucho más modernas: interpretativas, informativas y deliberativas.

Pero esta vertiginosa mudanza no alcanza sólo a la práctica médica habitual. Mientras en Asturias le quieren abrir un expediente a un médico que trabajaba más de lo habitual (dicen por ahí las lenguas viperinas que por dedicarle el tiempo necesario a cada paciente), provocando reiteradas disfunciones en el sistema general de asistencia sanitaria, el futuro decreto formativo de los médicos internos residentes españoles (MIR) se cargará las especialidades de Hidrología, Medicina de la Educación Física y del Deporte y Medicina Legal y Forense. Y por si fuera poco, en los hospitales del Reino Unido, quedarán prohibidas las socorridas batas blancas médicas, así como el uso de la corbata y de los relojes de pulsera o las joyas. El motivo: cortar la transmisión de infecciones en ese ámbito. Parece ser que los puños de las batas portaban mucha roña. Se barajan como alternativas unos uniformes de manga corta, acompañados de unos mandiles sintéticos fácilmente lavables. De los gorritos, todavía no han dicho nada, pero de ahí a la obligación de depilarse los antebrazos y a la vuelta de la cofia y el delantal victorianos, estamos sólo a un paso. Cosas de médicos.

11 septiembre 2007

PRODUCTOS MILAGRO



"San Miguel sometiendo a Satanás en un atardecer belga"


Como tantas y tantas veces, la otra tarde derrochaba mi muy irredento Aloysius el tiempo de su lacónica existencia desordenando los cajones de los DVD de oferta en una gran superficie comercial. Conocedor de mi particular afición al cine que trata cuestiones médicas (en otras palabras, a la medicina que escarba en las pantallas cinematográficas), con motivo de mi próxima arcangélica onomástica me regaló un ejemplar de “Derecho a morir” (Peter Wendkos, 1987).


Doble agradecimiento, pues una vez más pude admirar a ese mítico sex symbol llamado Raquel Welch, que entonces, con 47 años cumplidos, se atrevió con un papel cargado de dramatismo, el de Emily Bauer, una profesora de psicología que en la realidad sucumbió ante el padecimiento de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Por este logrado trabajo, obtendría una nominación actriz al Globo de Oro como mejor actriz. Visualicé la cinta y una avalancha de penosos recuerdos se me vino encima. Hace años, nuestra felicidad familiar se vio golpeada por la pérdida de un tío que, en la flor de la vida, falleció como consecuencia de esta devastadora enfermedad neurodegenerativa. A día de hoy, todavía no existe la cura efectiva para tanto sufrimiento.

En una escena del film, la protagonista enferma acude al gabinete de una curandera, tal vez buscando el amparo o el consuelo que la medicina contemporánea ya la había negado de antemano. También mi tío y sus seres más queridos peregrinaron por santuarios atestados, cubiles de ensalmadores, casas de chamanes y guaridas de santeros, incluso por sanatorios y dispensarios médicos de diferentes especialidades, experimentando a la par tratamientos ortodoxos y desesperadas terapias experimentales o pseudomilagrosas. El fin de sus días llegó inexorable (como llegará para todos nosotros), pero mientras su musculatura respiratoria se paralizaba, su inteligencia y su sensibilidad se mantuvieron intactas hasta exhalar su último aliento. – La verdad, no sé para qué estudiáis tanto los médicos – me espetó en una ocasión con un afilado suspiro. La verdad, es que yo tampoco lo sé.

En España, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos creó en el año 2005 el Centro de Detección de Productos Milagro. ¿De qué estamos hablando? Pues de una serie de sustancias y artefactos que se comercializan con la finalidad de prevenir y curar determinadas enfermedades y trastornos sin haber demostrado científicamente su utilidad para tales fines. La lista es prolija: cremas antiedad (¡ay, si fueran ciertos sus efectos!), untuosos potingues sacamantecas (¡insisto!), dietas portentosas que convertirían a Oliver Hardy en Stan Laurel o múltiples caralladas magnetizadas sabe Dios con qué imanes. Lo gracioso del tema, es que muchos de estos fabricantes dan publicidad a sus productos con anuncios fraudulentos que se cuelan por nuestras televisivas pantallas domésticas.


¿Se acuerdan aún del jeta que se hacía llamar Dr. Rosado, y que prometía curar el hipo rebelde apagándole colillas en la coronilla del jadeante paisano? Algunas veces, me pregunto por qué es tan fácil curar y tan difícil ser médico.

04 septiembre 2007

DIVERGENCIAS SANITARIAS

"P50 - 165 Tulip (Tulipan)" de Haiku_Ted

Insiste el porfiado Aloysius: los progresos en salud pública salvan más vidas que los avances tecnológicos; por ejemplo, el saneamiento y la potabilización de las aguas. Su carencia supone más pérdidas humanas en este planeta que la falta de corazones ultrartificiales en las provisiones hospitalarias.
En los últimos tiempos, la generalización en el empleo de la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV) hace, y ha hecho correr, ríos de tinta en los medios informativos. Uno de ellos ha anunciado que, aprovechando la reunión del Consejo Interterritorial de Salud durante el próximo mes de octubre, nuestro Ministerio de Sanidad propondrá a todas las Comunidades Autónomas la inclusión de esta innovadora inmunización en sus respectivos calendarios vacunales. El flamante ministro Bernat Soria estima el coste de esta medida sanitaria en unos 40 millones de euros.

Castilla – La Mancha piensa hacerlo de manera general y gratuita, sin descuidar las medidas de cribado tradicional como las citologías del cuello uterino. Los responsables sanitarios de Andalucía y Cantabria se han manifestado en sentido similar, si bien se muestran más “prudentes”. En Asturias, sin embargo, se quejan del elevado precio de la vacuna comercializada (estiman en un millón de euros este coste) y piden cofinanciación estatal, lo mismo que aragoneses y canarios. Sensibles con las repercusiones sociales, los catalanes abogan por la inclusión generalizada, ya que si así no se hiciera, sólo se beneficiarían de esta medida preventiva las féminas de las clases más pudientes. Extremadura, Valencia y La Rioja se reservan (como en el póker) hasta la reunión del Interterritorial. Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, aboga por la aprobación de las vacunas de diferentes laboratorios, para fomentar la competencia (y supongo que también la rebaja de los precios). En Euskadi han valorado que, gracias a este método de inmunización específica, se salvarían allí unas 20 mujeres cada año (repercutiendo por cada vida, aproximadamente, unos 50000 euros a su erario público).

Pero también hay voces discordantes, como la del Dr. Juan Gervás, médico general que trabaja en la provincia de Madrid, excelente y controvertido comunicador en el seno de la propia Organización Médico Colegial (OMC). Según este colega, unas 600 españolas mueren cada año a consecuencia del cáncer de cuello uterino. Desafortunadamente, el 80% de ellas nunca se han hecho una citología, pues las mujeres que más se revisan en el ginecólogo son las que menos lo necesitan (sanas, jóvenes y cultas). Y todo ello dentro de una nación como España, uno de los países del mundo con menor mortalidad por este cáncer. Respecto a la relación del HPV con este tipo de patología neoplásica, el 99% de las infectadas podría eliminarlo espontáneamente, sin plantear problemas sanitarios adicionales. Gervás dixit. Por último, este compañero defiende que sería más eficiente emplear estos recursos económicos en la generalización de las citologías a todas las mujeres españolas, de manera programada, regular y eficaz, especialmente entre aquellas más desfavorecidas por la sociedad.
Señoras y señores, la polémica está servida. Se admiten apuestas.