CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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28 octubre 2009

ALGUNAS DESCABELLADAS PROPUESTAS


"Ant with a microchip" de sliver108, en Flickr TM

Soy un tipo afortunado. Tengo varios amigos que controlan un huevo sobre nuevas tecnologías. Cuando les escucho hablar, sobre todo si es entre ellos, me entra una gran desazón, pues me imagino como un auténtico analfabeto funcional intentando comprender a dos extraterrestres. Sostiene Aloysius que esta chocante sensación se debe a mi cualidad de hombre del siglo XX, como Buffalo Bill por ejemplo, fallecido en Denver en 1917, el mismo año en que un tío abuelo mío emigró a Cuba. No me sirve de consuelo, porque otro famoso Bill, en este caso Gates, nació en 1955 y es uno de los máximos responsables de este galimatías informático.

Tomando posición en estas reflexiones, las traigo hoy a colación ante la propuesta que la parlamentaria Rosa Díez, de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) planteaba el otro día en el Congreso de los Diputados a Trinidad Jiménez, Ministra de Sanidad y Política Social, a propósito de la necesidad de una tarjeta sanitaria única y homogénea para todo el Sistema Nacional de Salud. Resulta poco comprensible que exista un documento comunitario europeo semejante mientras que en nuestro país se percibe cierta fragmentación autonómica. La diputada nacional se refería más concretamente a las dificultades que afectan a determinados pacientes dependientes, enfrentados a incómodas barreras burocráticas cada vez que necesitan trasladarse desde su comunidad autónoma de origen hasta un centro de referencia, generalmente en Madrid o en Barcelona.

Nuestra ministra apeló a la interoperabilidad existente, a su juicio, entre las diferentes tarjetas de los servicios autonómicos. La realidad es que en España conviven 17 modelos diferentes de este documento esencial, una especie de DNI sanitario, infrautilizado y que en la práctica cotidiana todavía presenta demasiadas disfunciones administrativas. Los pacientes dependientes y sus familiares siguen reclamando la supresión de las barreras físicas y burocráticas.

La interoperabilidad es un término que hace referencia a la traducción macarrónica de la palabra inglesa “interoperability”, la capacidad que poseen los sistemas de tecnologías de la información y las comunicaciones, y de los procesos empresariales a los que apoyan, para intercambiar datos y posibilitar la puesta en común de información y conocimientos.


En román paladino, para que esta entelequia se transforme en una realidad obliga a que los ordenadores estén enchufados, interconectados, trabajen con sistemas operativos similares, comprendan las órdenes que les transmiten sus operarios y aporten, en tiempos de espera razonable, las soluciones demandadas por los usuarios. Lo demás es música celestial. O burrocracia, como prefiere más de un desencantado de los modernos teclados, harto de tanto marasmo administrativo contrario al sentido común y que hace blasón y enseña del ni lo sé, ni me importa, y si no está escrito en un papeliño oficial, no existe. Amén.

Por cierto, dicen que Buffalo Bill se convirtió al catolicismo una hora antes de morir...

27 octubre 2009

LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA




Mucho se ha escrito sobre él en los últimos días, tal vez demasiado, y muchos son los homenajes recibidos. Los seres humanos somos así; mantenemos activada esa inexplicable tendencia a la necrofilia, hacia el estéril título póstumo. Desafortunadamente, alguien tiene que fallecer para que su trabajo reciba el reconocimiento merecido. Y el caso de Andrés Montes no iba ser una excepción...

La vida puede ser maravillosa, a pesar de que nos abandonaste sin despedirte, dejándonos derrotados, provocándonos todo el desconsuelo de esa última canasta que nos enchufó el equipo contrario, en el instante final, sobre el alarido de la bocina. Y perdimos el campeonato.

Me aficioné a la NBA por culpa de aquellas finales épicas entre los Celtics y los Lakers en la década de los 80... Formaban la tropa bostoniana nada más y nada menos que Larry Bird, Kevin McHale, el jefe doble cero Robert Parish, Danny Ainge y aquel fenomenal base afroamericano, pelirrojo, con pecas y bajito, el malogrado Dennis Johnson... La banda angelina estaba dirigida por el globetrotter Magic Johnson, acompañado por Kareem Abdul- Jabbar, James Worthy, Byron Scott, Michael Cooper y aquel sexto hombre con bigotillo y gafotas llamado supermán Kurt Rambis...

La vida puede ser maravillosa. Años más tarde, el interés por el baloncesto norteamericano, entonces el mejor del mundo, se extendió por nuestro país como una epidemia. Andrés Montes tuvo mucha culpa de ello. Acompañado por el inefable Daimiel, que se chupaba los mismos vaciles que más adelante sufrirían en sus propias carnes Julio Salinas, Kiko Narváez o el palomero Juanma López Iturriaga, Montes nos narró desde Canal Plus las hazañas del extraterrestre Michael Jordan, el mejor jugador de basket de todos los tiempos, que mientras desafiaba a la fuerza de la gavedad catapultaba a la fama a los Bulls de Chicago.


¿Se acuerdan ustedes de aquel "¡bienvenidos al vuelo nº 23, aerolíneas Jordan!"? Por si acaso no...






Muletillas, aliteraciones, juegos de palabras, apodos, tergiversaciones..., todo un arsenal de recursos convertidos en el cuerpo doctrinal de una nueva manera de narrar los partidos televisivos, que hacía brotar en idénticas proporciones a admiradores y detractores. Y después de tanto amor y odio, para no aburrirles con mis honores por el desaparecido, permítanme tan solo un ejemplo: Andrés Montes transformó la preciada merluza del pincho (capturada artesanalmente, con anzuelo) en el "pincho de merluza" (espectacular tapón baloncestístico). Ahí se le notaban los genes gallegos.


Melómano confeso, devoto de Van Morrison, Andrés Montes despertó mi admiración por su llamativa manera de hacer periodismo deportivo moderno, a la par que otro ser erudito y extraño, Ramón Trecet, del que nunca llegaré a saber si domina más la historia de la música o la del baloncesto.

La vida puede ser maravillosa. Esta tarde he quemado todas mis viejas pajaritas...

26 octubre 2009

NURIA Y RAUL


Nuria y Raul en Londres

Para todos aquellos que el pasado domingo 25 de octubre de 2009 no pudieron ver este documento vital, repleto de humanidad:



http://yanopuedoperoaunpuedo.blogspot.com/




Por cierto, me apunto y hago mía esa ineludible reivindicación de VIVIR DIGNAMENTE... Porque antes de que caiga el telón definitivamente, quedan todavía muchas funciones... ¡qué nadie se despiste, pues las lámparas, para que brillen, tienen que seguir encendidas... hasta el final de la representación!

Por cierto, aquí van unas breves palabras introductorias. Son del propio Raul:


Hola a todos ¿Qué tal?:

Muchos de vosotros me seguís hace tiempo y por ello aprovecho y os mando información sobre el documental que se va a emitir este domingo día 25 en TVE2 a las 22 horas dentro del programa CRÓNICAS. Para que podáis conocer algo de lo que allí se podrá ver, os incluyo un enlace a mi blog, para ver un avance del reportaje. Espero que os apetezca verlo y también invitar a vuestros contactos a que lo vean.

http://yanopuedoperoaunpuedo.blogspot.com/2009/10/25-de-octubre-reportaje-sobre-la-ela-y.html

Y dentro del blog he colgado más información sobre el mismo por si os apetece profundizar. En Facebook hay un grupo que intenta dar difusión al documental, espero que entréis y os unáis para ver si llegamos a 500.


http://www.facebook.com/home.php#/group.php?gid=152337734311

Gracias por estar ahí y mucho ánimo para todos.

Raúl

19 octubre 2009

PORCOS, PORQUIÑOS



Que nadie se sienta ofendido ni aludido por el irreverente encabezamiento de hoy. Para muchos habitantes de la Galicia interior, el cerdo, o porco, es un respetado animal totémico. Estos simpáticos animales pueden criarse en el ámbito doméstico, al ser omnívoros no son demasiado exigentes con la alimentación, y una vez sacrificados, de su difunto cuerpo se aprovecha todo, o casi todo.

Su singularidad ha sido ensalzada por diversos escritores: la fábula tradicional de los Tres Cerditos, la rivalidad entre Snowball y Napoleón en “Rebelión en la granja” del visionario George Orwell, el tartamudo y malicioso Porky, y por supuesto, nuestro bienquerido D. Vicente Risco y su genial sátira “O porco de pe”. Hasta los psicodélicos Pink Floyd les dedicaron parte de su fantástico disco “Animals”.






Los marranos son demasiado semejantes a nosotros, y no me estoy refiriendo al parecido físico o espiritual, sino a que sus tejidos han sido aprovechados en medicina para la realización de determinados trasplantes, como por ejemplo de las válvulas cardíacas. Este tipo peculiar de solidaridad orgánica entre especies se denomina xenotrasplante.

Los xenotrasplantes precedieron a los alotrasplantes, aquellos realizados entre individuos de la misma especie. Históricamente los primeros animales empleados fueron los cerdos. Incluso se ha intentado conseguir razas especiales de ganado porcino libres de antígenos, para evitar así el rechazo por parte del receptor. Mi muy informado Aloysius me ha contado una singular historia protagonizada por un paciente que necesitaba con urgencia un trasplante hepático. A la espera de que apareciera un órgano compatible, una conexión venosa con un cerdo vivo al lado de su cama permitió subsanar la demora necesaria.

Continuando con el apasionante tema de los trasplantes, muchos se sorprenderan cuando lean que los órganos de un solo donante pueden salvar las vidas de ocho personas. Dicen los expertos que éste fue el argumento empleado en su día por los guionistas de la película “Siete Almas”, protagonizada por el popular Will Smith. La lástima es que cometieron tantos errores de bulto que convirtieron este film en un pastiche completamente increíble, desde el punto de vista médico y científico. Pero seguro que se sorprenderán todavía más cuando lean que los tejidos de un solo donante pueden servir para tratar las patologías de 800 prójimos. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a huesos, tendones, ligamentos, válvulas, arterias, córneas e incluso la piel. Y aquí se cierra el círculo, pues injertos de piel de cerdo fueron empleados exitosamente para salvar la vida en grandes quemados.


Admirado y a la vez denostado animal. ¿Acaso tan pronto hemos olvidado el tremendo valor que en su día tuvo la insulina porcina para el tratamiento de la diabetes mellitus en humanos?


Enterado del poder rejuvenecedor de la mascotas, hasta el muy suspicaz Aloysius está pensando adoptar a un cerdito enano vietnamita. Como George Clooney.

14 octubre 2009

HIPOGLUCEMIA


Casi todo el mundo conoce que la glucosa es la gasolina del cuerpo humano, esa fuente primaria de energía empleada por nuestras células. Los músculos necesitan dicho azúcar para funcionar, lo mismo que el cerebro, órgano extremadamente sensible a los cambios en las concentraciones de la glucosa en sangre. Las cifras excesivas (hiperglucemia) o deficientes (hipoglucemia) pueden provocar confusión mental e inconsciencia.

Los cinéfilos admiramos una de las hipoglucemias más famosas en la historia del 7º Arte, aquella sufrida por Michael Corleone en la tercera parte de “El Padrino”. Mientras visitaba al cardenal Lamberto, en la ficción futuro y breve Papa Juan Pablo I, su desvanecimiento obligó a los curitas que le asistían a reanimarlo con celeridad: zumo de naranja y chocolatinas.

Continuando en el fascinante mundo del cine, durante estos últimos días andaba muy entusiasmado mi apacible Aloysius con su colección de clásicos en blanco y negro. La otra tarde se mantenía absorto con una emocionante persecución a través de las lóbregas alcantarillas de la Viena de la posguerra, en la oscarizada “El tercer hombre” (Carol Reed, 1949). Por cierto, la novela original y el guión fueron obra de Grahan Green, escritor británico vinculado a Ourense por sus frecuentes retiros en nuestro majestuoso MonaSterio de Oseira.

Pues bien, en el Prater vienés, muy cerca de la famosa noria en la que un atónito Holly Martins (Joseph Cotten) descubría el ácido cinismo de su viejo amigo, el traficante de penicilina Harry Lime (Orson Wells), se celebró apenas hace unas semanas la reunión anual de la Asociación Europea de Diabetes. En uno de sus múltiples symposiums, el profesor Vivian Fonseca, de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), alertaba a los presentes sobre la relación entre hipoglucemia y riesgo de muerte cardiovascular en los enfermos diabéticos.

Evitar la hipoglucemia es el caballo de batalla en el tratamiento de estos pacientes, pues precisamente ciertos fármacos (insulina y antidiabéticos orales) pueden desencadenar bruscas caídas de la glucemia plasmática. Los equipos investigadores han desarrollado recientemente avances terapéuticos para minimizar el riesgo de hipoglucemia, sintetizando modernas insulinas e innovadores fármacos, como los inhibidores de la degradación de las incretinas. Las incretinas son hormonas que se liberan después de las comidas, estimulando al páncreas para que fabrique insulina. En los diabéticos, lo ideal sería emplear fármacos capaces de controlar los niveles elevados de glucosa plasmática, sin provocar hipoglucemias.


Muchos consideramos ya a la diabetes como la plaga del siglo XXI. A la hora de combatirla eficazmente no debemos permitirnos daños colaterales. Y la hipoglucemia es uno de ellos. Cruel e inmisericorde. Como Michael Corleone. Como Harry Lime.

09 octubre 2009

JEALOUS GUY




¿Para quién trabajamos tantas horas los médicos? ¿Para qué estudiamos complejos tratados sobre fisiología, patología, farmacología...? ¿Con qué motivo elaboramos enrevesadas curvas y estadísticas? ¿Por qué seguimos permitiendo que la burocracia y la deshumanización continúen quemándonos, a fuego lento?... Antes de disolverme en la incertidumbre, transmito el último mensaje que ha llegado hasta mi aislada posición defensiva. Pertenece al no publicado "Cuaderno de Crónicus" y es la misiva enviada por un valiente a su médico, a su cuidador, a su prójimo, a su amigo...


Peores males hay que estar enfermo, hay dolores que no duelen ni en el alma y resultan dolores al fin y al cabo. El mejor momento de las sesiones es la primera media hora, cuando la doctora repasa los historiales recientes de los enfermos y, entre gestos, casi imperceptibles, de “¡Vaya!”, se da la vuelta y comienza a caminar hacia nosotros. Nuestros mundos mentales, entonces, se despliegan y miran como aturdidos girasoles hacia ella, embebidos de vacío súbitamente repleto. Son mundos pequeñitos agigantados por la conmiseración más oculta, más tierna e infinitamente silenciosa y, sin embargo, hermosamente latente. Cuando llega a mí, sus ojitos me miran e interrogan con su dulzura de contenida pena compartida llevada a sus arcanos. Me miran tan sólo dos o tres segundos, pero con su mirar llegan a decirme “Yo soy el tú que ahora está en el sillón”, “Yo te comprendo”, “Yo siempre estaré contigo”. Muchas mañanas respiro tan sólo para contener limpios en mi memoria estos instantes, los remojo antes con la oscuridad de las calles llegando al hospital, con la media penumbra de las esquinas, con el primer tránsito de los automóviles, como lo que comienza o lo que jamás llega a su fin, con la ternura perdida… Mientras, tú ya estás en tu despacho, cuando te veo a primera hora de la mañana tengo la sensación mental de que te has pasado en él toda la noche trabajando para nosotros. Me reconforta ver la puerta medio abierta y luz en su interior. Verte o hablar contigo por lo general siempre me ha reconfortado y alegrado mucho, aunque tú te prodigues nada en visitarnos cuando estamos en nuestra recóndita y “absurda” sala de crónicos. Puedes corregir mis perífrasis verbales pero no tienes tiempo para visitarnos y yo sé que todos los que ocupamos los sillones te echamos muchísimo en falta, aunque a más de un enfermero se le encoja el estómago cuando, como por arte de milagro, un instante sí franqueas las puertas de la sala. Echo de menos las consultas de transplante de antaño cuando tú estabas y cuando hablábamos de Kant, de Pannenberg, de teología, de política o de cualquier cosa así, de cualquier cosa menos de creatininas, echo de menos aquellos desmanes tuyos delante del control de enfermería sobre protocolos o sobre lo que viniese al caso, echo de menos aquel día de las ecografías en el cuello, echo de menos la música alta que ponías en tiempos en tu despacho, aunque eso te hiciese todavía “más lejano”, echo de menos tantas cosas referidas a ti… ¡¡Te echo tanto de menos!! Un día, ya hace años, me dijiste que no todos estaban dispuestos a ejercer de apóstoles; y tenías razón, toda la razón del mundo razonable, pero la realidad es justo al revés: los apóstoles jamás dieron un paso para ser tales. Un día, ya hace años, a causa de un ingreso me preguntaste: “¿No estarás preocupado, verdad?” Y tenías toda la razón, toda la razón del mundo razonable, y sin embargo la realidad es justo al revés: ¡¡yo debía haber estado preocupado entonces!! Siempre argumentas a mi familia que ya son muchos años que me conoces y que me conoces bien, que sabes de dónde vienen mis reacciones de enfado y griterío y mis protestas o las tumbas de silencio que a veces me embargan y a dónde van, el porqué de decir que los psiquiatras no me conocen, el porqué de cuando pegué en la cabecera de la cama unas letras en euskera que decían “¡Resistencia siempre!” Tienes tiempo para corregir mis perífrasis verbales pero no te das cuenta de que cuando hablo lo hago por algo, de que cada día que pasa nos quedan menos para compartir juntos, de que si no te ocupas primero de lo que le da forma a mi cuerpo, sea “alma” o “espíritu” o lo que sea, el resto no me interesa, y, pese a que prácticamente sólo yo me doy por enterado del montón de trabajo que tienes desde hace años y que tal incluye saber qué dolencias nos embargan a cada uno de nosotros y qué posibles soluciones tienen disponiéndonos en buenas y prolongadas manos tuyas a sabiendas, cuando yo tengo mucho más trabajo que tú y de idéntica responsabilidad, no deberías dejar tan ausentes a los que ocupan los sillones, al contrarío: deberías sacar un instante a los metros del pasillo de la planta, a tu camisa verde o a tu locura estadística, y emplearlo en visitarnos, aunque esto lo entiendas tan sólo “físicamente”, aunque esto, ¡¡fíjate bien!!, sea tan sólo para crear otro nuevo vacío cualquiera.

06 octubre 2009

SOMOS LA LECHE



Por razones fisiológicas, y si me apuran también sociales y económicas, la gran mayoría de los médicos apoyamos que las madres amamanten a sus hijos. Los que así pensamos estamos de enhorabuena, pues desde hace unos años constatamos que las administraciones públicas suman sus esfuerzos a ese extenso movimiento denominado Semana Mundial de la Lactancia Materna. En Ourense, las actividades para esta concienciación popular se extenderán entre los días 5 y 15 de octubre de este año. Orgullosos reivindiquemos pues nuestra condición de mamíferos.

Y sin embargo, superada nuestra más tierna infancia, en el campo de la nutrición humana la controversia sobre la alimentación láctea sigue provocando acalorados debates. Sin ir más lejos, hasta el mismísimo Fernando Sánchez Dragó descargaba el otro día desde su columna habitual una feroz diatriba contra la leche y sus derivados. Hay quien todavía no entiende la afición humana por tan nutritivo fluído más allá de los primeros meses de vida. También responsabilizan a las proteínas de la leche de la aparición de múltiples alergias alimenticias. Y añaden que ciertos pescados (sardina y salmón), los frutos secos (avellanas y almendras) y las legumbres (soja, garbanzos y lentejas) son una fuente alternativa de calcio frente a la leche, el queso y los yogures.

Casualidades de la vida, el otro día recibía en mi correo electrónico esta fotografía de una joven madre amamantando simultáneamente a su pequeño y a una cría de mono en la India. Por algo en ese país veneran al dios simio Hánuman. Al día siguiente, los medios de comunicación revelaron el descubrimiento del esqueleto de ARDI, una hembra de Ardipithecus ramidus de unos 4.4 millones de años de antigüedad, un fósil de homínido todavía más antiguo que el de la Australopithecus popularmente conocida como LUCY, de 3.2 millones de edad. Ambas hembras vivieron y murieron en el territorio de la actual Etiopía, y sólo Dios sabe a cuánta prole hubieron de amamantar durante su corta existencia. Cuán imperdonable pecado cometemos al sustituir a una hermosa Eva de dorados cabellos, correteando feliz y desnuda por el Paraíso Terrenal, por una homínida peluda que recorría los eriales del Cuerno de África con un retoño simiesco pendiendo de sus macilentos senos.

La evolución alimentaria forma parte de nuestra propia transformación en especie, obligados desde el principio a crecer en este pernicioso planeta dotado de ingentes cantidades de agua y de una atmósfera enriquecida en oxígeno, pero colonizado a la vez por seres tan peligrosos como ciertos microbios y determinados prójimos o semejantes.

Y cuando el hambre aprieta, no es difícil imaginar cómo nuestros antepasados descubrieron el valor de un alimento tan barato y asequible. Paradojas de la vida, mientras millones de niños mueren de hambre cada día en el mundo, para reivindicar sus derechos los modernos granjeros de la Comunidad Europea se han visto obligados a regar los campos con sus excedentes lácteos. El mundo al revés, o como sostiene el furibundo Aloysius, somos la leche.

05 octubre 2009

CARAMELOS


"Gominolas" por envidin, en Flickr TM

Mientras algunos disfrutamos de una relajada existencia, medio ocultos hinchándonos los carrillos en una vasta y apetecible fábrica de caramelos, otros, más lúcidos y desesperados, se ven obligados a replegar sus sueños cada noche esparcidos por las esquinas que tienen los cartones y que indefectiblemente siempre empiezan a mojarse cuando llueve.

CRONICUS, el insomne, me ha obsequiado con una lata de bombones, demoledoras vitales golosinas, sutilmente envuelta con un delicado papel de celofán dorado:

"Esta noche ocurrió por primera vez, en lo que va de verano: estaba durmiendo, como siempre, detrás de los edificios de la Policía Local, desde donde puede divisarse el viejo letrero de la fábrica de caramelos Varela, arropado entre los cartones y la manta de la Abuela; y la lluvia me despertó. Transcurrían unos minutos de las cinco de la mañana y un ruidillo fino, lleno y opaco, entre las tinieblas terminó por languidecer y hacerse todo en el todo. La manta tenía un extremo al margen del espacio que cubría la cornisa del edificio y se mojó, y dos cartones se habían extraviado a medio metro de mí. Ante la insistencia de la lluvia llegaron a quedar inservibles. Y a mi rostro le comenzaron a caer pequeñas gotas pestañas abajo. De repente, la lluvia convirtió todo en más soledad".