19 diciembre 2020
UNA REALIDAD PARTICULAR
14 diciembre 2020
ACORDES Y DESACUERDOS
Parafraseamos hoy el título de la película de Woody Allen. En 1999 convirtió al actor Sean Penn en un genio del jazz que, debido a su desorganizada vida personal y sentimental, nunca alcanzó la élite de su profesión. Y lo hacemos para reflexionar sobre el advenimiento de una tercera oleada de la pandemia de COVID-19, cuando algunos países todavía no se han recuperado de los embates de la segunda.
Curiosidades del calendario, esta tercera plaga podría coincidir con el Adviento, el período durante el cual la liturgia cristiana se prepara para la Navidad. Como en tiempos pasados, se alzan de nuevo las voces de los expertos advirtiendo del riesgo de diseminación del coronavirus SARS-CoV-2 en relación con las aglomeraciones sociales. Incluso hay quien, especialmente enfadado, no entiende como la humanidad es capaz de tropezar varias veces en la misma piedra.
Nos guste o no, asumiendo el desgaste económico y social que conlleva, el distanciamiento social y las medidas de protección han demostrado su valor como barreras ante la propagación de esta enfermedad infecciosa, transmitida de humano a humano, fundamentalmente por vía aérea. En tales cuestiones reina la armonía entre las autoridades sanitarias, si bien es cierto que todo cambiará en muy poco tiempo, debido a las campañas de vacunación masiva. Hay quien se ha atrevido a pronosticar una inmunidad de rebaño del 70% en España para el verano.
Pero, mientras tanto, la realidad es bien distinta. En Italia contabilizan la cifra más elevada de defunciones del continente europeo. La todopoderosa Alemania acaba de dictar sus medidas sociales más restrictivas, en plenas fiestas navideñas. En nuestro país, después de la tímida apertura social de los puentes de primeros de diciembre, se constata un repunte de nuevos casos infectados. En Ourense, coincidiendo con las reuniones comunitarias de las matanzas, alguna localidad ha visto cómo se han disparado los casos de coronavirus. Es el caso de Sarreaus, por ejemplo, donde apenas padecieron contagios en los meses anteriores.
A pesar de todo, continúan los desacuerdos entre los diferentes servicios de salud de España respecto a las restricciones para la Navidad: número de familiares y allegados, el cajón desastre, horario de los locales de hostelería y toques de queda para Nochebuena y Nochevieja. Algo nos ha enseñado la experiencia: cuando se eleva el número de casos de infectados, apenas en una o dos semanas se notará en los hospitales y en la UCIs, cuyas camas se llenan fácilmente de enfermos, pero se vacían con mucha más lentitud. También en los cementerios.
Porque existen más enfermedades que la COVID-19, que necesitan de los recursos sanitarios. Otra vez, de nuestra responsabilidad individual dependerá nuestra salud colectiva. Más acordes, Menos desacuerdos.
06 diciembre 2020
ALLEGADOS
28 noviembre 2020
ANESTESIADOS
14 noviembre 2020
INTUICION
En los primeros momentos de la lucha contra la pandemia COVID-19, cuando conocíamos apenas nada de esta enfermedad, los médicos tuvimos que tomar decisiones siguiendo el modelo intuitivo – analítico, como en tantas otras ocasiones en nuestra práctica cotidiana, cuando nos toca enfrentarnos a un paciente nuevo o a una patología desconocida; establecemos una hipótesis diagnóstica inicial, contrastada con nuestros conocimientos y experiencias previos, para más tarde encuadrar la verdadera magnitud del problema.
Aunque novedosa y extraña, la sintomatología típica de la COVID-19 pronto fue reconocida por todos: fiebre, tos y disnea se convirtieron en sus pilares fundamentales, encuadrados dentro de una patología respiratoria que se transmitía de humano a humano, y para la que rápidamente se desarrollaron test diagnósticos específicos.
Ciñéndonos únicamente a los síntomas, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ha jerarquizado cuatro grandes grupos de pacientes COVID-19 según el pronóstico de la enfermedad. Tras una ardua labor, y partir de una serie nacional de 12000 enfermos, un grupo de 24 internistas acaban de publicar los resultados preliminares de su estudio en la revista Journal of Clinical Medicine.
El objetivo, aunque ambicioso, parece sencillo: identificar por sus síntomas a los pacientes COVID-19 con peor pronóstico, para aquilatar con mayor eficacia las acciones terapéuticas más adecuadas a cada caso.
El primer grupo, casi el 72% del total, incluyó a los enfermos con la triada clásica fiebre-tos-disnea. Mayormente, se trababa de varones mayores, con múltiples patologías, entre las que destacaron la hipertensión arterial, la hiperlipemia y la diabetes. En este primer grupo, la enfermedad se manifestó con mayor celeridad. Un 10% de estos pacientes requirió ingresar en UCI y un 25% falleció, la tasa de mortalidad más elevada de todos los grupos.
El segundo grupo, un 10% del total, presentó además pérdida del olfato (anosmia) y del gusto (ageusia), mostrando los menores porcentajes de ingreso en UCI y mortalidad.
Un tercer grupo, en torno al 7%, presentó además dolores articulares y musculares, dolores de cabeza y de garganta. Alguno más del 10% de éstos necesitó ingresar en UCI.
Por último, un cuarto grupo padeció además diarrea, vómitos y dolores abdominales: un 8.5% requirió ingreso en UCI y algo más del 18% falleció, siendo éste el segundo grupo respecto a la mayor mortalidad. Simplemente destacar que en la práctica totalidad de estos 12000 pacientes, la triada fiebre-tos-disnea fue una constante.
Esta investigación forma parte de un amplio grupo de estudios todavía en marcha, relacionados con el Registro SEMI-COVID-19, que agrupa a casi 900 internistas de 214 hospitales españoles.
08 noviembre 2020
EL LIBRO DEL DESASOSIEGO
Parafraseando el “Livro do Desassossego”, del insigne Fernando Pessoa y su heterónimo Bernardo Soares. Lo hacemos conscientemente, sabedores de que el lector está saturado por tanta noticia negativa tras más de medio año de pandemia, superados una primera ola y un confinamiento, cabalgando la cresta de una segunda onda que parece no tener fin.
El 2 de abril de este tremebundo año, los medios de comunicación nos advertían del fallecimiento de 2800 ancianos en las residencias españolas. Ahora, 7 meses más tarde, nuestro gobierno desnuda otra escalofriante cifra: entre marzo y junio, la COVID-19 se llevó por delante a 20268 ancianos institucionalizados. Una auténtica masacre. Poco más de la mitad perecieron con el diagnóstico certificado por los análisis serológicos, pero para el resto, la notificación de su deceso fue atribuida a síntomas compatibles con la enfermedad.
Gran parte de una generación está desapareciendo en silencio. Son nuestros abuelos y padres, los que nacieron poco antes de la guerra incivil que enfrentó a dos Españas antagónicas. Los que nacieron o fueron niños durante aquel sangriento conflicto fratricida, durante el exilio posterior, durante la Segunda Guerra Mundial. Los supervivientes de una posguerra exuberante de miseria y espanto. Los jóvenes que emigraron en masa, en la procura de un mundo mejor, primero hacia América: Cuba, Argentina, Venezuela, Brasil, Méjico, Uruguay, Estados Unidos. Más tarde a Europa: Alemania, Francia, Suiza, Holanda, Reino Unido. Todos con la ilusión de ahorrar para retornar a casa con el futuro asegurado, valiente generación de la morriña, dejando a los abuelos al cuidado y la educación de los hijos. Una generación invisible que se desvanece ante nuestra bovina mirada. Parten silenciosos a docenas, en funerales exiguos, sin que apenas nos demos cuenta. No son los vecinos de al lado, ni tampoco están entre los desconocidos habituales que cada día nos cruzamos en la panadería, el quiosco o el supermercado. Son los que además padecen una patología luctuosa, la soledad, ancianos y enfermos, lejos de nuestros hogares. Salvo para las familias heridas de más manera más profunda y cercana por esta pandemia, la aniquilación de nuestros ancianos parece pasar desapercibida.
Cuando escribimos estas líneas, según datos oficiales, desde el inicio de tanta desgracia se han contabilizado en Galicia 969 decesos por COVID-19, 350 en la segunda oleada. Pero tanto dolor, tanto desasosiego nos ha ido endureciendo. En cierta manera, también inmuniza nuestras emociones y sentimientos. Muchos días, demasiados ya, perdemos en España por la COVID-19 un número de vidas equivalentes a las de aquel fatídico vuelo 5022 de Spanair, que despegó de Madrid el 20 de agosto de 2008 con 154 pasajeros y tripulantes a bordo, y que jamás llegó a aterrizar en su destino. No nos acostumbremos a tanto infortunio.
24 octubre 2020
OLEADAS
Aún reconociendo que ambas situaciones no son comparables, hemos de reconocer determinadas coincidencias entre la pandemia de gripe de 1918, la mal llamada gripe española, y la actualmente padecida y causada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Me ha hecho llegar el conciso Aloysius una vieja imagen de las tres grandes oleadas ocasionadas por el virus gripal en un planeta desangrado por la Gran Guerra, especialmente el Viejo Continente, una masacre que llegó a suponer en algunos países la pérdida de un tercio de su población masculina más joven. Este gráfico refleja la incidencia de la infección en grandes capitales mundiales de la época: Nueva York, Londres, París y Berlín.
La segunda ola fue la más desmesurada y prolongada, extendiéndose entre los meses de octubre y noviembre de 1918. Las estimaciones de los expertos consideran que aquella pandemia se llevó por delante la vida de unos 40 millones de prójimos, hasta el momento la más devastadora de la historia.
Apenas un siglo más tarde, en plena campaña de vacunación antigripal, la segunda oleada COVID-19 comienza a desbordar la mayoría de los sistemas sanitarios, sin que de momento podamos combatirla con armas tan potentes como las vacunas y los tratamientos antivirales específicos y efectivos.
Por ello seguimos porfiando en esta cuestión fundamental: para atajar los efectos de esta pandemia sólo disponemos de medidas preventivas. En España, el uso de mascarillas continúa siendo obligatorio en todo momento y situación.
Otros países europeos, que hasta ahora rechazaban esta opción, ha comenzado a recomendarla justo cuando sus curvas de incidencia crecen exponencialmente.
La distancia social, voluntaria u obligatoria, doblega la curva de contagios. El ejemplo más demostrativo de esto lo vivimos durante las duras semanas de confinamiento, medida extrema que entre todos deberíamos evitar una vez más, ante sus incontestables ruinosos efectos económicos.
Quizás después de aquellas duras semanas de reclusión, cierta falsa sensación de control de la pandemia nos llevó a relajar las medidas preventivas recomendadas por las autoridades sanitarias. Ahora toca pagar sus secuelas.
Semejantes medidas de aislamiento exigen una especial coordinación entre las diferentes administraciones públicas en un país que se organiza en ámbitos provinciales, autonómicos y nacionales.
A lo largo de este año hemos avanzado notablemente en el conocimiento de la COVID-19, pero todavía nos queda viajar por un tramo de túnel sombrío antes de vislumbrar la luz de la salida. Uno de estos adelantos ha sido el descubrimiento de los aerosoles como vía de contagio de esta patología. Por ello, en estos tiempos que se avecinan, ventilar y renovar el aire que respiramos en los aforos cerrados es una auténtica necesidad. Permanezcamos en alerta, en modo rompeolas.
11 octubre 2020
PROTECCION ENFOCADA
15 agosto 2020
VIRUS EXÓTICOS
Podríamos afirmar que los virus son tan antiguos como la historia de la vida en este planeta. Los expertos han reconocido su capacidad para infectar los tres dominios celulares: bacterias, arqueas y eucariotas.
Los dos primeros abarcan células sin un núcleo definido ni orgánulos intracelulares.
El tercer dominio, sin embargo, comprende organismos formados por una o varias células, dotadas de núcleos. Al mismo pertenecen las plantas, los animales y los hongos.
Hay quien reconoce a los virus un papel esencial en la diversidad natural, al haber ensamblado sus estructuras genéticas con las de los organismos que han infectado. No entraremos en profundas disquisiciones científicas que todavía están en investigación. Pero sí podemos parafrasear aquel viejo refrán de a perro flaco, todo son pulgas. El perro flaco somos los humanos, y las pulgas los virus.
En plena pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, que atenaza nuestro presente y futuro, un nuevo agente infeccioso viene a complicar todavía más las cosas. Nos estamos refiriendo al virus del Nilo Occidental, capaz de provocar una enfermedad detectada por primera vez en 1999 en Estados Unidos, y diseminada por el mosquito Aedes japonicus.
El 80% de las personas infectadas son asintomáticas, o presentan síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, erupciones cutáneas o inflamación de los ganglios. Pero, en un pequeño porcentaje, este virus puede dañar las estructuras del sistema nervioso, causando graves cuadros de encefalitis y meningitis, que incluso pueden resultar mortales.
Recientemente, en un brote de meningoencefalitis en Andalucía, se ha detectado la presencia del virus del Nilo transmitido por la picadura de mosquitos infectados, capaces de causar también graves patologías en los caballos. Paradojas de la ciencia, existen vacunas contra la afección equina, pero no contra la humana. De los pacientes andaluces más graves, al menos 5 necesitaron hospitalización en UCI.
Los huéspedes naturales del virus del Nilo son las aves, y ya se encuentra ampliamente distribuido por África, Europa, Oriente Medio, América del Norte y Asia occidental.
Son muchas las especies patológicas de virus que pueden afectarnos. A los largo de nuestra existencia, varias han causado pandemias de elevada mortalidad: gripe, sarampión, viruela, rubeola, fiebre amarilla, dengue, hepatitis o poliomielitis. Otras han ocasionado tremendos daños en la agricultura (el mosaico de la yuca o el rayado del maíz) y la ganadería (gripe aviar, fiebre aftosa o peste bovina). Incluso han saltado desde sus huéspedes animales al hombre, como el VIH o el Ébola.
Contra los virus clásicos, y ahora contra los más novedosos y exóticos (Nipah, Chikungunya, Nilo Occidental), la batalla continúa.
14 julio 2020
AIRBORNE
14 junio 2020
BURBUJAS SOCIALES
19 abril 2020
INMUNIDAD DE REBAÑO
04 abril 2020
EL ANTES Y EL DESPUÉS
- Descenso de casos (manteniendo o subiendo nivel de testeo)
- Descenso de fallecimientos.
- Descenso de casos no ligados a casos conocidos.
- Descenso de infecciones en el personal sanitario.
- Capacidad de absorber en camas UCIs el doble de casos existentes (incluyendo personal).
- Capacidad para testear al doble de casos (incluyendo personal).
- Stock de protecciones para sanitarios y mascarillas para pacientes, aún doblando el número de casos.
- Menos ingresos por COVID-19 que altas.
- Niveles sanitarios en atención primaria y otros niveles hospitalarios semejantes a los basales.
- Diseño de medidas de protección, aislamiento y expansión de centros sanitarios de rápida aplicación.
- Haber detectado al menos al 90% de los contactos de los casos y haberlos testeado.
- Disponer de las suficientes soluciones hidroalcohólicas para colocar en los grandes edificios.
- Tener zonas preparadas para acoger a personas vulnerables con síntomas leves.
- Desarrollar campañas de comunicación preparadas y generales en caso de que un nuevo confinamiento fuera necesario.
- Seguir lavándonos las manos.
- No salir de nuestras casas con síntomas, y en caso de tener que salir, llevar mascarilla.
- Desinfectar superficies.
- Ventilar espacios.
- Aislar contactos.
- Evitar visitas a hospitales o residencias.
- Abrir restaurantes.
- Abrir negocios; siempre con el mínimo personal (máximo 10 personas) y respetando el distanciamiento.
- Las personas vulnerables y sus cuidadores aún no deberían salir.
- Abrir los restaurantes y los negocios.
- Abrir lugares de reunión (máximo 50 personas).