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14 julio 2020

AIRBORNE


Durante el confinamiento tuve la oportunidad de contemplar una serie de la HBO a la que desde hace tiempo le tenía muchas ganas, “Hermanos de Sangre”, coproducida en 2001 por Steven Spielberg y Tom Hanks. 

De manera magistral nos muestra los episodios bélicos protagonizados por la Compañía Easy, del 506º Regimiento de Infantería de Paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada del ejército de los EEUU, y su heroico papel en la liberación de Europa durante la II Guerra Mundial. 

Aquellos soldados portaban en sus guerreras el distintivo Airborne, con un águila de cabeza blanca. Hace apenas unos días he leído el artículo firmado por Neel V. Paten en la prestigiosa revista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), sobre la transmisión aérea (airborne = aerotransportado) del coronavirus SARS-CoV-2, donde nos avisaba de los errores que estamos cometiendo en la lucha contra el mismo. 

Y es que más de 200 expertos han alertado a la OMS sobre este tipo de contagio, según las evidencias científicas demostradas actualmente. En realidad, se estaban refiriendo a la propagación del virus por el aire, a larga distancia, dentro de los espacios cerrados y pequeños, transportado en las pequeñas partículas denominadas aerosoles. 

El virus viaja en las gotitas que expelemos al gritar, hablar, toser o estornudar (gotas de Flügge), que se depositan en el suelo,  en los objetos y otras superficies por acción de la gravedad, pero también puede permanecer cierto tiempo suspendido en el aire (como los famosos paracaidistas) en las más pequeñas. Estos especialistas prefieren el término aerosol para definir la transmisión aérea del virus por cualquier tipo de gotita. Y si esto es así, como ha quedado demostrado en el laboratorio mediante simulaciones del flujo y la distribución de las micropartículas lanzadas al aire imitando a las exhalaciones humanas, existen además personas superpropagadoras capaces de emitir cantidades superiores del SARS-Cov-2, primordiales en este tipo de transmisión. 

No es ninguna novedad: el virus del sarampión puede permanecer en el aire durante 120 minutos horas, y la bacteria causante de la tuberculosis hasta 6 horas. De ahí la importancia del uso generalizado de las mascarillas a pesar de su incomodidad, incluso en espacios abiertos, porque reduce al mínimo la transmisión aérea viral siempre y cuando el emisor y el receptor porten dicha protección, la insistencia en guardar la distancia de seguridad y la recomendación de evitar las aglomeraciones de público. 

El vector de transmisión de esta pandemia es humano. La vía de contagio es mayormente respiratoria. Las masivas concentraciones  de personas pueden acarrear efectos letales, seguimos sin tratamiento específico y sin vacunas. Y nuestro enemigo viene aerotransportado.