CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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22 julio 2007

DR. FEELGOOD


THE JUNKY AND HIS SHADOW, by shyb

Con sordina, a través de una lejana ventana abierta, suena una vieja canción soul; creo identificar el “Love is a serious business” de Aretha Franklin. Este tema también se conoce como “Dr. Feelgood”, el magnánimo y benéfico “Dr. Siéntete - Bien”. Siempre que me encuentro mal, voy a visitar a mi médico, el prestigioso Dr. Feelgood. Cruzo el umbral de su consulta y ya empiezo a mejorar. Mañana voy a pedir cita. No es para mí, es para un amigo. Esta tarde lo encontré mendigando entre las mesas de las terrazas de la Rua do Paseo. Una caridad, por favor. Amenazaba lluvia y llevaba un paraguas colgado de su chaqueta. La empuñadura parecía una prótesis vertebral ajada, que apenas conseguía sostenerle en pie. Su parco equipaje, una enjuta bolsa de las que solemos llevarnos a la playa. "Yo también estuve en Tenerife" – pude leer impreso entre la suciedad que la cubría. Casi palmo en Tenerife... Con un mono de puta madre anduve tirado por la Plaza Weyler y por el Parque García Sanabria, comiendo basura y escondiéndome de los espectros de la madrugada, tiritando como un perro callejero, muerto de frío mientras los demás se paseaban en bañador por la Playa de las Teresitas, mirando la profundidad oscura del Océano Atlántico y esperando a la muerte, pues esa era mi única esperanza. Dicen que me salvaron de la droga. No sé. ¿Me salvé yo solito? No sé. Mientras haya caballo, habrá camellos… y yonquis. Los grandes traficantes se seguirán llenando los bolsillos a espuertas. El sol sigue saliendo por el este y continúa poniéndose por el oeste. El viejo y salvaje oeste. Cowboy junkies, jinetes y caballos, Riders on the Storm, Cowboy de medianoche. Un día tras otro, sin pausa. Ese es el mecanismo: engancharse, joderse la vida propia y la de las personas que más quieres, colgarse, mentir, vender a tu propia madre por treinta monedas de plata, pillar, chutarse, desconectar con este mundo que cada vez será peor y peor, retorcerse por el síndrome de abstinencia, vomitar como una gárgola y no cagar durante días, el amanecer que sigue a la noche y el atardecer que sigue al mediodía. Los menesterosos siempre madrugan, desde temprano han de buscarse la vida. No todo el mundo sirve para yonqui. Me he encontrado payasos patéticos, con los brazos tatuados como alfombras y que les pegan palizas a sus chicas, pobres niños de papá que no tienen puta idea, que guardan las chutas en pequeñas cajitas de acero quirúrgico y que tienen aguada la sangre en las venas. Mal rollo. Chungo. Mientras haya caballo, camellos y drogotas, habrá programas de deshabituación. Mi desmejorado amigo, el de la mugrienta bolsa de playa vacía de esperanza y llena de desesperación, tiene una extraña teoría. Mientras haya caballo, traficantes, camellos, toxicómanos, rehabilitadores y programas de desintoxicación, se mantendrá boyante el negocio. Una pescadilla que se muerde la cola. La vida es una porquería, una infecciosa indecencia. Como la canción de Mötley Crüe que precisamente se titula “Dr. Feelgood”. Yo también estuve en Tenerife…

20 julio 2007

PEQUEÑOS GRANDES PASOS



La Medicina no se caracteriza por avanzar a grandes saltos, como los canguros o las gacelas de Thomson. La feroz dependencia que tiene de otras tecnologías no se lo permite. Ciencia y Ética son sus bastones, y nadie corre apoyado en muletas. Sin embargo, en los últimos tiempos, estamos asistiendo a una serie de hitos que merecen ser destacados.

Los expertos creen que la diabetes mellitus se convertirá en la plaga del siglo XXI. Existen múltiples datos y extrapolaciones estadísticas que así lo vienen alertando. Muchos enfermos diabéticos han puesto sus esperanzas en la terapia con células madre, que permitirá regenerar sus malogrados páncreas. Mientras tanto, la moderna farmacología ha desarrollado la insulina inhalada, que a buen seguro permitirá un tratamiento más cómodo y menos cruento para los enfermos que necesitan inyectársela a diario (incluso varias veces). Pero también están de suerte los diabéticos cuyo tratamiento no depende de la insulina. Los laboratorios MSD han descubierto la sitagliptina (bautizada comercialmente como Januvia ®), medicación que potencia la capacidad del propio organismo para controlar las cifras de azúcar en sangre cuando están elevadas.



Otro novedoso avance se ha gestado empleando la nanotecnología en la fabricación de medicinas. Hace poco tiempo ha visto la luz un fármaco (que como principio activo – fenofibrato - ya existía anteriormente) destinado al tratamiento de las alteraciones metabólicas del colesterol y de los triglicéridos, y que incorpora en su estructura nanopartículas de tamaño inferior al de los propios glóbulos rojos. Las futuristas aventuras cinematográficas propuestas en “El viaje alucinante” (Richard Fleischer, 1966) y en “El chip prodigioso” (Joe Dante, 1987), cualquier día podrían hacerse realidad en nuestros flujos intravenosos más profundos.



¿Y qué decir del primer corazón artificial implantado en España? Gracias a esta intervención realizada en el Hospital de Bellvitge, una anónima paciente de 43 años, con una insuficiencia cardíaca terminal refractaria a tratamiento, y que tampoco podía ser transplantada, puede ahora vivir con cierta calidad de vida y autonomía.



Por último, haré aquí mención a la llamada Operación Anubis, nombre que parece más propio de una de las aventuras de Tintín, o tal vez el de una complicada misión de espionaje en pleno fragor de la Batalla del Desierto de la 2ª Guerra Mundial (Rommel versus Montgomery). Así se denomina una audaz técnica quirúrgica que permite la extracción de la vesícula biliar por vía transvaginal. La pericia de los cirujanos (en este caso franceses, como los de Napoleón), auxiliados por un endoscopio flexible, posibilitaron esta intervención que disminuye de manera sobresaliente las molestias del postoperatorio para las pacientes. Por ejemplo, el dolor se transforma en mínimo o inexistente. Los caballeros, de momento, deberemos conformarnos con la operación laparoscópica a través de la pared abdominal. Cuando suframos un cólico biliar, podremos retorcernos de dolor y seguir echando las tripas por la boca (en sentido figurado), pero nunca podremos parir una vesícula repleta de cálculos. Ni siquiera con la ayuda de Mandrake el Mago.

18 julio 2007

EN BÚSQUEDA DE LA LONGEVIDAD


SAINTS AND SINNERS (SISTERS). Oil on canvas. ULYANA GUMENIUK

Tal y como se mueve este vertiginoso mundo, me pregunto Aloysius si me gustaría vivir muchos años. Antes de responderme, medito un instante. Depende de la calidad de vida que vaya a llevar: calidad, en lugar de cantidad. Respuesta correcta. Cuanto más nos cuidemos, más posibilidades tenemos de alcanzar una ancianidad saludable.

Este hito puede conseguirse combatiendo la hipertensión arterial, el sobrepeso y la hipercolesterolemia, y abandonando hábitos de vida perniciosos, como el tabaquismo, el sedentarismo y la dieta inadecuada. Sin embargo, estamos ante una paradoja, pues sostienen los expertos que cuanto más vivamos, más posibilidades tendremos de padecer determinadas enfermedades como el cáncer o la demencia. Es decir, que si llegamos a viejo, malo, y si no llegamos, peor. Así es la vida, así es la muerte y, de momento, así es el ser humano finito.

Acabo de encontrarme con un libro del profesor David Snowdon, publicado en nuestro país por Planeta en el año 2001. Se titula “678 monjas y un científico”. En esta obra, el neurólogo norteamericano narra sus investigaciones sobre el Alzheimer en el seno de una congregación de monjas católicas (las Hermanas de Notre Dame, en EEUU). Desde el punto de vista epidemiológico, el diseño de este tipo de estudios resulta ideal, pues trabaja con grupos homogéneos de población: alimentación idéntica, actividad física análoga, educación común, similar entorno familiar de procedencia y asistencia sanitaria uniforme.

En las etapas iniciales del estudio, el grupo de Snowdon ratificó una realidad descubierta con anterioridad: las monjas poseedoras de un mayor nivel educativo tenían una esperanza de vida mayor. Y alcanzaban la ancianidad de una forma más autónoma e independiente. Aquí influyen la plasticidad cerebral (ligada al aprendizaje) y la llamada reserva cerebral (capacidad del cerebro humano para establecer nuevas conexiones).

Destacamos una anécdota especialmente llamativa en el libro de Snowdon: en el momento de ingresar en el convento, las novicias debían elaborar una autobiografía de sus vivencias anteriores. En aquellas páginas quedaron reflejadas muchas emociones positivas (alegría, anhelos, felicidad) y negativas (traumas infantiles en entornos familiares hostiles). El 90% de las religiosas más optimistas llegaba a sobrepasar los 85 años.

Pero, ¿por qué 678 monjas? Porque de un total inicial de 1027, 678 aceptaron donar sus cerebros para estudios de autopsia. De esta manera se pudieron relacionar la presencia de alteraciones anatomopatológicas (depósitos de placas seniles y presencia de ovillos neurofibrilares) con los ensayos genéticos, los exámenes cognitivos y las pruebas psicológicas a las que las religiosas habían sido sometidas en vida. Una existencia pacífica, una dieta rica en vegetales y frutas y la franca autoestima basada en la solidaridad con el prójimo se convierten en un pasaporte con destino al envejecimiento satisfactorio.

¡Qué coincidencia! Estos días ando enfrascado en la lectura de “Elogio de la Lentitud”, de Carl Honoré (corriente filosófica Slow, Slow Food versus Fast Food…) En resumen, un elogio de la vida armónica y equilibrada. ¿Alguien se acuerda de la famosa “Oda a la Vida Retirada” de Fray Luis de León? Pues eso.



12 julio 2007

UNA BANDADA DE PALOMAS


Una bandada de palomas,
lascivos dardos piantes,
vuela hacia mi posición.
Trinchera, perrera, palangre.
Rehusado, desacralizado,
el penetrante húsar usado
caerá descentrado
como fuego graneado
sobre lagunas y lupanares,
sus pies apenas amortajados,
transido rayo amotinado.

Apremiado el soldado,
por el abuso melancólico del brezal cercado,
entre las frambuesas
erró y vago herrado,
viejo viajero errante,
inútil, manco, galante,
renco cuadrúpedo piafante.

Rey sin reino,
monarca infante,
en las biliosas campas se encarnó,
cual nimio guerrero atlante.
Ora pronobis, pecatoris,
por el clan de los tramposos,
refutada, estulta y babélica madre.

06 julio 2007

BEGGARS BANQUET


Graffitis grabados a punta de navaja en unos urinarios.
Un pub de Ourense.

El banquete de los mendigos. Se sentaban en la Plaza del Hierro a celebrar una patética cuchipanda de pan mojado con el agua sucia de la fuente. Para pasar el trago, un cartón de vino de mesa (de mesa menesterosa). Luego vendrá la náusea, el vómito, la epistaxis, el hígado convertido en una masa informe, la muerte anónima que traen en la cola los primeros fríos del otoño.
La primera gran globalización de la roña. Prohibido escandalizar con las imágenes de los meaderos públicos.Ya no hay personajes como los de antes. El Cepo y El Páxaro hace tiempo que están criando malvas. Ahora hay afterpunks, neohippies, red skins, antisistema, alternativos, intravenosos...
En "Trainspotting", Mickey Forrester se mete a bucear en el urinario más asqueroso de todos los tiempos. De la banda sonora, alguien corta una porción de la tarta: "Perfect Day" de Lou Reed.

EBRIEDAD


Imagen: "BUSH COCAINE" de costa cobosta

http://myspacetv.com/index.cfm?fuseaction=vids.individual&videoid=4105151

Hace ya algún tiempo, me interesé mucho por la obra de Antonio Escohotado. Miento. Todavía sigo interesado. Fuera de la pura y dura materia de la Farmacología Clínica, ¿podría realmente alcanzarse una aproximación científica al mundo de las drogas?; en otras palabras, tal y como se maneja este desbocado mundo que cultiva el exceso (botellón, muertes de jóvenes en accidentes de tráfico, sexo sin protección), ¿sería lícito y prudente hacerlo? No teman; no vamos a tratar aquí sesudas cuestiones éticas relacionadas con el tratamiento del dolor, de la ansiedad, de la angustia, de la depresión, del miedo, del pánico, de la agonía. Tampoco deseamos una apología al consumo de sustancias dopantes. Este divertimento pretende atraer su atención sobre cómo se viene tratando ampliamente la adicción a ciertas sustancias farmacológicas dentro de la cultura musical popular. Aquí y ahora se queja amargamente el pragmático Aloysius de que ningún artista ha dedicado tan merecidas alabanzas a otros grupos terapéuticos, como por ejemplo a los antibióticos, que tantas y tantas vidas salvan a diario. ¡Qué le vamos a hacer! Le cuento que Green Day tiene un éxito llamado “Give me Novocaine”, pero a él esto se la trae al pairo.

Iniciamos el repaso situándonos en la época dorada del rock, con “Brown Sugar” (de esta manera se conoce en el argot a la heroína sin refinar) y “Sister Morphine”. Ambas pertenecen al repertorio del disco “Sticky Fingers” (Dedos Pegajosos), de los Rolling Stones. En mi adolescencia, admirábamos al afortunado poseedor de este Lp en su versión de importación, aquel de la famosa portada de Andy Warhol con la cremallera del pantalón vaquero. Sostiene Aloysius que él no tiene todavía muy claro si en el primero de estos temas, Mick Jagger y Keith Richards cantan las excelencias de una hermosa mulata de Nueva Orleans, o más bien trataron de escandalizar a la sociedad de su época con cuestiones sobradamente escabrosas, como su propia adicción a las drogas o el sadomasoquismo. En la segunda canción, los Stones narran la agonía de un adicto a los opiáceos ingresado en un hospital, desesperado en la procura del sueño pacificador de la morfina. Y mira tú por donde, también sería Andy Warhol el autor de la portada de otro disco emblemático (el del iconoclasta plátano amarillo) de la Velvet Underground. Allí nos encontramos con “Heroine”, un tema de Lou Reed convertido en descarnado testimonio al servicio del mejor retratista del lado oscuro del hombre contemporáneo. Sobre él, planea la tupida sombra de la innombrable, la tentación estética autodestructiva, encarnada en el consumo de la droga por antonomasia de los perversos artistas rebeldes, en cierto modo, los herederos del malditismo poético de Baudelaire y Edgar Allan Poe. En su dilatada carrera profesional, en varias otras ocasiones Lou Reed volvería a tratar musicalmente la adicción (su adicción) a la heroína. Muchos heroinómanos mueren por sobredosis. Su edad media se sitúa entre los 22 y los 45 años. Hermosos jóvenes cadáveres. ¿Quién no se acuerda de “Un Caballo llamado Muerte”, de nuestro admirado Miguel Ríos?

Corre por ahí la bola de que la heroína es la droga de los artistas colgados, de aquellos que componen sus obras cautivos del sopor y de la introspección, pero aquí no existen normas. Sírvanos el ejemplo del gigante del jazz John Coltrane, saxofonista adicto a la heroína y compositor de temas demoledores bajo sus efectos, plenos a la vez de vitalidad e ingenio musicales. Inversamente, en el caso de la cocaína, con frecuencia se argumenta el tópico opuesto, la droga de los artistas eufóricos y desbordantemente imaginativos. Siguiendo dentro del jazz, basta con que escuchemos algún disco del malogrado pianista Bill Evans para que podamos darnos cuenta de cuán equivocados estamos. “Cocaine” es uno de los grandes éxitos de Eric Clapton (quien también tuvo serios problemas con el caballo a principios de los años 70). Se trata de una versión del tema original del guitarrista J.J.Cale, donde se ensalzan los efectos desinhibidores de la perica.

España es probablemente el primer consumidor mundial de cocaína, incluso por delante de los Estados Unidos. Las estadísticas dicen que el 2,6% de los españoles tontea con la farlopa, un porcentaje altamente preocupante. En los servicios de urgencias de nuestros hospitales está protocolizada la actuación precisa a la hora de abordar a una persona joven con síntomas compatibles con un infarto cardíaco. Descartar una intoxicación por cocaína es primordial.

Leyendo a Antonio Escohotado, recuerdo que los grandes padres de la medicina antigua, Hipócrates, Galeno y Teofrasto, consideraban a las drogas “espíritus neutros”, ni buenos, ni malos, oportunos o inoportunos según el individuo que las había de consumir. Dicen que también recomendaba Hipócrates dormir sobre algo blando, embriagarse de vez en cuando y entregarse al coito cuando la ocasión fuera propicia. ¿Medicina preventiva?

03 julio 2007

ASOCIACIONES MENTALES

http://myspacetv.com/index.cfm?fuseaction=vids.individual&videoid=6340280
Los entendidos en la materia conocen el llamado miedo ante el folio en blanco, algo semejante a la temida calma chicha de los veleros en el medio del océano. Todos los días contando historias, o más bien inventándolas, actuación mucho más propia de escritores que de simples redactores, y de repente, se seca el manantial y la fuente deja de manar agua. Enmudece el intelecto y se hace necesario un milagro. Pero hete aquí que el mecanismo de las asociaciones mentales resulta cuanto menos asombroso. A lo lejos, en la costa, súbitamente se enciende una linterna que ilumina la travesía del navío creativo con su pálida incandescencia hasta benignas playas.


Primera asociación: la canción de Procol Harum titulada “A White Shade of Pale”, con su blanca palidez, tema musical cuya letra hoy en día todavía me resulta imposible de traducir y descifrar. Se empeña Aloysius en que su autor la escribió una mañana de resaca. Si esta suposición fuera cierta, entonces cerraríamos el primer círculo de la primera asociación mental, pues durante una intoxicación etílica aguda, son varios los grupos de neuronas cerebrales que se quedan aislados, desconectados del resto, acarreando como consecuencia la muerte de estas células y las típicas lagunas de la memoria.

Segunda asociación mental. Hace unos cuantos años, una pareja de conocidos contrajo matrimonio en la Iglesia de Santa Eufemia. Mientras los alegres invitados bombardeaban a los recién casados con arroz y garbanzos crudos, una anciana indigente se encorvaba sobre las escaleras del tempo, recogiendo en una bolsa de plástico los preciosos granos de las legumbres antes derramadas con tanta algarabía. Como Eleanor Rigby, la protagonista de una famosa canción de The Beatles. Lo sorprendente de la historia es que Lennon y McCartney siempre dijeron que se trataba de un personaje inventado, pero en la década de los 80, alguien encontró la verdadera tumba de Eleanor Rigby en el atrio de la iglesia de S. Peter, en Liverpool. En este caso, el círculo todavía permanece abierto, pues desconozco cuáles pudieran ser las bases neuronales de la mentira.

Tercera y última asociación. Siguiendo con The Beatles, los Fab Four lanzaban a las ondas en 1966 otro de sus grandes éxitos titulado “Paperback Writer”, algo así como escritor de libros de bolsillo, libros de tapa blanda, libros baratos que se compran para leer cuando uno viaja en el metro, en un autobús, en un avión y no quiere que nadie le moleste. ¡Ah, la fantástica y demoledora soledad de los tiempos modernos! Los autores de la letra de esta canción pensaban en un aprendiz de escritor que se empeñaba en triunfar. Y así cerramos el tercer círculo de la tercera asociación mental, pues raro es el escritor que nunca se haya visto angustiado por la blanca palidez de un folio en blanco, y atenazado como un extraño en la noche, se incline a recoger las palabras desperdiciadas en banquetes literarios más opulentos. Unos le llaman inspiración. Otros, estulticia.

Para terminar, solamente recordar que esta canción de The Beatles encabezó durante dos semanas la más prestigiosa lista de éxitos en los Estados Unidos. Hasta que llegó Frank Sinatra con su “Strangers in the Night” y se llevó el gato al agua. Tempus fugit.