Me confieso un fan incondicional de esta obra. Primero, por la excepcional novela debida a la pluma preclara del controvertido escritor británico Evelyn Waugh. Segundo, por la serie televisiva homónima, protagonizada por Jeremy Irons en el papel del pusilánime Charles Ryder, producida por Granada TV, con una de las mejores bandas sonoras que jamás haya disfrutado (¡maravilloso Geoffrey Burgon!).
Uno de los personajes de esta saga, el dandy y dipsómano Lord Sebastián Flyte, acostumbraba a pasear su esnobismo por el Oxford universitario acompañado de un osito de peluche, su amuleto, su ñoño, un gastado teddy bear bautizado con el eufónico nombre de…Aloysius.
Hablando de retornos. He leído en una revista especializada en temas sanitarios que, al igual que las oscuras golondrinas de Bécquer, han comenzado a regresar a su tierra natal muchos de los médicos y enfermeros emigrados a Portugal hace unos 10 años.
Recapitulando y haciendo memoria, ¿a qué se debió todo aquel éxodo profesional? Como en todo fenómeno migratorio, las causas realmente fueron varias.
En primer lugar, la escasez de plazas fijas para médicos ofertadas en el sistema sanitario público español, una inestabilidad laboral que afectó seriamente a nuestro país durante la década de los 80 - 90.
En segundo lugar, la suculenta oferta económica ofrecida entonces por el gobierno luso en sus contratos, es decir, más dinero por menos trabajo. Además, en la nación hermana, las restricciones exigidas para compatibilizar trabajo público y privado se encontraban muy suavizadas.
En tercer lugar, el argumento esgrimido por los propios facultativos emigrados (y escribo textualmente): “los pacientes son más educados y respetuosos que en muchas partes de España”. He escuchado este curioso comentario en más de una ocasión, aduciendo que en Portugal eres D. Tal o el Dr. Cual, mientras en nuestro corral patrio simplemente te reducen a fulanito o menganito, tuteado irrespetuosamente y más conocido por tu nombre de pila que por tu apellido familiar o tu estatus profesional.
Los tiempos son mudables y ahora, las razones esgrimidas en la misma revista profesional para explicar el retorno profesional se justifican, en primera instancia, por el recorte de las diferencias salariales entre Portugal y España. También porque la carestía de la vida es más notoria en el país de Fernando Pessoa y de António Lobo Antunes, sobre todo desde que el euro fue implantado como moneda común.
Por último, al déficit actual de médicos en nuestro entorno, circunstancia que también ha empezado a convertirse en endémica. Pero, de la educación y la cordialidad exigidas en la relación médico – paciente, nada de nada. Tal vez sigamos igual que siempre, con la ocasional falta de respeto debida a la pérdida del prestigio profesional de los médicos y los enfermeros de antaño. El tránsito desde la figura del galeno vocacional y altruista hasta el mero funcionario, quizás haya sido demasiado rápido.