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16 agosto 2010

PARIDAD E IGUALDAD


"Detalle del Parque Vigeland - Oslo". Imagen de Manuel Baladrón


Todavía colean por las hemerotecas los comentarios que realizó César Antonio Molina, el poeta coruñés que en su día fue ministro de Cultura, al abandonar el Gobierno de España. Algunos sostienen que su cese no fue causado por la incompetencia (si así fuera, serían legión los que hubieran partido antes que él) sino más bien por razones de mera paridad. En el vasto mundo de las definiciones la palabra paridad tiene varios significados, pero centrándonos en el campo de la política, este término hace referencia a una discriminación positiva que trata de acercar a las mujeres a los ámbitos de decisión y gobierno. Nada que objetar, sino más bien amparar una medida que en justicia debe hacer participar a un colectivo que supera el 50% de la población nacional, según recientes datos del Instituto Nacional de Estadística.


Los socialistas gallegos han demandado del presidente Alberto Núñez Feijoo la paridad en el gobierno de la Xunta. Afirman que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia tiene reservada sala para dictar sentencia sobre este pleito el próximo 30 de septiembre. Y la polémica vuelve a renacer por cuestiones de sexo y capacidad.


En medio de esta refriega, acabo de escuchar en estos días las opiniones del Prof. Dr. Siegfried Kasper, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Viena, respecto a las diferencias biológicas existentes entre el cerebro femenino y el masculino, principalmente debidas a la sustancial influencia de las hormonas sexuales. Un ejemplo: el efecto de la progesterona sobre los receptores GABA neuronales. En la realidad y en la clínica, esta desigualdad se traduce en comportamientos dispares, en diferentes habilidades cognitivas e incluso en la incidencia de las enfermedades mentales.


Pudiera sonar a tópico, pero generalmente los hombres poseemos un mayor sentido espacial, mientras las mujeres nos superan en fluidez verbal y en el reconocimiento de objetos. La prevalencia de los trastornos depresivos es superior en las féminas, mientras los cuadros de agitación, de alcoholismo y dependencia prevalecen entre los hombres. Este tipo de hechos siempre debe considerar las peculiaridades sociales, si bien en el consumo de alcohol y tabaco, por ejemplo, las jóvenes españolas ya han alcanzado y superado a sus compañeros varones.


Por obvias diferencias fisiológicas, las mujeres padecen trastornos psiquiátricos propios, como la disforia premenstrual, la depresión (y la psicosis) posparto, o la sintomatología inherente al climaterio y a la menopausia. En la otra cara de la moneda, respecto al maltrato doméstico, las víctimas siguen siendo mujeres y los verdugos hombres.


Y aunque la ciencia haya descartado la supuesta relación entre testosterona y violencia, encuentro precisos unos hermosos versos del exministro Molina: “y en el denso silencio nocturno, el leve ruido de tijeras rasgando los cordajes de trampas, para huir”.


1 comentario:

Francisco Doña dijo...

Si no lo hubiera leído me parecería imposible unir en un "post" poesía, política, ciencia y música, y además de forma tan sensata e inteligente, en un tema tan complejo, como aquí se ha hecho.

Es usted grande, Doctor.
¡Mis respetos!